Grandes y conectadas, trascienden las fronteras y perturban las agendas internacionales. Son imanes para los negocios, la gente, el dinero y la innovación. Conducen la economía mundial. Las 600 ciudades más grandes representan más del 60% del PIB mundial y en el top 20 están ubicadas un tercio de las grandes empresas, y casi la mitad de los ingresos. En las ciudades reside el verdadero poder más allá de los estados.

Las ciudades son esenciales para el crecimiento económico global. Su competitividad determina cada vez más la riqueza y la pobreza de los países, a pesar de ocupar apenas un 2% de la superficie de la tierra, pero consumen el 78% de su energía y representan el 60% de las emisiones CO2 por eso deben liderar el combate del cambio climático.

Albergan el 50% de la población mundial y crecerán en 65 millones de personas al año, o casi 179.000 cada día. En la próxima década, habrá cerca de 500 ciudades de más de un millón de personas, incluidas varias "mega ciudades" con poblaciones superiores a los 20 millones.

Las ciudades se enfrentan hoy a múltiples retos y son el espejo de su entorno y las dificultades con las que se encuentran sus países. Y Barcelona no es excepción.

Nos encontramos en una etapa clave para el futuro de Barcelona. En el mundo en que vivimos, con la globalización como telón de fondo, los países y las ciudades, deben encontrar su propio espacio, hacer frente a nuevos retos y encontrar nuevas vías de crecimiento económico. Es un buen momento para que Barcelona, a pesar de algunos contratiempos, consolide el rol como una ciudad clave en el mapa mundial y ganar un futuro como plataforma de enlace del Mediterráneo, el mar de los tres continentes.

Barcelona, por su situación geográfica y estratégica, así como por sus capacidades y infraestructuras y su modelo como referencia para el intercambio, el dialogo y la integración, debe mantener la apuesta y confiar en su futuro como ciudad plataforma como centro decisivo del mar Mediterráneo y proyectarse como referencia global. Pero debe preparase para dar respuestas a los retos que se avecinan, la apuesta por las infraestructuras debe seguir siendo prioritaria, junto con la creación de redes y servicios logísticos de mayor eficiencia.

En el Mediterráneo, millones de personas de Asia, Europa y África están muy próximas entre sí. Este mar no es solo un vecino para las regiones cercanas, sino también para el mundo. Su localización es única para facilitar el comercio y el transporte y la logística a nivel mundial. Pero necesita más integración de las infraestructuras, desarrollar la interconexión del Sur, impulsar los corredores multimodales, especialmente el corredor Mediterráneo.

El corredor puede ser pieza clave con la nueva dinámica China y su nueva Ruta de la Seda con el objetivo de crear una red de conexiones marítimas y terrestres entre Asia, Europa y África, basada en las antiguas rutas comerciales donde el Mediterráneo es clave o la ampliación del canal de Suez, y la importancia que puede tener para Barcelona y sus terminales de contenedores. También el proyecto de lanzar una línea ferroviaria trans-Magreb que una Marruecos, Argelia y Túnez y sus posibles conexiones con Europa y África Subsahariana.

Transformar Barcelona en un HUB para el Mediterráneo representa una alternativa. Las organizaciones internacionales y regionales y las grandes empresas multinacionales pueden seleccionar a la ciudad como sede, plataforma o como una base natural para cubrir o ampliar su expansión en mercados vecinos como centro de enlace para toda la región.

Barcelona es la sede de la Unión por el Mediterráneo y Ascame. Es el primer centro logístico del Mediterráneo, su carta de presentación no podría ser mejor. Es única y diferente de otros enclaves, dispone en un reducido espacio de un gran puerto tanto para mercancías como pasajeros y cruceros, de una zona de actividades logísticas y de un gran aeropuerto internacional. La Zona Franca, Mercabarna, los polígonos industriales, esta oferta de infraestructuras y servicios dotan a Barcelona de una oportunidad única para ser más competitiva y liderar la logística regional.

Barcelona dispone de infraestructuras, de una gran oferta hotelera, distritos de innovación, y económicos que son herramientas útiles para seguir impulsando una coherente política de promoción internacional capaz de desarrollar una oferta de servicios a instituciones y empresas que sea a la vez cuantitativa y de calidad. Esto permitiría a Barcelona consolidar y rentabilizar aun más su marca y aumentar el interés de las empresas e instituciones internacionales.

Cada vez más ciudades están actuando como motores de estabilización, proporcionando centros para el comercio, la innovación y el desarrollo. Y más países dependen de sus ciudades para actuar como oasis en un desierto con mucho espejismo decepcionante.

La carrera entre las grandes ciudades es cada vez más difícil, solo resistirán aquellas ciudades capaces de diferenciar su oferta, innovar sus productos. Barcelona puede consolidarse como ciudad global, líder en el comercio, las artes y la educación. Tiene el alcance, la ambición y el poder para dar forma, no solo al mundo de la economía, sino también ser su modelo, promover sus ideas, su cultura, sus políticas y su futuro. Además de ser lugar para vivir, podría convertirse en actor líder en la escena mundial. La habitabilidad, y no solo la rentabilidad debe ser la apuesta, porque las ciudades tienen que ser un buen lugar para vivir y atraer a empresas y talento. En consecuencia, posicionarse y construir una reputación es fundamental. Una ciudad es atractiva mientras sea diferente.

Ignorar la competencia y estas realidades es peligroso. Barcelona ha conseguido una transformación espectacular en su desarrollo interno y un dinamismo externo que le ha valido el reconocimiento a nivel mundial. Pero ahora hay que estar vigilante. Y Barcelona tiene el alcance y la ambición para convertirse en actor clave en la escena global renovando su apuesta por el Mediterráneo pero es preciso tener una estrategia clara, un discurso sólido, conocimiento profundo de las competencias y demostrar esta capacidad de creación de la cultura de intercambio y cooperación.