Cambio en Andalucía. Por primera vez en democracia, hay más votos de derechas que de izquierdas, más partidos de derechas que de izquierdas y claro alineamiento de Ciudadanos, que podría ser el partido bisagra, virado totalmente hacia la derecha. Aumenta la fragmentación del parlamento, como ya ha ocurrido a nivel español y por primera vez entra un partido de extrema derecha nacionalista español en un parlamento autonómico. Este tipo de partidos nacionalistas los hemos tenido circunscritos hasta ahora en el ámbito autonómico. Por ejemplo, en Cataluña el presidente Torra es de este calibre, pero se circunscribe en un ámbito territorial más pequeño al de Vox, que dirige su mensaje a toda España. Podemos decir que esto no es más que el resultado de la radicalización nacionalista periférica disgregadora, que está generando un mecanismo de reacción compensatorio con tendencia a centralizar.
Ya los tenemos aquí y si queréis nos rasgamos las vestiduras y seguimos diciendo que malos son. Aplicar una pequeña dosis de honestidad para hacer autocrítica, si además de salvar la ropa queremos nadar. La noche de las elecciones nadie hizo autocrítica, pero nos gustaría que se hiciera, porque comprender lo que ha pasado en Andalucía, es comprender lo que pasa en España y en el resto del mundo. Los andaluces al fin y al cabo son bastante iguales al resto y los patrones psicológicos que nos mueven a todos suelen parecerse.
Creo que ha habido diferentes factores para explicar el fenómeno del resultado electoral en Andalucía. Apunto algunos:
En primer lugar, las encuestas nos decían que los andaluces deseaban un cambio. El porcentaje era muy elevado, casi un 60%. Es lógico pensar que con estos elevados porcentajes, muchos ciudadanos que tradicionalmente votaban al PSOE también querían este cambio. Lo más sencillo hubiera sido votar “Adelante Andalucía”. Pero, ¿cómo iban a votar a un partido que dice que el PSOE es de derechas y que de ningún modo pactaran con él, pero no dejaran que se repitan las elecciones? Eso es tanto como votar al enemigo. Se han quedado en casa y Teresa Rodríguez no ha sacado ningún voto de la debacle del PSOE. La izquierda, como siempre tan pura y tan dividida.
Sin embargo, la campaña de la derecha ha pecado de simplona pero ha quedado clara. Han dicho a los andaluces votad a quien queráis de los tres, porque entre los tres os garantizamos el cambio, haciéndose guiños públicamente y no criticándose entre ellos. De entre los tres, muchos andaluces no querían votar al PP y han optado por uno de los otros dos. Creo que esta táctica la hemos vivido en Cataluña entre los partidos independentistas, mostrándose claramente dispuestos a pactar, sin criticarse entre ellos y jugando a la división del resto.
Susana ha defendido la imagen de Andalucía en un estilo nacionalista regional. Pero, ¿ahora tocaba eso? ¿Tienen los andaluces miedo a perder su identidad o su autonomía? ¿No les preocupa más el problema territorial que vive España y que creen que ni el PP lo ha arreglado cuando gobernaba y tampoco creen que lo podrá arreglar el PSOE? Yo creo que eso explica el voto de la derecha a Ciudadanos porque tiene el tirón de ser contrapeso en Cataluña. El fenómeno Vox es el resultado de la campaña de una izquierda dándole poder para cambiar las cosas a través del miedo y de una derecha que lo ha considerado compañero de viaje, sin ningún atisbo de crítica. Ciudadanos ha dado otro mensaje: el PSOE cuenta con el nacionalismo catalán para gobernar, ¿Por qué no podemos hacerlo nosotros con el nacionalismo español?
Vox se ha movido donde más enfado había. Almería, es una provincia poco reivindicativa, pero se ha transformado en un motor económico para Andalucía, con gran cantidad de inmigrantes, el tren que la lleva a Sevilla tarda dos horas más que el AVE que va de Barcelona a Córdoba. Quiere decir que todos sus productos tiene que transportarlos por carretera. Quizás los almerienses no hayan salido a las calles, pero tienen identificados con claridad sus problemas. Era un terreno fácil para un nuevo partido.
Pero el fenómeno Vox también es el fenómeno Trump en doble sentido. El primero en cuanto al mensaje, un poco diferenciado de la derecha tradicional española y más parecida al mensaje de la derecha que crece en Europa y en el resto del mundo. En segundo lugar en cuanto a los métodos. Los políticos modernos tienen que aprender que los votos no sólo están en un teatro lleno de gente o los mercadillos. Eso está bien y permite salir en las noticias. Hay otras vías. Vox se ha movido en Twitter, no sólo porque sus dirigentes tengan una cuenta personal. Me refiero a utilizar Twitter como herramienta masiva de propaganda. Igual que lo ha hecho el independentismo catalán o se hizo durante la campaña de Trump. Además de ser más barato, es más efectivo.
Sinceramente, creo que la lección a aprender está clara: los métodos comunicativos han cambiado; cuando los políticos emiten mensajes, además de a sus votantes, también influyen en el resto de ciudadanos; no basta con defender a través de las palabras, las realidades pesan.
Ah!, y hagan algo con el problema territorial. No les de miedo pactar entre ustedes, si se trata de resolver los problemas que más nos preocupan, no sólo aparecerán como políticos responsables, incluso también los votarán. Los que ganan, ya lo saben.