Hace cien años que los sindicatos anarquistas estadounidenses calificaron a Barcelona como la 'Rosa de Foc' porque cada semana había un asesinato sindical. Barcelona era la ciudad de la 'rauxa' frente al 'seny'. A resultas de la huelga general de la mítica Canadiense --porque la poderosa CNT consiguió la jornada laboral de 40 horas, fines de semana, festivos y el fin de la explotación laboral infantil-- Barcelona fue admirada por todos los sindicatos de Occidente.
La patronal de Fomento Nacional del Trabajo reaccionó salvajemente creando el sindicato libre que contrató a pistoleros que, como el Chicago de los años veinte, asesinaban a los líderes cenetistas en una dinámica de acción-reacción. Lo cuenta Josep Pla en su obra maestra El quadern gris.
La sustancial diferencia es que Occidente, ahora, está escandalizado porque no entiende la violencia gratuita protagonizada por vándalos, que convierte a ERC en un partido independentista moderado respecto a la CUP y a la banda de Junts per Catalunya, --la banda, precisamente, de Carles Puigdemont.
Los antisistema de la CUP han pedido al Govern de la Generalitat --que ellos mismos apoyan-- que se comporte siguiendo una versión particular de El extraño caso del Doctor Jekyll y mister Hyde, en versión estelada. El responsable de seguridad de la Guardia Urbana de Barcelona presidida por Ada Colau dice que es imposible seguir así, teniendo en cuenta que en la pasada legislatura los Comuns decidieron disolver los antidisturbios de la Urbana. ¿Nos hemos vuelto locos? ¡Sí! El contexto de la violencia es una bronca política por la prisión del impresentable rapero de Lleida que debe estar alucinado por la acción de los violentos.
La 'Rosa de Foc' fue una acción admirable protagonizada por unos sindicalistas que defendían unos derechos laborables justos que hoy disfrutamos todos. La patronal actual de Fomento Nacional del Trabajo está avergonzada de lo que hicieron sus abuelos y la Guardia Civil. Los incompetentes fueron ellos.