Yo que no soy depresivo de natural, creo que el infierno castiga políticamente a la nación, por la poca altura moral de nuestros dirigentes. Ya puedes ver a todos: rojos, azules, morados, naranjas y estelados. Tanto da, que es lo mismo.
Sé que no hago amigos, ni quiero, porque no vendo nada. Tengo mi propia idea de la transparencia. En mi conciencia digo lo que pienso, no tengo más Señor que mi corazón ¡Dios que buen vasallo, si hubiera un buen rey! Como decía el mio Cid.
No me gusta nadie ni en la derecha ni en la siniestra, y tengo motivos. No tengo la verdad, pero todos tenemos nuestra verdad: mi verdad es que toda persona la tiene salvo los violentos, que no tienen ninguna. No existe la Verdad en mayúscula, es un cuento chino.
Cada semana espero para hablar de la actualidad del día anterior. No tengo una radio fija y paso por muchas emisoras, desde la Ser a Onda Cero o Radio Nacional. Soy una rara avis. No me gustan las noticias de la televisión, sino los documentales y algunas películas.
Hoy me he despertado oyendo a la morada Ada Colau para decir que el viernes no irá a saludar al rey porque dice que el hijo del rey emérito no merece nada, que Felipe es responsable de lo que hizo el manos largas de Juan Carlos. No es que la alcaldesa confunda la velocidad con el tocino, sino que todos los político hacen teatro y depende de los aplausos que reciban.
Aún me cae peor Quim Torra. Me da rabia que por dos años de Molt Honorable tenga un sueldo de por vida de 120 mil euros anuales. En este caso, el corrupto de Jordi Pujol es más honrado, porque ha renunciado a esa escandalosa prebenda que cobran todos los ex presidentes con independencia de sus banderas.
Salir a la calle es deprimente porque el virus ha convertido los paseos en cementerios. En toda España no han abierto el 25% de los comercios. Nada se salva, ni el Corte Inglés que en este mal año ha perdido 75 millones de euros, tantos como el Barça.
Vamos, escuchas las noticias y lloras. Los diarios mueren. Los kioscos son una pieza de arqueología. El País anuncia una suscripción mensual de papel de un euro. El último en salir que apague la luz, que no se puede pagar la factura.