Fin del verano. Septiembre. Fin de las vacaciones. Cada uno a su casa. Cada uno a sus obligaciones. Mayores y jóvenes. Trabajo o estudio. No hay trabajo.
--Carmen, me han llamado de la fábrica, que no me incorpore al trabajo. Ya me llamarán. Malo. Muy malo. Carmen, creo que me he quedado sin trabajo.
Decepción. Mucha decepción. ¿Qué hago? Se cuentan por miles los trabajadores a los que les está ocurriendo esto.
Por cierto, ¿tiene el niño colegio? Qué va. Está triste y decepcionado. Con la ilusión que traía para ir al colegio y ver a sus amigos. Está cerrado. Decepción. Hay varios casos de Covid. Hemos retrocedido. Esto no hay quien lo controle. Nadie sabe qué hacer. Otra decepción. Trabajo, educación y sanidad. Tres grandes decepciones para los españoles. No hay proyectos ni nada preparado. Eso sí, los responsables sí se han ido de vacaciones. Olé. Otra decepción.
Porque los niños han vuelto a sus colegios totalmente desorientados. Perdidos. Los padres, más perdidos todavía. ¡Qué decepción! No sabían si habría colegio. Estos días se incorpora cada niño, cada joven, a su colegio entre normas improvisadas. Nadie ha programado nada. Ni los consejeros de las Comunidades Autónomas, ni el ministerio. ¡Ay el ministerio de Educación! Una nulidad. Viendo el pasado curso y hacia dónde veníamos, nadie en el ministerio se puso en abril a preparar el siguiente curso. Nada de programa. Improvisar. ¿Y la ministra Celaá? ¿Hay ministra? Pues ahora nos enteramos. ¡Vaya desastre! Ni se ha ocupado de nada, ni lo que es peor, no sabe de nada. Ir de vacaciones, sí.
No ha hecho nada para preparar el curso que comienza estos días. Todo el mundo denuncia la falta de un plan específico para el curso que empieza. Decepción. Cada centro se ha tenido que buscar la vida. La ministra no existe. El ministerio no existe. Todo está derivado a las Autonomías. Vaya oportunidad perdida de recuperar para el ministerio las competencias cedidas a las Autonomías. Imposible. Para eso se necesita un ministro con nivel y competente. Hoy no lo hay. Celaá estuvo de vacaciones todo el mes de agosto, cuando más se necesitaba trabajar en el ministerio. Y sus ayudantes también La prueba ha sido el tuit y la foto del número dos del gabinete de Celaá, Federico Buyolo, del 4 de agosto “buena manera de empezar las vacaciones, guitarra, lluvia y ese olor a tierra mojada que es indescriptible”. Estaba de vacaciones. Y ningún proyecto en el ministerio. Total decepción. La mejor descripción la hizo el diputado de UPN, Sergio Sayás, cuando manifestó que a los alumnos se les pide que se laven las manos cinco veces, mientras la ministra Celaá “se lleva lavando las manos cinco meses”. Trasladó la responsabilidad a las Autonomías. ¿Para qué queremos un ministerio de Educación? ¿Y una ministra inútil? Para nada. A casa a cuidar a sus nietos. Nadie ha planificado la vuelta a las aulas. ¡Qué gran decepción! Oriana Fallaci ya advirtió que “nada duele, envenena y enferma más que la decepción”.
¿Y Sanidad? Seguimos como hace seis meses. No, peor. El ministro sale en televisión y da datos y más datos. Para nada. Cada Autonomía hace lo que le viene en gana. Otra oportunidad perdida de recuperar un ministerio estatal. Los enfermos aumentan por el Covid. Los médicos son menos porque están agotados. Y muchos están enfermos. Del Covid, que también se contagian, y agotados. Se piden voluntarios y ya no hay voluntarios. Los trataron mal. Muy mal. Unos están agotados y otros en la calle. Sanidad se resquebraja. Y saldrán a la calle, porque ya no pueden más. Normal. Ellos trabajando todo la primavera y el verano y los dirigentes políticos se fueron de vacaciones. La situación es acuciante. La huelga se acerca. Los médicos ya no pueden más. La Sanidad, que antes ya estaba mal, se resquebraja. Otra gran decepción.
Vamos de decepción en decepción. Si tocamos el trabajo nos desmayamos. Septiembre termina y los ERTE también. ¿Cuántos más al paro? ¿Con qué se les pagará? No hay dinero. Habrá que subir impuestos y recaudar. ¿Subir impuestos? ¿A los de siempre? ¿A los autónomos y a los pocos trabajadores que quedan? Piénsalo bien Pedro Sánchez. Nos vamos a más de cinco millones de parados. O seis. La nómina mensual de prestaciones ya ha alcanzado los 4.512 millones de euros, con un incremento de más del 200%. ¿Ha dónde vamos? Los ERTE tienen toda la pinta de que se van a convertir en ERE. A la calle. Donde trabajaban cinco ahora con uno les sobra. Donde trabajaban 50 ahora lo resuelven con 20, o con 15 trabajadores. El resto se van al paro. Sin trabajo. Seis millones de parados. El octubre no habrá ingresos. A la calle. Otra decepción. ¡Qué gran decepción!
Cuidado Pedro y Pablo. En Madrid pueden salir un millón de parados a pasear o triturar La Castellana. No quedará ni el Bernabéu. No quedará césped para que ustedes, los ministros, puedan jugar al fútbol. Once ministros contra once ministras y Sánchez de árbitro. ¡Vaya partido! No los parará nadie. Todo puede llegar. Los ciudadanos están muy decepcionados. Con todo el Gobierno. Con todos los políticos. Porque nadie hace nada por el ciudadano. Ni en Educación, ni en Sanidad, ni en Trabajo. Y, como dijo Ryan Reynolds, después de tantas decepciones, empiezas a perder la esperanza en todo. Que no se cumpla. La decepción aumenta pero el mañana está sin escribir. Todavía hay tiempo. Pero poco.