Parece que hay cosas que no ofrecen dudas. Una es que España es un Estado de derecho. ¿O sí hay dudas? Según quién opine. Si prevalece la ley y se respeta el ordenamiento jurídico pues parece que esto sí es una democracia. A pesar de los salvapatrias de turno. La separación de poderes se mantiene. ¿Seguro? No interfiere el poder político. ¿Seguro, amigo lector? ¿Usted qué opina? No me diga que tiene dudas. Entonces ya somos bastantes los que dudamos de la independencia de los poderes.

Viene a cuento por el espectáculo que estamos viviendo tras la disolución de las Cortes el pasado martes. Y que parece hecho para confundir al ciudadano. Me refiero a la bronca entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la presidenta del Congreso, Ana Pastor. ¿Cuál es la tarea de cada institución? Seguro que el ciudadano lo tiene claro. Pero los políticos, aunque lo tengan claro, buscan enredar y saltar la valla que los delimita. Porque no está claro lo que significa disolver las Cortes. No hay leyes claras. Por lo menos para el año del siglo XXI en que vivimos. Las leyes del Congreso y las electorales se han quedado anticuadas y nadie quiere, ni ha querido, actualizarlas. Para que sigan beneficiando a los mismos, a los de siempre, al bipartidismo. Hoy te favorece a ti, mañana me favorecerá a mí. De momento. Sólo de momento, porque esto se aproxima a su fin.

Sánchez, como presidente de un Gobierno en funciones, quiere gobernar a base de Decretos-Ley. Pastor, como presidenta del Congreso y de la Diputación Permanente, no ve muy claro los Decretos-Ley sin discusión parlamentaria. Distinta visión. De gobernar y de legislar. Aunque en este caso parece que se envuelven los dos poderes. Y si hay dudas siempre aparece el ministro Ábalos, que para eso está, y resalta las características del Gobierno como legal, legítimo y gobierna de acuerdo a la ley. Claro ministro, ¡faltaría más! Nadie lo pone en duda, salvo la oposición y alguna prensa que por dar caña lo tratan de okupa. Pero una cosa es la legalidad y otra que se aplauda el gobernar por decreto ley sin que el Congreso legisle, que para eso está. O estuvo. Haber reformado en el tiempo de vigencia. Ahora toca esperar al nuevo Congreso que salga de las elecciones generales, que para eso están convocadas. El Congreso es el que legisla. El Gobierno a gobernar hasta el final, e incluso después de las elecciones porque mucho es el tiempo que transcurre entre elecciones y nuevo Gobierno. Esa ley no la han cambiado y mira que es negativa. Dos meses para quemar papeles. Con una semana sería suficiente, como en el Reino Unido. Copien los diputados si sus mentes no dan para más. Y dejen a la presidenta Ana Pastor que desempeñe su función, que ha sido casi lo único, junto a la prensa del Congreso, lo que ha funcionado bien en la legislatura que ha muerto.

Parece que Sánchez ha puesto nervioso al partido. El PSOE está de bronca. Algunos porque quedan, los pocos; y otros porque los echan, los más. De bronca diaria. Señores, hay elecciones, y las han convocado ustedes. O sea usted, don Pedro Sánchez. Pero parece que le ha entrado el miedo en el cuerpo. ¿Y si perdemos? ¿Y si dejamos de gobernar, con lo bien que se está en el sillón del poder? ¡Ah!, queridos. Haberlo pensado bien. Haber negociado mejor la aprobación de los Presupuestos. Ahora toca esperar a un nuevo Congreso para que legisle. El Congreso, no ustedes. Ni mucho menos usted, señor Sánchez, que de leyes sabe lo justo, como de economía, a pesar de su ‘doctorado’. O de literatura, a pesar de su libro, de insufrible lectura. ¡Qué castigo!

Así que dejemos en paz al Congreso para que legisle y los del Gobierno a gobernar durante el poco tiempo que les queda hasta que se vote. Y así los poderes serán independientes unos de los otros. Que lo son bastante, aunque no lo suficiente. Una prueba es que el cuñado del Rey duerme en prisión. Otra que por el banquillo de los acusados han pasado ministros, diputados, consejeros, empresarios, sindicalistas, chorizos y burócratas. Nadie queda fuera de la ley, aunque a algunos se le aplique con mucha suavidad.

Y sobre el juicio del procés toca esperar. Los jueces aplicarán la Ley. No lo dude. Pero no lo mezcle con la política. El fracaso político ya quedó claro. Ahora toca encontrar la realidad de los hechos. Y de paso olvidarnos del bombardeo de algunos políticos en esta larga campaña electoral de que España ha sido vendida a los independentistas. No distorsionemos la realidad. El fracaso político ha sido grande. Empecemos una nueva etapa. Unos a gobernar, otros a legislar y los jueces a juzgar. Cada cual en su territorio, sin invasiones. Las líneas están marcadas. Hora es de cambiar el fracaso por el éxito.