¿Por qué fue Javier Cercas a TV3? A hablar de su nuevo libro Independencia y de la puesta en escena de Anatomía de un instante, una crónica sobre el 23F. No había más tema ni noticia que la literaria. Habló del papel del entonces rey Juan Carlos y de la Transición --todo ya sabido-- y acabó linchado en las redes. Para salir bien de aquel plató, el autor debería haberse mordido la lengua cien veces. Hacer ver que aquí (en Cataluña) todo va bien y que allí (en España) todo ha ido siempre mal. ¿Cómo se atrevió a asegurar que el Emérito “paró el golpe de estado”? Esa es una falsedad absoluta, según la Nueva Historia de la no-República. Olvidó el escritor que una mayoría más que absoluta de los espectadores de TV3 son independentistas. ¿Pensaba que su sensato discurso iba a respetarse? En “la seva”, el espectador no quiere escuchar a quien defiende que España es una democracia. El error de Cercas es el de muchos catalanes, empeñados en creer que tenemos derecho a expresar nuestra opinión, incluso a debatir.
Cercas somos todos los constitucionalistas. Cuando un órgano independentista nos llama a su vera pensamos, esperanzados, en algún punto de encuentro. Tiene algo de patética inocencia, pero no queremos renunciar a sentirnos parte activa de este país, de Cataluña. Repetimos que es el nuestro, el de todos, hasta que llega la siguiente bofetada propinada por patriotas que no están para medias tintas. Ellos son los que mandan, los que producen programas de la CCMA, los que dirigen sus empresas e informativos. Fueron tantas las frases falsas, las injurias, la manipulación, las burradas que leí en las redes mientras Cercas hablaba, que decidí salir del circo. A respirar.
Ese hombre de apariencia amable, de acento gerundense, se irritó, amenazó con una demanda, pero acabó aceptando que borrar el tuit inicial y torticero era suficiente. Incluso elogió la corrección de su entrevistadora. Qué esperaba, ¿cicuta en el vaso de agua? Se trataba de demostrar que el plató de TV3 está abierto a todos. El trabajo sucio queda para la fiel audiencia del FAQS. Acólitos como la diputada de JxCat Aurora Madaula, secretaria de la Mesa del Parlament, el cantante Lluís Llach o comentaristas de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales animaron la campaña contra Cercas. Nadie ha pedido disculpas.
El 85% de los votantes de JxCat busca la información en TV3, al igual que el 80% de la CUP y un porcentaje algo menor de simpatizantes de ERC. No es de extrañar que los ciudadanos que cuestionan el relato independentista no sean bien recibidos en sus canales. “¿Qué hace ese español aquí, qué se ha creído?”, escriben. Gracias a ellos el primer canal de la televisión tiene una audiencia media de 14,6%, más alta que cualquier otro. El relato no admite grietas, sus periodistas y televidentes tampoco. Por el contrario, la audiencia constitucionalista de los informativos públicos catalanes ha bajado del 24% al 13,5% en los últimos seis años, según el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat. Hartos de aguantar bromitas en hora punta, han ido abandonando TV3. Lo raro es que algunos llaneros solitarios insistan en dejarse filmar diciendo sus verdades que, tras ser manipuladas y envueltas en patriotismo, se convierten en piedras contra sus cabezas.
¿Qué necesidad tenía el escritor de irritarse y llegar a casa hecho polvo? Muy pocos de los espectadores del FAQS saldrán a comprar su libro, escucharán a Serrat o asistirán a una película de Isabel Coixet, por poner tres ejemplos. “¿Cercas, un escritor catalán? Me meo de risa”, señaló durante la emisión un contratado por la radio pública.
Dejemos de contemporizar y soñar reencuentros. Hay que exigir que la CCMA renueve su Consejo de Administración, que se aplique la Ley Audiovisual aprobada en 2019 y que se devuelva al Parlament la elección de los órganos de gestión. El Govern --el que sigue sin ser investido dos meses después de las elecciones-- no debería repartirse las sillas de consejeros, directores y comentaristas de los medios públicos.
Los sindicatos de la propia Corporación han dado la voz de alarma por la falta de pluralidad de un ente que tiene como objetivo dirigirse a todos los catalanes. Aún sin gobierno, JxCat y ERC ya se reparten los medios. Para ti la tele, para mí la radio. Los nombres que suenan prometen más, o peor, de lo mismo. Sin neutralidad informativa, con documentales hechos ad-hoc para blanquear la historia, sentarse bajo esas cámaras sectarias es hoy un error.