Hace pocos meses, varios políticos del bloque de la legalidad, entre ellos la vicepresidenta Sáenz de Santamaría en el Senado, recordaron a los independentistas catalanes que también el Constitucional italiano había prohibido un referéndum de autodeterminación en la región del Véneto. Asunto este sobre el cual Crónica Global fue el primero en informar y que, coincidiendo con la visita a Cataluña de políticos italianos organizada por el Diplocat para los próximos días 26, 27 y 28 de junio, convendrá retomar.

Dos leyes promulgó el presidente regional Luca Zaia en 2014. La primera convocaba un referéndum consultivo de autodeterminación, y fue anulada completamente por el Constitucional. La segunda convocaba un referéndum consultivo sobre cinco cuestiones relativas a la autonomía, de las cuales el Constitucional salvó una, "Vuoi che alla Regione del Veneto siano attribuite ulteriori forme e condizioni particolari di autonomia?". Y justamente esta pregunta será sometida a referéndum el próximo 22 de octubre, fecha en la cual, por cierto, la región de la Lombardía organizará un referéndum consultivo similar. Si esta pregunta pasó el filtró del Constitucional fue porque justamente el artículo 116.3 de la Constitución italiana prevé ese supuesto, aunque tasando las competencias que podrían ser atribuidas.

Desde la perspectiva de los unitaristas, unionistas y/o simplemente partidarios del imperio de la ley en Cataluña, la iniciativa de Zaia contiene aspectos positivos y otros no tanto. Sin duda, lo mejor es el acatamiento de la legalidad. "L'unica via percorribile è quella scozzese e cioè quella che si può fare solo andando avanti sulla via della legalità", manifestó Zaia.

Algunas facetas del independentismo véneto guardan similitudes con lo que se ha vivido en Cataluña en los últimos meses

Otras facetas guardan sin embargo similitudes con lo que se ha vivido en Cataluña en los últimos meses. En primer lugar el referéndum persigue fines espurios. Por un lado, no es necesario, puesto que Zaia ya está autorizado para requerir al Gobierno italiano una negociación sobre la transferencia de esas competencias. En realidad, Zaia induce a los electores a una heurística, pues mientras les pregunta si quieren esas competencias espera que le respondan a alguna de las preguntas que el Constitucional vetó. En particular, si desean que el Véneto se convierta en una de las regiones de estatuto especial, las cuales disponen de mayor autonomía (la Constitución eleva a cinco regiones a ese rango: las grandes islas y aquellas donde hay minorías nacionales relevantes). Algo muy conocido aquí: el uso bastardo de instrumentos constitucionales para obtener mandatos para fines anticonstitucionales, pues él mismo no esconde que todo ello forma parte de una estrategia gradualista que persigue, abiertamente, la independencia, la cual, afirma Zaia, "come conferma l'esempio della Catalunya, non è ancora possibile". Cabe desear que si algún liguista véneto figura entre los invitados, hagan llegar este último apunte al Diplocat.

La propaganda tampoco será extraña a los sufridos catalanes. "Roma" como enemiga, crecimiento del 2,4% del PIB con autonomía especial, 4.000 millones de euros y, ¿cómo no?, el fetichismo de las efemérides: así es, el 22 de octubre se cumplen 151 años del plebiscito que sancionó la anexión del Véneto al Reino de Italia. Y, por descontado, puesto que no se pueden remediar males pretéritos sin antes revisar la historia, el Véneto tiene ya su embrión de Institut de Nova Història, encarnado en Ettore Beggiato, cuyo libro-denuncia de aquel plebiscito ha sido convenientemente distribuido por las bibliotecas públicas de la región. Por cierto, Beggiato fue "observador internacional" del 9-N, como la foto de este enlace atestigua. Posiblemente la revisión histórica traiga próximamente la santificación de los "héroes" de la Serenísima, quienes en 1997, con el objetivo de restituir la República de Venecia tras 200 años, plantaron en la plaza de San Marco un tanque de fabricación casera, o más bien una excavadora reconvertida, y se encerraron en la torre, habiendo previsto alimentarse de pan y salami. Aunque, ahí sí, al menos, el Véneto tiene la fortuna de ir por detrás de Cataluña, porque mientras en Venecia aún no se ha encumbrado a los héroes, si hubieran sucedido en Barcelona, haría mucho que liderarían las instituciones.