Los datos macroeconómicos españoles no son buenos. Esperábamos una recuperación clara en este 2022 y la inflación, provocada por múltiples factores, no solo por la invasión de Ucrania, nos está jugando una mala pasada. La economía no tiene la alegría esperada y aunque el turismo está despegando, el consumo y la inversión no son los que debieran, estando la subida de tipos y el encarecimiento de la deuda a la vuelta de la esquina.
Pero, aún siendo una mala noticia esta poca alegría económica, deberíamos mirar cómo está el resto del mundo, cada vez con más desigualdades. Un dato, no llegan a 40 los países donde es seguro beber agua del grifo sin problema, algo que damos por normal en esta parte del mundo.
Mirando las estadísticas del Covid, sorprende que países como Nigeria o México tengan menos contagios o fallecimientos por millón de habitantes que Estados Unidos o España. No es que se hayan librado, es que sus estadísticas son peores. De los países no desarrollados, sólo Perú parece mantener unas estadísticas correctas. Pero más allá de la estadística cabe preguntarse por su realidad económica. Y esta, en general, es muy mala, pues sus economías han estado paralizadas sin que los gobiernos hayan podido prestar ningún apoyo a sus habitantes.
Si comenzamos por las potencias emergentes, los BRICS, todos andan con problemas. Brasil siguiendo una deriva populista que no le ayuda nada en lo económico y Rusia más aislada que nunca. El PIB de Brasil o el de Rusia es algo superior al de España, no mucho más, pero con poblaciones 5 y 3 veces superiores, lo que nos indica el grado de pobreza de su población. India está de perfil en esta crisis, reforzando un comportamiento de su economía cada vez menos abierto que poco le conviene. Y todos esperamos inquietos el siguiente paso de una China atascada en su política de Covid cero y con dudas no solo de crecimiento sino sobre todo de cómo busca su encaje en el mundo, más allá de su ansiado liderazgo global.
Pero si los adelantados de la clase están flojeando el resto de las economías en desarrollo están en franco retroceso. Aquí nos quejamos, con razón, de la gestión mejorable de la crisis, pero hay que reconocer que hemos tenido mecanismos potentes para absorber el parón de actividad. Los ERTE, los créditos ICO y ahora los fondos de la Unión Europea son medidas que han ayudado, y mucho, a sobrellevar cierres sectoriales y caídas de actividad. Es cierto que en varios países de nuestro entorno las ayudas han sido mayores y más ágiles, pero en la gran mayoría de los países del mundo no ha habido ni una sola ayuda. El cierre de las economías ha recaído sobre las maltrechas espaldas de sus ciudadanos.
En Latinoamérica, por ejemplo, la situación es muy mala. El empleo informal, es decir, trabajadores sin contrato y, por tanto, sin derechos, supera en varios países el 50% y en todos está claramente por encima del 30%. Menos de la mitad de sus habitantes están bancarizados y de estos menos de la mitad tienen algún producto que no sea una cuenta corriente. Cuando se han cerrado sus economías no han recibido nada, y no tenían ahorros. Han subsistido como han podido, lo mismo que sus estados, que han dejado de proveer muchos servicios y, por supuesto, no han realizado ningún tipo de mantenimiento a sus infraestructuras.
Nos sorprende el crecimiento del populismo en Latinomérica. ¿Cómo no va a crecer en una población cada vez más pobre y sin futuro? Tenemos una gran oportunidad si les ayudamos a mejorar y un riesgo severo si no hacemos nada. Si sumamos la población de la Unión Europea, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia y todos los países que podemos catalogar como desarrollados apenas llegamos a los 1.000 millones, el 12% de la población mundial y bajando.
Al quitarnos las mascarillas se nos debería haber caído también el antifaz que no nos deja ver cómo se está complicando el orden mundial incrementándose las diferencias. ¿Alguien que no puede comer se va a preocupar del medioambiente? ¿Si un líder populista ofrece un futuro mejor, los ciudadanos van a primar los valores democráticos?
Me temo que lo peor está por llegar.