Las "Marchas por la Libertad" están a punto de entrar en Barcelona. El programa Els Matins de TV3 dedica su espacio literario a recomendar libros que permitan entender el momento “histórico” que se está viviendo. El escogido: March. Una crónica por los derechos civiles de los afroamericanos. Una novela gráfica del congresista John Lewis que explica la marcha sobre Washington de 1963, decisiva para conseguir el fin de las leyes de segregación racial en los Estados Unidos.
¿Qué paralelismos hay entre ambas movilizaciones? No lo dicen. Probablemente porque por meritorias que puedan ser las "Marchas por la Libertad", resulta difícil encontrar alguna vinculación entre la vida de las y los catalanes que las protagonizan con la de la población afroamericana que sufría la segregación racial en los años 60. Hombres y mujeres que carecían de los mismos derechos que los blancos, que se sentaban en las filas del fondo de los autobuses y que sólo podían ejercer los peores oficios: labriegos, obreros sin cualificación, criadas o lavanderas mal remuneradas. Las mismas ocupaciones que desempeñaban en la época de la esclavitud. No podían ser diputados, alcaldes o gobernadores de sus Estados. Todos los espacios públicos estaban divididos: los hospitales, los colegios, las playas, los hoteles, los baños públicos. Los destinados a la población afroamericana eran de pésima calidad o inexistentes. No podían ir al teatro o a un parque de atracciones. En algunos Estados del sur todavía eran comunes los linchamientos colectivos a los que se llamaba “barbacoas” porque les calcinaban.
¿Hay alguna relación entre el discurso I have a dream que hizo Martin Luther King en la marcha sobre Washington y el de la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, el pasado viernes? ¿La ciudadanía que protesta por la sentencia del juicio del procés en Cataluña vive alguna de las situaciones que he descrito? Es más bien todo lo contrario: tienen en su poder las instituciones y todas las prerrogativas que ello conlleva. Incluida la de utilizar los medios de comunicación públicos para banalizar la lucha de los afroamericanos.
También para relativizar la difícil situación que ha vivido Cataluña estos últimos días, haciendo parecer que ha sido menos violenta y dura para aquellas personas que la han padecido directamente, que se han visto amenazadas por el fuego que se acercaba a sus edificios o simplemente que veían con angustia que Barcelona ardía. Mientras todas las televisiones emitían en directo los disturbios violentos que dejaban un mar de destrozos, TV3 conectaba con otras cosas. Con un concierto de Lluís Llach, o una pieza enlatada sobre las múltiples etapas de cada una de las "Marchas por la Libertad" sobre las que nos explicaron casi todos los detalles. Digo “casi”, porque en muchas conexiones en directo de otras televisiones pudo verse cómo gritaban “visca Terra Lliure”. No en TV3.
Para nuestra televisión pública, el miércoles “sólo habían cinco coches quemados”. Los Mossos explicaban en un tuit que les estaban arrojando objetos con ácido, pero TV3 no decía nada. Las otras televisiones, sí, porque obviamente era muy grave. Al otro día mencionaban al pasar que, “según la policía”, les arrojaban cócteles molotov. Habían conductores atrapados por los cortes de carretera, pero se hablaba poco de las consecuencias. Y cuando se hacía era relativizando la situación. Por ejemplo, explicando que había “molestia” entre los conductores, pero destacando que había uno que no estaba enfadado, que sí apoyaba la protesta. ¡Y ese salía entrevistado! Los cabreados, no. No sabemos qué pensaban de estar horas y horas atrapados.
El balance material de las hogueras y los disturbios de los cinco primeros días de violencia en Barcelona ha arrojado un balance de más de 1.000 contenedores destruidos por un valor de dos millones de euros. A esto hay que sumar semáforos, farolas, mobiliario urbano, asfalto que cada madrugada ha tenido que ser sustituido y reparado para que la ciudad pueda seguir funcionando. ¿Cómo lo viven los servicios de limpieza y los operarios que han hecho un esfuerzo extraordinario? TV3 no lo explica. Si hace una conexión a la mañana siguiente es para destacar la normalidad que se vive y combinar convenientemente las declaraciones de los afectados con personas que pasan por el lugar y declaran estar “orgullosas de su país”.
Tampoco explican la situación de los casi 300 agentes que han resultado heridos, uno de extrema gravedad. No se habla de ellos ni se entrevista a sus familias, que es de suponer también están sufriendo. No estaría mal recordar que son funcionarios públicos que están obligados a exponer sus vidas. Lo que sí abundan cada día son declaraciones de personas que denuncian los excesos policiales. El programa Més 324 fue más lejos el lunes e hizo una pieza en la que acusa a los Mossos de provocar deliberadamente los disturbios bajo el llamado "Síndrome de Sherwood”.
Una búsqueda en redes sociales arroja que todas las televisiones han entrevistado al portavoz de los Mossos, Toni Castejón, para acercarse al punto de vista de los policías que dicen estar desbordados. Nuestra televisión pública sólo lo ha hecho en el programa Planta Baixa de Ricard Ustrell, pero para preguntarle si estaban recuperando “la técnica de intentar atropellar a las personas”.
El sindicato de Mossos sacó un comunicado en el que reclamaba más medios que pasó invisible en TV3 y Catalunya Ràdio, que no han considerado que deba profundizarse en esta cuestión. Pero sí una y otra vez en lo que hace y dice aquella parte de la población que considera suya: la que marcha, la que se envuelve en una estelada y se abraza para cantar con Lluís Llach. El resto no interesa, aunque contribuye en la misma medida con sus impuestos a financiar una radiotelevisión pública que cuesta más de 310 millones de euros al año.