Quién gana en avales, gana las primarias. Esta máxima se cumplió en 2014 cuando Pedro Sánchez batió a Eduardo Madina y a José Antonio Pérez Tapias. Sánchez ganó en avales y las votaciones le refrendaron con números similares. Eso sí, obtuvo un centenar de votos menos que avales. Otras comparaciones no sirven porque no se utilizaron el mismo baremo: la recogida de firmas entre militantes. Ni con la pugna entre Zapatero, José Bono, Matilde Fernández y Rosa Díez, porque allí los avales se contabilizaban sólo entre delegados en el congreso. Ni con la de Alfredo Pérez Rubalcaba y la malograda Carme Chacón, por igual motivo. Y menos, con la de Joaquín Almunia y Josep Borrell, por mucho que el alcalde de Valladolid, el sanchista Óscar Puente, se empeñe en ponerla en valor. En esas primeras primarias socialistas, Almunia consiguió más de 50.000 avales y Borrell, el jacobino irredento y hoy partidario de Sánchez y de la España nación de naciones, sólo 65. Y ganó con un 55%. Borrell no recogió avales entre la militancia. Se limitó a recoger firmas de miembros del comité federal, fórmula válida en el lejano 1997. O sea que Puente, o miente, o está desinformado.
Ayer se vivió en Ferraz una jornada intensa. Guerra de nervios en forma de número de avales. Pugna a codazos con posverdades incluidas y falsas informaciones campando a sus anchas. 132.851 avales fueron presentados de un total de 187.949 afiliados, un 70% del total. Lo nunca visto. El recuento final ha dejado las cosas como están, perdiendo unos 4.600 avales, Díaz y Sánchez, y algo más de 1.000 Patxi López.
Los aparatos se han movido por sus candidatos. Vistos los resultados, hay pocas dudas de que se está ante "un duelo de aparatos"
El primer round de las primarias lo ganó Susana Díaz. Con las cuentas pulidas, presentó 6.273 avales más que Sánchez. ¿Serán suficientes para ganar? Esta es la incógnita que se dilucidará el 21 de mayo en una campaña que se vislumbra a cara de perro, porque a cara de perro fue el recuento oficial de estos apoyos a los candidatos.
Los aparatos se han movido por sus candidatos. Vistos los resultados, hay pocas dudas de que se está ante "un duelo de aparatos". Por eso, los aparatos, que en sus territorios son la oposición a sus líderes, también se han movido. Cuitas pasadas y presentes han sido motivos más que suficientes para mover pieza. Si el líder está con un candidato, sus contrarios han optado por el otro, dando luz a una foto fija del actual PSOE: el partido está roto y nada hace prever que tras las votaciones sea posible coserlo.
Esta polarización entre Díaz y Sánchez ha lastrado a Patxi López, que se ha quedado con una testimonial fuerza de 10.800 avales, que a la vez se antojan fundamentales en el resultado del 21 de mayo, por lo que el ex secretario general del PSOE se ha apresurado en lanzar un órdago, con un estilo podemita, para apropiarse de los votos de Patxi López, erigiéndose como el referente del "voto útil". López, al que Sánchez no le llamó para comunicárselo, se plantó y le dijo un sonoro no, rechazando unificar candidaturas. Luego, por la tarde, Patxi López en rueda de prensa confirmó que finalmente se produjo esa conversación, pero mantuvo su negativa y su deseo de llegar al final.
Sánchez ha arrasado en Cataluña en avales porque la neutralidad de los dirigentes del PSC es más que cuestionable
En Cataluña, el PSC se antoja definitivo en la batalla final. Sánchez ha arrasado en Cataluña en avales porque la neutralidad de los dirigentes del PSC es más que cuestionable. Si esto sucede, y puede suceder, las costuras se harán jirones. Ahora, además, se abre la puerta de la especulación. "Los avales han sido conseguidos por la presión del aparato", argumentan desde el entorno de Sánchez sobre el éxito de Díaz. De esta forma, sitúan la batalla en el lugar deseado: los de abajo contra los de arriba, obviando que sus partidarios, también del aparato, han hecho sus deberes. O sea, presionar. Sánchez ha conseguido, con su demostración de fuerza, mantener la moral de los suyos, erigirse como la víctima propiciatoria del aparato y, en caso de perder, deslegitimar el proceso. Y puede perder, porque ya ha perdido en avales. Recuerden, hasta ahora, quien gana en avales, gana en votos, y en ese momento no sirve estar "contento por quedar segundo, y es la tercera vez que está contento de estar segundo".