A todos nos ha sacudido de forma relevante las imágenes que hemos visto estos últimos días en las calles de Barcelona. Desde luego que la violencia jamás está justificada, y lo deseable es que se hubiese evitado, pero lo que no podemos negar es que ambos bandos han salido dañados. Sin embargo, no se utiliza por todos la misma vara de medir, y el derecho que reclaman unos a manifestarse y a expresarse parece que no lo tenemos otros.
No es democracia saltarse la ley, y no es aceptable ni válido eso de "no nos han dejado otra opción": siempre, siempre hay otras opciones. Aquellos que dicen que la voluntad del pueblo debe estar por encima de la ley, como el condenado Arnaldo Otegi, no recuerdan que gracias a la existencia de un ordenamiento jurídico y a unos poderes fácticos, nadie se lanzó contra él pese a que se tomase la justicia por su mano.
No es democracia saltarse la ley, y no es aceptable ni válido eso de "no nos han dejado otra opción": siempre, siempre hay otras opciones
No es democracia que unos tengan derecho a la huelga y otros tengamos que tener prevenciones para acudir a nuestro puesto de trabajo. No es democracia que los partidos políticos que no comulgan con la independencia se vean coaccionados y sufran escraches en sus sedes o en los negocios de su familia. No es democracia que los agentes que se han limitado a cumplir una ordenes sean agredidos e insultados. No es democracia que, si no estás a favor de la declaración de independencia, te insulten y te llamen facha. No es democracia que, de los más de cinco millones de catalanes censados, la presunta cantidad de votantes del sí --que, contados al más puro estilo chavista, son menos de la mitad-- sean los que decidan por la mayoría abrumadora que no acudió a votar porque legítimamente se limiten a votar en un referéndum legal. No es democracia expulsar de hoteles a los cuerpos y fuerzas de seguridad que velaban por cumplir órdenes judiciales. No es democracia exigir que sólo se respeten los derechos civiles de unos pero no de todos. No es democracia utilizar a menores como escudos políticos. No, nada de esto es democracia.
Es democracia respetar las decisiones de nuestros tribunales, utilizando los recursos jurídicos que están a nuestro alcance, en caso de no estar de acuerdo con ellas. Es democracia manifestar libremente nuestras opiniones sin que te insulten. Es democracia dialogar. Es democracia respetar a los que están en contra de ti. Es democracia organizar debidamente una consulta al pueblo sobre la base del marco jurídico existente. Es democracia proponer y convencer para cambiar las cosas que no nos parezcan justas. Es democracia que cada uno elija, o no, ejercer su derecho a la huelga. Sin embargo, lo que menos hay hoy tristemente en Cataluña es democracia. Y, por supuesto, tampoco tendremos la tan publicitada república dado que, como decía Aristóteles, "un montón de gente no es una república".