Alemania, quién si no, nos marcó el camino de la realidad en el Gobierno con su realpolitik. Fue Otto von Bismarck quien reconoció que un gobernante debe aparcar en ocasiones sus convicciones y lidiar con la realidad lo mejor que pueda. En realidad, ya en El Príncipe de Maquiavelo se deja claro que gobernar es pactar con la imperfección. Algunos lo hacen con más arte que otros, pero el gobernante que aspira a mantenerse en el poder suele comenzar con ganas de cambiar el mundo con sus ideas y poco a poco la realidad le lleva al terreno de lo posible.

Lo vimos con el famoso “OTAN, de entrada, no”, pero tal vez el cambio más radical lo dio el presidente Zapatero. Comenzó su mandato con una fuerte dosis de ideología. España fue un país pionero en el matrimonio entre parejas del mismo sexo lo mismo que en leyes de igualdad y dependencia, lideró la alianza de civilizaciones, retiró las tropas de Irak... todo hasta que una terrible crisis le estalló y tuvo que replegar velas, realizando recortes e incluso modificando la Constitución para que los objetivos de déficit no se disparasen.

Rajoy inició su mandato ya de bruces con la realidad, teniendo que subir impuestos cuando su programa decía todo lo contrario. Sánchez, a pesar de la terrible crisis derivada de la contención de la pandemia, pudo comenzar su mandato con fuertes dosis de ideología. La memoria histórica, el ingreso mínimo vital o los derechos de los animales son leyes cargadas de ideología, pero esta segunda crisis parece que le va a hacer transitar por caminos más realistas.

Un partido gobernante tiene que estar preparado para estos giros de guion. PSOE y PP lo están, Podemos parece que no. Los ministros de Podemos tratan permanentemente de disociar su imagen como miembro de un gobierno de la de dirigente de su partido y eso es imposible. La bofetada con mano abierta propinada por el ministro de Defensa ucraniano a nuestro Gobierno, ni más ni menos que en Parlamento Europeo, o el pertinaz ninguneo a nuestro país por parte de EEUU en materias sensibles deja más que claro lo que piensan nuestros aliados de los comentarios “revolucionarios” de alguna de nuestras ministras. Estamos en un mundo tremendamente polarizado y el que no está en un bando se posiciona en el contrario, no hay lugares intermedios.

Dicen que Obama y Merkel despertaron a Zapatero haciéndole entender que la crisis era terrible y que con el plan E no valía. Puede que el histórico discurso de Josep Borrell haya sido fundamental para el cambio. Su atronador “nos acordaremos de aquellos que en este momento solemne no estén a nuestro lado” iba dirigido, sobre todo, a los estados que en la ONU se abstienen en la condena de la invasión, pero, también, a los gobiernos europeos que intentaban nadar y guardar la ropa, uno de ellos el español. Que el discurso fuese en español no parece una casualidad.

Será una coincidencia, o no, pero al día siguiente de este discurso el Gobierno decidió enviar directamente armas a Ucrania, algo a lo que se había negado hasta ese momento. Y ese mismo fin de semana vino la presidenta de la Comisión Europea a reunirse con buena parte del Gobierno de España. En la primera semana de marzo Sánchez se cayó, o le tiraron, del caballo.

El acuerdo con Marruecos respecto al futuro del Sáhara es una pieza más de esta realpolitik que realmente necesitamos, siempre y cuando esté todo atado con Argelia, claro. España necesita de Europa y de Estados Unidos para salir de ésta y, afortunadamente, el presidente lo ha entendido. Sin duda la vicepresidenta primera también. Ahora toca que las ministras, ministros y ministres que todavía creen que están en una asamblea universitaria hagan lo propio. O eso o que salgan del Gobierno porque no es sano, para nadie, que medio Gobierno se haga oposición a sí mismo.

España puede ser puerta de gran parte del gas para Europa y más adelante usar esa infraestructura para transportar hidrógeno verde. Para fabricarlo hacen falta agua de mar y sol, y de eso vamos sobrados. Pero también necesitamos dinero, para lo que dependemos de Europa. Pero sobre todo la OTAN no puede estar distraída con el flanco sur teniendo como tiene el este. Ojalá en esta crisis hayamos encontrado un camino nuevo para el futuro de España, realista y con una imagen internacional mejor que la que teníamos hasta la fecha y nos alineemos por fin con quienes necesitamos estar alineados.