Hace ya muchos años y trabajando para un personaje muy particular, aprendí cómo funcionan los grandes contratos internacionales de compraventa de armas. Teoría y práctica todo en uno. Eso me ha sido muy útil para poder intervenir en varios contratos internacionales aunque de distintas mercancías.

Muchos años más tarde y comentando dicha circunstancia con un compañero de profesión, me confirmó lo mismo pero a propósito de una obra civil internacional. El estado A encarga a la multinacional M el desarrollo, la fabricación y suministro de un producto P. Es indiferente que el producto P se trate de fragatas de combate para la nación V, la ampliación de una obra de ingeniería mundial en el estado P, la fabricación del remedio contra el cáncer para el país U, etc... Aproximadamente llegado entre un cuarto y un tercio de la producción del encargo, el fabricante dirá que no puede cumplir las expectativas y que necesita más dinero.

En muchas ocasiones se trata de enjuagar la grasa que el fabricante ha debido soltar para que la maquinaria funcione (es decir, el reparto del dinero suficiente entre los diferentes actores de la función). En otras, las menos, no es más que la oferta lanzada por el fabricante es sensiblemente más baja que las de sus competidores. El objetivo es adjudicarse el contrato para luego obtener el beneficio real. Al comprador del producto no le queda más remedio que aceptar las exigencias del fabricante porque, en caso contrario, el producto se queda a medias y sin entregar. Da igual que se trate de fragatas, de la ampliación de la obra civil o del remedio contra el cáncer. Si no aparece más “parné” el vendedor no afloja el producto/servicio.

Ocurre igual cuando hacemos obras en casa. Cualquier presupuesto más barato, acaba encallando ante la repentina ausencia de personal del contratista o de falta de suministro del fabricante de materiales o del repentino parto de la abuela del referido contratista. Y ya puede venir Iglesias con todo su cuajo a exigir que si él fuera presidente o tuviera poder suficiente nacionalizaba a las multinacionales por el bien común. Las multinacionales harían lo que hacen siempre: cerrar más o menos rápido e irse a un país donde no le pongan tantas pegas. ¿No lo hizo SEAT con Pujol? ¿Y qué hizo Pujol? Pagar y callar para mantener empleo y encima ponerse la medalla de salvapatrias.

¿Qué ha hecho Astrazeneca? Firmar un contrato secreto; suministrar una buena partida inicial; pedir más dinero diciendo que no conseguirá alcanzar lo pactado; conceder que soltará nueve millones de dosis --que no llega ni por asomo a lo contratado-- y callar ante la opinión pública negociando un contrato del que no se conoce ni una tercera parte. El oscurantismo de la misma Unión Europea ha sido su propia perdición. ¿Habrán tomado ejemplo (negativo) del insigne caudillo de la progresía más estulta, nuestro líder supremo Sánchez?  Los laboratorios son muy conscientes de que de nada sirve llorar sobre la leche derramada y un procedimiento judicial a posteriori tan solo paralizará la producción actual. Es ahora y no al acabar el supuesto procedimiento cuando se necesita la solución. Otra cosa es que la UE hubiese podido invertir rápidamente en la creación de una vacuna propia con patente propia y conceder la fabricación a un laboratorio. El trato hubiese sido de igual a igual.

"Pleitos tengas y los ganes". Maldición popular