Los seres humanos desde nuestra existencia conocida al menos en el Sapiens hemos tenido tendencia a la dispersión, al individualismo egoísta y a lo mío es mío y lo tuyo de los dos, congregándonos tan solo para el apareamiento o cuando un enemigo común ponía en peligro la estabilidad del grupo aunque la realidad fuera la seguridad de uno mismo puesto que arrimando el hombro teníamos más posibilidades de supervivencia.

En la actualidad con nuestro estado evolutivo, avance de la tecnología, comunicaciones y el entorno natural que nos rodea hemos conseguido dominar y someter animales y vegetales, arrinconar todo lo que no nos es de utilidad, fabricar destrucción acelerando la devastación de nuestro planeta, olvidando que estamos de paso y el género humano es un movimiento 'okupa' en un minúsculo punto del universo.

Con ello hemos desarrollado una cultura romántica por lo decadente del término en donde lo individual ahoga lo colectivo, el poder y los egocentrismos entierran a la gente y tan solo somos capaces de unir a grupos por temas tribales, nacionalismos que persiguen el supremacismo y la imposición sobre los demás, liderazgos que con inteligencia y perversidad engañan a la gente con el único objeto de someterlos a tiranías o dictaduras; religiones de iluminados gurús, chamanes o líderes espirituales que abusando de la fe y bondad del ser humano provocan odios y enfrentamientos crueles bajo signos y simbologías pérfidamente esgrimidas.

Particularidades genéticas que alguien bautizó como etnias y han sido usadas solo para esclavizar, someter o masacrar a los diversos, o diferentes sin saber jamás quién era el diferente y de quién.

Todo ello, conjuntamente con la superpoblación, el consumismo y la explotación productiva a costa de las espaldas o las manos de los más débiles, nos ha llevado al género humano a un estado de colapso anunciado porque puede haber un sobrante de todo lo inútil y una enorme carencia de todo aquello que es básico, y de igual forma con todos los instrumentos al servicio de un supuesto progreso.

Así las cosas, hasta el día de hoy solo hemos tenido que enfrentarnos entre nosotros y a nosotros mismos y las únicas experiencias que los historiadores han podido añadir a nuestra epopeya han sido aquellos conflictos étnicos, políticos y sociales que han dejado el balance de millones de muertos, miserias, sangre y lágrimas.  Pero ahora nos enfrentamos a un terreno salvaje y desconocido como es un enemigo común que no entiende de categorías humanas y ataca por igual nuestros flancos indefensos sin más motivo que matar diezmando a la población mundial.

Por tanto parece que por vez primera se nos presenta una catástrofe colectiva de gran dimensión a la que tenemos que enfrentarnos unidos y alineados si queremos garantizar nuestra supervivencia como especie siendo muy lamentable y triste que tenga que presentarse una situación como la pandemia Covid19 para que la humanidad presente un frente común de defensa.

Pero lo más grave es que en esta inédita situación mundial los efectos sobre la población son tan profundos que el comportamiento de la gente va a tener ya para el futuro un antes y un después. Cuando todo el drama se solucione por la técnica y la medicina, si es que se puede solucionar definitivamente, ya nada será igual, habremos aprendido de nuevo a convivir en el hogar, a poder sobrevivir sin tantas frivolidades, ni espectáculos ni entretenimientos simples y colectivos, sin todos aquellos lujos aunque cada cual tenga los suyos, que parece que nos llenan la vida de satisfacciones o colman nuestros deseos.

Quizás estamos ahora obligados a recordar la utilidad de la convivencia familiar, el diálogo entre el próximo, el juego con los niños y hasta a abrir el baúl de los olvidos para ordenar, revivir y hasta disfrutar de todo aquello que hemos encerrado bajo llave. Los capítulos de las lástimas pueden ser de nuevo los de las alegrías y sorpresas, y tal vez con ello podamos encontrarnos a nosotros mismos, lo que fuimos y lo que somos.

Todo ello nos va a enseñar la fortuna que todavía tenemos en la lucha contra nuestro enemigo común pues si además fallara la energía, la televisión, la informática e internet, no quiero afirmar que volveríamos colectivamente a las cavernas pero el paso atrás sería tan enorme que no alcanzo a imaginar las consecuencias de una absoluta incomunicación. Tal vez de nuevo a la tribu entre próximos sin límites de etnias, religiones, idiomas y condición social.

Deberíamos reflexionar acerca de lo que está sucediendo en el mundo porque representa una alerta de lo frágil que es el progreso tecnológico y la facilidad con la que un virus o cualquier otro enemigo invisible e incontrolado puede poner en jaque nuestras condiciones de vida y convivencia.

Estoy seguro que poco a poco venceremos a ese enemigo de hoy aunque el balance de víctimas y el parte de daños sea de dimensiones catastróficas para la sociedad, pero es imprescindible tomar buena nota, practicar una cura de humildad y entender de una vez que solos no conseguiremos más que la alienación cuando en la alineación se halla el secreto de nuestra supervivencia. Cambiando tan solo dos letras.