El Movimiento Nacional Catalán (MNC) que encuadra desde el Govern de la Generalitat hasta los grupos antisistema de la CUP, pasando por las llamadas entidades secesionistas ANC y Òmnium Cultural, ha ido sembrando de trampas su llamada "hoja de ruta". La última trampa, la convocatoria de una huelga patriótica unos días antes del 1-O, en la que la Generalitat, con la presentación de unos servicios mínimos, se convertía de hecho en la impulsora patronal de dicha huelga. Las absolutamente rechazables acciones policiales del día 1-O fueron utilizadas como un nuevo elemento de chantaje sobre los sindicatos CCOO y UGT, que carentes de liderazgo y estrategia propia se vieron arrastrados a dicha movilización.
El movimiento sindical está en crisis en toda Europa, a las organizaciones sindicales les cuesta mucho responder a los retos de una nueva polarización emergente, proteccionismo contra globalización, nacionalismo contra cosmopolitismo. Polarización que se sitúa en un escenario muy complejo de una nueva revolución tecnológica impregnada por la innovación y el conocimiento, que afecta tanto al empleo como a la calidad del mismo, un nuevo paradigma al que los sindicatos están obligados a dar una respuesta. El sindicalismo catalán no es ajeno a esta crisis de modelo económico y productivo que genera enormes dificultades para entender lo que está ocurriendo en el mundo del trabajo. El cordón umbilical que une al movimiento sindical con los centros de trabajo se resiente, a lo que habría que sumar una debilidad organizativa y una fuerte dependencia institucional. Todo ello aboca a una paulatina pérdida de autonomía del sindicato. En este contexto se convoca la citada huelga patriótica del 3-O (verdadero oxímoron), que deja translucir una preocupante ausencia de liderazgo en la dirigencia sindical frente a núcleos independentistas instalados en la organización que, aunque minoritarios, están hipermovilizados y cuentan con la protección del aparato secesionista. La huelga patriótica dinamita la idea de igualdad, solidaridad y el concepto de ciudadanía que la izquierda ha defendido a lo largo de la historia. ¿Hay algo más insolidario que la secesión de los territorios con mayor desarrollo económico?
¿Hay algo más insolidario que la secesión de los territorios con mayor desarrollo económico?
Otro elemento relevante a destacar son los desencuentros patentes y palpables entre las organizaciones sindicales catalanas y sus confederaciones sindicales del resto del Estado. Una prueba de ello sería la declaración de CCOO de España del 20-S reconociendo al Gobierno la responsabilidad de garantizar el cumplimiento de la Constitución y las resoluciones del Tribunal Constitucional, y las posteriores de las confederaciones sindicales de CCOO y UGT de España emitiendo una declaración conjunta manifestando abiertamente su oposición a la huelga del 3-O impulsada por la Generalitat así como su negativa a avalar posiciones que den cobertura a la DUI.
Las direcciones sindicales en Cataluña convierten su participación en "una aturada de país", la huelga patriótica del 3-O ha supuesto el azimut de la crisis del sindicalismo en Cataluña, la Generalitat como patronal convocando la huelga y pagando los salarios de los huelguistas, y los Mossos poniéndose de perfil frente a los piquetes de la CUP.
Ha llegado el momento de que los dirigentes sindicales catalanes decidan si quieren seguir juntos con el resto de los trabajadores españoles o prefieren seguir siendo un instrumento de un nacionalismo excluyente y profundamente insolidario.
Urge que los sindicatos superen el síndrome de Estocolmo que les hace ser prisioneros del MNC y recuperen su autonomía para poder desarrollar su acción reivindicativa en defensa de los intereses de clase de los trabajadores catalanes. Las organizaciones sindicales tienen la obligación de pronunciarse sobre las gravísimas consecuencias que la DUI podría tener sobre los trabajadores. Ante las deslocalizaciones que se están produciendo no solo en el sector bancario sino en empresas multinacionales catalanas punteras, los sindicatos deben ser conscientes que los puestos de trabajo se defienden luchando contra la independencia que los destruye.
Ha llegado el momento de que los dirigentes sindicales catalanes decidan si quieren seguir juntos con el resto de los trabajadores españoles o prefieren seguir siendo un instrumento de un nacionalismo excluyente y profundamente insolidario.