En este mes de mayo se han sucedido en Alemania numerosos actos en torno a la Ley Fundamental (Grundgesetz), nombre dado a la Constitución alemana, que celebra su 70 aniversario en plena forma. En las librerías de las estaciones --lo más parecido a nuestros quioscos-- se puede adquirir el texto de la Constitución, editado por Oliver Wurm (un periodista deportivo) en formato revista (300.000 ejemplares), al módico precio de 4€, además, por supuesto, de otras ediciones para todos los gustos y bolsillos, u obtenerlo gratuitamente del Servicio Federal Central de Formación. Y es que, como titula el prestigioso semanario Die Zeit, la Ley Fundamental es “el libro preferido de los alemanes”.

Entró en vigor el 24 de mayo de 1949 en una situación realmente excepcional, y sólo para la parte de Alemania ocupada por los aliados occidentales hundida bajo el peso material y moral de 2,5 millones de metros cúbicos de escombros. Redactaron el borrador juristas y expertos alemanes, con la vigilancia censora de los ocupantes, que no obstante dejaron hacer a los redactores, y en el contexto de la división de Alemania en la iniciada “Guerra Fría”. No fue sometida a referéndum --no había pueblo suficiente ni fiable para ello--, fue simplemente aprobada por los primeros parlamentarios de los Estados (Länder) occidentales.

Al principio, la Ley Fundamental fue recibida con escepticismo, con frialdad incluso --otras preocupaciones embargaban a la población--; pretendía construir sobre las ruinas morales y materiales de aquella parte de Alemania una democracia sin apenas demócratas. Setenta años después es la Constitución más popular de Europa, una historia de éxito y una referencia internacional. ¿Cuáles han sido sus virtudes?

Acertaron en la redacción: un lenguaje austero y preciso --no siempre respetado en las sucesivas reformas del texto original-- y una claridad conceptual que ofrecía una salida esperanzadora a las tinieblas morales del nazismo y a la terrible opresión de su Estado. La esperanza se sustentó y se ha afirmado en dos pilares fundamentales, el artículo 1: “La dignidad humana es inviolable”, “Los derechos fundamentales vinculan a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial como derecho directamente aplicable”, y el artículo 20: “La República Federal de Alemania es un Estado federal, democrático y social”. Ambos artículos, así como el principio de la participación de los Länder en la legislación, son intocables a tenor de la “cláusula de perpetuidad” establecida en el artículo 79-3.

La Ley Fundamental ha permitido la construcción de una democracia sólida, una estabilidad política e institucional envidiable, un desarrollo económico y social muy aceptable y la reunificación pacífica de Alemania. Los alemanes le reconocen esos méritos, lo que explica su popularidad. A ningún grupo relevante, a derecha o a izquierda, se le ocurre en Alemania la estupidez de tildar su Constitución de “régimen del 49”.

La Ley Fundamental fue una referencia para nuestros constituyentes. También teníamos que salir de tinieblas y opresión, pero llevábamos la ventaja de tener más demócratas y menos graves desastres que superar. Entre las inspiraciones directas figuran la moción de censura constructiva y el artículo 155, casi una transcripción del artículo 37 de la Ley Fundamental, que en Alemania no ha tenido que aplicarse nunca, porque nunca se dio el caso de una deslealtad y una traición que hicieran necesaria su aplicación.

Si la Ley Fundamental es el libro preferido de los alemanes, el Tribunal Constitucional que vela por su aplicación es la institución más respetada junto con la Jefatura del Estado.