Creo que es irrefutable afirmar que el procés ha pasado de ser un motivo de preocupación a un esperpento que, por aquello de mejor reír para no llorar y pasando a analizarlo desde un ángulo cómico, considero que empieza a tener su gracia.

Así, llámenme loco, pero considero gracioso querer nombrar a un president de la Generalitat de Cataluña telemáticamente como si fuese un extraterrestre o un yupi demasiado ocupado como para comparecer personalmente en el Parlament y tener que hacerlo por videoconferencia.

Me parece también más propio de un chiste que un hecho consumado el que ante la imposibilidad de nombrar a un president de la Generalitat de Cataluña telemáticamente, el primer candidato propuesto --quien, por cierto, es un prófugo de la justicia-- proponga como solución que el candidato sustituto sea una persona ingresada en prisión, preventiva y justa o injustamente, pero un recluso al fin y al cabo.

Pero no acaba aquí esta tragicomedia pues ante la curiosa imposibilidad de que un recluso sea investido president de la Generalitat de Cataluña desde la cárcel o que le levanten la prisión preventiva para ir a ser nombrado y volver luego al recinto penitenciario --desde luego, qué estricto es el Estado, hay que ver--, la solución adoptada, eso sí tras muchos días para reflexionar sobre ello, sea designar como nuevo candidato a un investigado --otrora imputado-- por la presunta comisión de varios delitos muy serios el día antes de ser llamado a comparecer ante el juez del Tribunal Supremo, con el consiguiente riesgo de acabar siendo procesado e imposibilitado para ejercer el cargo que habría disfrutado pacíficamente unas horas.

Parece que, lejos de irritarles, a los independentistas les apasiona la actual aplicación del artículo 155 de la Constitución Española pues hacen todo lo posible para alargarlo

Y para más inri, o guasa, según se mire, el tercer candidato --el señor Turull-- representa a la vieja Convergència Democràtica de Catalunya del 3% que ha tenido que rebautizarse con tantos nombres para ocultar su masiva corrupción liderada por el ya para nada honorable Jordi Pujol y continuada por su delfín el expresident Artur Mas --quien, por lo visto después, me temo que faltó a la verdad en el Parlament de Cataluña negando la mayor el día que el sí molt honorable expresident Pasqual Maragall afloró la nauseabunda praxis del 3% por parte de CiU--, por lo que no parecía tampoco el candidato idóneo.

Expresident Mas que no sé si mucha gente sabe que el 21 de febrero de este año confesó ante Jordi Basté en RAC1 que todo el procés ha sido simbólico y estético, vamos, un engaño porque sabían que no llevaría a nada y sin embargo han tenido la enorme falta de escrúpulos de jugar con la ilusión y los sentimientos de millones de catalanes a los que mantienen engañados con el maravilloso viaje a Ítaca, una república imposible de crear y de venderles y convencerles esa farsa de los presos políticos que ha llevado a teñir de lazos amarillo media Cataluña y a que mucha gente, con más corazón que conocimiento de causa, lleve un lazo amarillo en su ropa.

En definitiva, que paradójicamente parece que, lejos de irritarles, a los independentistas les apasiona la actual aplicación del artículo 155 de la Constitución Española pues hacen todo lo posible para alargarlo, ya que mientras ello se da venden un victimismo que siempre ha dado sus réditos, y sin complejo del ridículo y sin sentido de la responsabilidad ni de la sensibilidad van sumando ocurrencias para mantener engañada a media Cataluña hasta el día que a esta mitad del pueblo catalán le caiga la venda de los ojos o bien que se acabe la fiesta porque, como pidió un empresario alemán en el Círculo Ecuestre, acaben todos en prisión. En el ínterin, y como bautizó Queen a su canción, The show must go on.