Santiago Minguez, profesor Asociado de finanzas y Director del Master de Finanzas impartido en Esade Madrid, analiza en detalle la operación de Caixabank con Bankia. Considera que no hay una posición de dominio, y que las entidades bancarias tradicionales deben pensar seriamente en la competencia que tendrán por parte de las grandes compañías tecnológicas. Minguez, que ha trabajado durante más de 20 años en operaciones corporativas y banca de inversión, cubriendo distintos sectores entre los que destaca el sector financiero, principalmente en Goldman Sachs y Credit Suisse, considera en esta entrevista con Crónica Global que Caixabank no debería hacer grandes cambios. La idea es que podrá mantener los centros operativos de Madrid y Barcelona y la sede social en Valencia, aunque con una división que ya tenía pensada y que ya practicaba en los últimos años: "Lo lógico es que Caixabank mantenga su estructura actual y no generar nuevas discusiones".
--Pregunta: La operación de Caixabank con Bankia, ¿qué supone para la entidad que lidera Isidro Fainé?
--Respuesta: En términos estratégicos la entidad resultante se convertirá en la primera entidad financiera nacional por activos, superando en casi un 50% a la segunda, BBVA (664 mil contra 420 mil millones). En volumen de préstamos alcanzaría una cuota equivalente a la cuarta parte del mercado nacional. Adicionalmente, y más obvia, tendríamos un jugador menos en el sector, y de relevancia, de modo que para el conjunto de entidades significaría contar con un competidor menos. En lo operativo, la combinación ofrece poco solape geográfico, con complementariedad de negocios (seguros y gestión de activos ofrecidos por Caixabank) que podría dar lugar por operaciones de venta cruzada en la red de Bankia a incremento de actividad más allá de la que ahora disfrutan agregadamente ambas entidades.
--¿Y, además?
--Es también un movimiento defensivo. A las dificultades de movernos en un entorno de tipos de interés bajos, que dificulta en bancos la obtención de rentabilidad, se le añadirá durante los próximos dos o tres trimestres, en términos genéricos en el sector financiero, un incremento de la morosidad cuando las refinanciaciones y moratorias no puedan extenderse por más periodos, y acaben impactando en los resultados de las entidades más allá de las dotaciones por insolvencias llevadas a cabo por los bancos. Dado que la operación de fusión impulsará inevitablemente el plan de reducción de costes, estas estarán mejor situadas para no sufrir una caída dramática de ganancias o incrementar pérdidas que tendrían que permanecer independientes. A los precios que se están manejando, estas sinergias de coste e ingresos impulsarán el beneficio por acción de Caixabank a partir del año que viene (EPS accretion), tanto más cuanto mayor sea la dotación de provisiones por insolvencias de este año, menor sean los costes de restructuración, y más rápidamente afloren las sinergias de ingresos y costes, pero que difícilmente no superaría el 10%. Los accionistas también se beneficiarían por obtener una entidad mejor preparada para repartir dividendos. Finalmente, en un análisis algo más técnico, la operación dará lugar a un fondo de comercio negativo bruto de entre 8 y 9 billones de euros, que podrán compensar los costes esperados de restructuración (deberían equivaler a 2 o 3 veces el ahorro de costes) u otros vinculados a operación, contribuir a limpiar balance por impagos, o facilitar eventuales ajustes en ratios de capital resultantes del impacto de los costes de restructuración sin necesidad para sus accionistas de recapitalizar la entidad.
--¿Se trata de una fusión por absorción que puede limitar, realmente, la competencia para el usuario en España?
--La cuota de mercado resultante implica que la entidad sea, en una lectura algo simplista, la concesionaria de uno de cada cuatro préstamos en España (por valor agregado). Esta posición de liderazgo no debería facultar a la entidad para ejercer ningún dominio tal que le permita fijar precios, o de otro modo anti-competencia no lo permitiría. Tendríamos igualmente tres entidades con activos superiores a los 300 mil millones cada una, a las que le seguirían siete con activos no inferiores a los 50 mil millones.
--Esa operación se ha visto, por parte de algunos analistas como un signo de que los mercados nacionales siguen siendo muy importantes. Lo entiende Francia, que busca fusiones ‘nacionales, y también Italia. ¿Se buscan en todos los países ‘campeones nacionales’?
--Esa es una lectura muy oportuna. Los gobiernos hasta hace poco animaban a contar con un amplio número de entidades financieras, que potenciarán al máximo la competencia entre ellas para favorecer a particulares y empresas, y evitar además un tamaño inmanejable en caso de problemas de solvencia o liquidez (‘too big to fail’). De ahí estamos pasando a facilitar la agrupación bancaria, y no sabemos aún si como mecanismo preventivo ante un posible deterioro macroeconómico esperado para finales de año y principios del que viene, o para contar con ‘campeones nacionales’ como usted los denomina para luchar por una futura consolidación europea.
--El sistema financiero español ha cambiado mucho desde la crisis de 2008. El paso de Caixabank, ¿será el primero de otras operaciones en España y en la Unión Europea?
--En círculos financieros ha sorprendido la rápida reacción de Caixabank. En cierta manera podríamos establecer paralelismos con el movimiento que protagonizó Banco Santander adquiriendo el BCH a primeros de 1999. También aquella sorprendió, y también aquella dio lugar a la primera entidad nacional. Por entonces se dijo que esa primera operación abriría la puerta a otras. Y así sucedió: en octubre de ese mismo año que BBV adquirió Argentaria. Algo similar debería suceder. A diferencia de entonces, no será tanto por la presión que el movimiento de Caixabank pueda ejercer en las ocho entidades que le siguen con activos superiores a los 50 mil millones, sino por la búsqueda obligada de incrementos de rentabilidad por las más necesitadas de entre estas, que sólo son asumibles con movimientos corporativos que aceleren las reducciones en costes. Si los peores augurios en términos macroeconómicos se acaban cumpliendo, dichos movimientos podrían ser una necesidad. Como si del mismo dejà vú se tratara, a aquellos primeros movimientos de consolidación a escala nacional le sucedieron otras compras transfronterizas. Actualmente estos movimientos a escala europea son más complicados por las diferencias culturales, de producto, fiscales y regulatorias entre países de la UE, que incrementan su complejidad y operatividad. Además, el potencial de sinergias disminuye con relación a una consolidación nacional y, añadido a un mayor requerimiento de capital la convertirían también en más costosa. Como decía, de momento no hay más que un movimiento de creación de grandes bancos nacionales, quizá para una consolidación europea cuando la Unión Bancaria atenúe los obstáculos que acabo de señalar.
--¿Entiende, en todo caso, la discusión sobre la sede social de Caixabank? ¿O se debe entender y asumir que la capital financiera de España es y será Madrid?
--Uno de los aspectos críticos en fusiones de empresas es el denominado ‘problema de bandera’, es decir, determinar la ubicación de la sede corporativa. El traslado de Caixabank a Valencia fue un movimiento defensivo que todos conocemos en favor de sus clientes, con equipos repartidos entre Barcelona y Madrid antes de tomar dicha acción. Lo más lógico absorbiendo una entidad con sede en Madrid es mantener la estructura actual de Caixabank y no generar nuevas discusiones.
--¿Se entiende, entonces, que adquiera el nombre único de Caixabank? ¿Significaría ello que el gran centro operativo podría estar en Barcelona?
--No creo que la sede operativa esté en Barcelona. Caixabank ya disponía de una separación de unidades organizadas entre Barcelona y Madrid. El hecho de adquirir una entidad con sede en Madrid y mantener la dualidad operativa en estas dos ciudades facilita inmensamente la integración de equipos y muy probablemente haya sido un punto de discusión entre las dos partes.
--Uno de los argumentos de la fusión de la operación de Caixabank, por parte de los reguladores, es que los bancos han perdido gran parte de su negocio, con menos márgenes por la bajada de tipos de interés, pero que, al mismo tiempo, no se reducirá la competencia porque esas mismas entidades deberán competir con las fintech o las grandes compañías tecnológicas, que entrarán en el mercado. ¿Es un peligro real en estos momentos para las entidades bancarias?
--Por su intensificación tecnológica, las fintech pueden llegar a ser más eficientes operativamente en algunas actividades financieras que los grandes grupos bancarios, y ofrecer condiciones más atractivas a sus clientes. Sin embargo, por ser relativamente recientes, no compiten bien en cartera de clientes, y tampoco en recursos financieros. Las fintech y bancos están llamadas a colaborar, y este entendimiento ha dado lugar a innumerables asociaciones en el contexto español e internacionales. En cambio, las carencias señaladas de las fintech las cubren perfectamente las grandes compañías tecnológicas: tienen acceso a una enorme base de datos de potenciales clientes (Facebook por ejemplo tiene tantos usuarios activos en un mes como la población de China, EEUU y Rusia agregada) y sus recursos superan a los grandes grupos financieros, más aún si atendemos a la evolución de éstas en bolsa desde la irrupción del Covid (Apple vale tanto en bolsa tanto como el PIB de la octava economía mundial, Brasil). Estas sí que pueden suponer una amenaza al negocio bancario tradicional, aunque vendrá determinado por la respuesta que den los bancos y los cambios generacionales y usos y costumbres de las nuevas generaciones.
--¿En qué medida el banco, como negocio, también puede ser prescindible como le ha ocurrido a otros sectores?
--Los activos bancarios en España representan algo más del PIB nacional, y llegaron en 2012 a alcanzar casi el doble del PIB. Pero más allá de la importancia directa en la riqueza del país, la actividad bancaria es la columna vertebral y órganos vitales del resto de sectores económicos. Como vimos en la anterior crisis financiera, si el sistema bancario no funciona, la economía se tambalea, el desempleo se dispara, etc, sin que haya solución alguna distinta a reparar la banca, y como se vio, a rescatarla. Como se ha demostrado que no existe sustituto al negocio bancario, es impensable una economía como la entendemos en los países desarrollados sin la banca.
--¿Puede una fintech, como la recientemente creada Onze, obtener una ficha bancaria desde el registro como empresa en el Reino Unido, que con el Brexit ya está fuera de la UE?
--Sin entrar en particularidades, una fintech domiciliada en el Reino Unido le impide obtener pasaporte comunitario inmediato, y a priori le añade una complejidad para operar en la UE. Habrá que entender qué otras ventajas espera obtener y motivos que le han empujado a tomar esa decisión.
--¿Qué pasos debe dar una fintech para comenzar a operar?
--Cada fintech deberá cumplir con los trámites administrativos correspondientes según su actividad (crowdlending, crowdfunding, gestión de activos, medio de pago, etc.). La buena noticia al respecto para las fintech (y entidades financieras) pasa por la aprobación del gobierno español en febrero de este año de un sandbox regulatorio: un campo de pruebas a disposición de éstas para introducir nuevos productos y servicios con clientes reales sin verse entorpecidos por el ritmo descompasado existente entre novedades tecnológicas y regulación de éstas.
--Usted es un especialista en el análisis de la tecnología Blockchain, ¿en qué consiste? ¿Se debería regular? ¿Estamos preparados para ello?
--Blockchain es una tecnología ya existente y segura aplicable a casi todos los sectores económicos, no sólo al sector financiero. Blockchain potencia la transparencia, trazabilidad y confidencialidad de las operaciones económicas; todos estos, aspectos sobre los que la regulación bancaria reciente ha incidido. Adicionalmente, la automatización de procesos que exige, y eliminación de intermediarios que posibilita, aporta una reducción de costes que mejora la rentabilidad de los bancos. Por lo tanto, es una tecnología muy saludable desde el punto de vista de las entidades financieras en tiempos actuales, pero que, en mi opinión, dado el sector estratégico al que nos estamos refiriendo, debe quedar igualmente sometida a la regulación aplicable y los órganos de control nacionales y europeos. Pero efectivamente, cuestión distinta es si estamos preparados. La escalabilidad de los negocios basados en blockchain es tal que dificultarían enormemente dichas funciones de supervisión. La solución en cualquier caso no sería prohibirla, entre otras cosas porque tampoco hay un botón al que acudir para apagarla.