En esta nueva fase de la UE, aún poco explorada y con puntos ciegos, solo con gobiernos fuertes y rigurosos se podrá competir en el gran reparto. El requisito no es favorable a España porque con demasiada frecuencia el gobierno de Pedro Sánchez bambolea, especialmente cuando Podemos recapitula su frente interior en el Consejo de Ministros. Es un gobierno muy desigual en el que hay políticos del aparato socialista --o más bien sanchista--, técnicos muy calificados, dinamiteros y alumnos oyentes con doctorado “honoris causa”, en un cruce de hostilidades que alimenta una imagen “amateur”, de cada vez más entregada al día a día y al diploma de estadista para el Presidente de Gobierno. Toda comparación plutarquiana con el felipismo sería desventajosa para Sánchez.
No es la mejor circunstancia para negociar transferencias y créditos en Bruselas, aunque se haya instalado un aplaudímetro en La Moncloa, como ya se constata con la resquebradura de un Gobierno en el que El PSOE --sea eso una finta o un tanteo-- pide apoyo al PP y Cs para los Presupuestos Generales de 2021 mientras que Podemos insiste, con provocación, en seguir contando con el apoyo de ERC, por ejemplo.
El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés, acaba de decir que la Casa del Rey es “una organización criminal”, poco después de que Podemos exigiera la abdicación de Felipe VI y un referéndum sobre monarquía o república. Pablo Iglesias propone una república plurinacional con lo que queda claro que sus asesores externos nada saben de la historia política de España. No se percibe que esa confabulación republicana beneficie los intereses de España. Ahí queda emborronado el croquis de la estabilidad, condición “sine qua non” para la alternancia, la cohesión y un sentido del ridículo de cada vez más ausente de la política española, especialmente en Cataluña, donde la política estable y constitucional no está ni se la espera. Dogmas y acólitos del independentismo han sobrepasado tan sobradamente el límite de caducidad que tardaron lo indecible en saber que existe el coronavirus.
Sin consideración por los mínimos políticos para gobernar en coalición que no sea el túnel de las brujas, que PSOE y Podemos tengan estrategia contrapuestas de cara a la aprobación de los presupuestos, no va a incrementar las probabilidades de que España quede bien situada en esa UE de nueva sinergia económica impulsada por Angela Merkel. Un gobierno de coalición que diverge en el momento de la política de verdad que son los Presupuestos Generales va a generar mucha más reticencia entre los países llamados frugales. Tras el presunto éxito de Sánchez en Bruselas, sus socios europeos --comenzando por los socialdemócratas-- lo van a observar con lupa.
El riesgo de perder la gran oportunidad del giro europeo existe. Unos Presupuestos Generales condicionados por Podemos serían una primera parte del riesgo. No todos los gobiernos de coalición son torpes y de corto alcance pero sin partidos políticos asistidos por la meritocracia y con solidez estratégica un país puede acabar abatido, como la dispersión de las tribus de Babilonia