Para dirigir una universidad en Barcelona basta con ser independentista o, en su defecto, un pusilánime servil con el nacionalismo. Lleva tiempo demostrándolo el rector de la Autónoma, que siempre se pone de perfil cada vez que los estudiantes patrióticos de turno intentan linchar a las juventudes de Ciutadans o Societat Civil Catalana, y lo demostró el pasado jueves el rector de la Central, no haciendo nada para impedir que unos cuantos energúmenos de los CDR --más los inevitables estudiantes patrióticos-- se cargaran un acto de SCC a base de berridos y rebuznos: hubo que montar un pasillo de seguridad para que los asistentes al acto pudieran abandonar la universidad sin ser molidos a palos por esos fascistas que, curiosamente, se consideran antifascistas. En las universidades catalanas, cualquier acto convocado por alguien que no sea nacionalista es considerado sospechoso de crear alarma social y frecuentemente tildado de provocación. El del pasado jueves ni siquiera estaba dedicado a la unidad de España --tema ofensivo donde los haya para los del rebuzno permanente--, sino a Miguel de Cervantes, quien, al parecer, fue un fascista de tomo y lomo. Como el almirante Cervera, para entendernos.
Si el cobardica del rector hubiese permitido la entrada en su universidad de los Mossos d'Esquadra, éstos habrían podido disolver a porrazos a los alborotadores y los asistentes al acto podrían haber hablado de Cervantes con toda tranquilidad, pero el mandamás optó por no indisponerse con los del rebuzno y expulsar a los cervantistas sin que se llevaran algún sopapo, a ser posible (aunque si se lo hubiesen llevado, allá penas, pues a la universidad no se viene a provocar con reivindicaciones de escritores franquistas).
En las universidades barcelonesas, un indeseable como Arnaldo Otegi puede conferenciar entre los aplausos de los del rebuzno, pero no se puede hablar de Cervantes, ese facha más manco que Millán Astray. ¿Pero no habíamos quedado en que la universidad debe ser un templo del saber? Pues parece que no. Los alumnos independentistas llevan años haciendo lo que les sale de las narices ante el apocamiento o, directamente, la complicidad de los señores rectores, una gentuza que se cisca a diario en las obligaciones morales del cargo. ¿Ustedes han oído a algún político procesista condenar lo del acto cervantino? Yo no. Y en TV3 creo que ni se dieron por enterados. Pilar Rahola, siempre atenta a los abusos de poder, tampoco se ha manifestado, evidentemente. Ni Agustí Colomines. Casi mejor, no fuese que les diera por decir que ya era hora de que alguien pusiera en su sitio a Miguel de Cervantes, ese fascista español.