En primer lugar, debes conocer tu perfil inversor. Con dicha finalidad, has de preguntarte si tu principal objetivo es conservar el capital u obtener una gran plusvalía, aunque su búsqueda pueda hacer que incurras en una elevada pérdida. Si eliges la opción inicial eres un inversionista conservador, si escoges la segunda arriesgado. 

Los primeros suelen poner su dinero en cuentas corrientes y depósitos a plazo fijo; letras, bonos y obligaciones del Estado o los fondos de renta fija que invierten en ellas y viviendas que, a través de su alquiler, les proporcionarán unos ingresos mensuales. 

Si decides hacerlo en los primeros productos financieros, muy probablemente pierdas poder adquisitivo, pues la rentabilidad obtenida será inferior a la inflación prevista (0,9%). La mayoría de cuentas corrientes generarán un tipo de interés nulo. Incluso, si no eres un cliente preferente para el banco, éste posiblemente te cobre una comisión de mantenimiento. Si eliges depositar tu dinero en un plazo fijo, es muy probable que el interés obtenido no supere el 0,05%.

Si adquieres letras del Tesoro, con vencimiento a un año, no cobrarás nada, sino que pagarás algo. Los que las compraron en la subasta del pasado 14 de enero sufragaron un tipo de interés medio del 0,45%. En concreto, si pusieron 100.000 euros, recibirán dentro de un año 99.550 euros. Durante 2020, aquél posiblemente sea menos negativo, pero continuará estando por debajo del 0%, pues el principal tipo de referencia del BCE seguirá siendo nulo.

Los que adquieran fondos de inversión de renta fija a corto y largo plazo de la zona euro perderán dinero, si mejoran las perspectivas de crecimiento económico del área. En cambio, obtendrán un pequeña ganancia, si crecen las expectativas de llegada de una recesión o se produce una gran caída de las cotizaciones en algunas de las principales Bolsas mundiales.

En 2019, el menor crecimiento de la zona euro llevó al BCE a realizar una política monetaria más expansiva y permitió que la rentabilidad media ponderada de las anteriores clases de fondos fuera del 0,54% y 2,46%, respectivamente. A mayor plazo, superior riesgo y más ganancia o pérdida. La rentabilidad de dichos fondos se mueve de manera inversa a su tipo de interés. Por tanto, cuánto más cae éste, más aumenta el precio del activo y también aquélla.

En 2020, la previsión actual es de progresiva recuperación de la economía europea y mundial. Por consiguiente, lo más probable es que los tipos de interés a corto (3 meses) y largo plazo (10 años) suban ligeramente y las anteriores clases de fondos generen minusvalías.

En el actual año, la rentabilidad proporcionada por las viviendas arrendadas superará claramente a la tasa de inflación prevista. En las mejores zonas de Barcelona y Madrid, como es el caso de los distritos de l’Eixample, Sarrià – Sant Gervasi, Salamanca o Chamberí, la mayoría de las nuevas adquisiciones generará una que oscilará entre el 3,5% y 4% anual.

En cambio, si las compras se realizan en un barrio obrero de una ciudad de tamaño medio, como puede ser Bordeta en Lleida, San Cristóbal – Gamonal en Burgos o Pizarrales en Salamanca, los inversores tendrán muy fácil conseguir una rentabilidad igual o superior al 6%.

Las principales inversiones arriesgadas son la renta variable y la adquisición de viviendas para revenderlas en el corto plazo. En este último caso, los inversionistas no pretenden obtener rentabilidad alguna a través del alquiler, sino una gran plusvalía en el período de un año. Ninguna de las dos será una buena alternativa de inversión en 2020.

En la renta variable, el riesgo incurrido superará a la rentabilidad esperada. La principal causa la constituyen unos precios de las acciones que hacen que estén caras la mayoría de las empresas que cotizan en las Bolsas de EE.UU. Una consecuencia del actual ciclo alcista, el más largo de la historia, pues ya supera los 10 años (empezó el 9 de marzo de 2009)

El pasado viernes, el S&P 500, marcó un nuevo máximo histórico. El índice alcanzó los 3.329,62 puntos y multiplicó casi por 5 los obtenidos al inicio del presente ciclo (676,53 puntos). Los precios de las acciones ya no están principalmente relacionados con los beneficios logrados por las empresas, sino con la abundancia de liquidez y las negativas o muy bajas rentabilidades proporcionadas por la renta fija.

En dicha coyuntura, la sostenibilidad de las actuales cotizaciones puede ser escasa. Cualquier noticia negativa, ya sea proveniente de la política, la economía o las empresas, puede llevar a un desplome de Wall Street que, aunque en menor medida, se trasladaría a la mayor parte de las Bolsas del resto del mundo.

En el presente año, el precio de la vivienda en España subirá alrededor del 1% y las transacciones aumentarán en un importe similar. Un mercado estable que no favorecerá la especulación. Por dicho motivo, aquéllos que pretenden comprar un piso en mal estado de conservación, reformarlo y obtener una gran plusvalía a corto plazo con su venta, difícilmente lo lograrán.

En definitiva, el ejercicio de 2020 será un año difícil para los inversores. Los conservadores solo obtendrán una rentabilidad significativa si alquilan las viviendas adquiridas, o en el caso de que inviertan en renta fija a largo plazo, si la economía europea y mundial empeora o las principales Bolsas del mundo sufren una elevada caída.

La posibilidad de desplome de Wall Street aconseja esperar a un momento mejor para invertir en acciones y la escasa subida del precio de los pisos en España incentiva a no especular con ellos. A veces, es mejor dejar el dinero durmiendo, que invertirlo en un momento inadecuado. Es lo que parece que piensan un gran número de españoles, pues en noviembre de 2019 había depositados 843.711 millones de euros en cuentas corrientes y plazos fijos.