Hasta el PP se ha dado cuenta, por fin. El contencioso político que plantea el Gobierno de Cataluña sólo puede resolverse con política. Así que pongo una vicepresidenta con mando en plaza para que ejecute los puentes de diálogo, le pongo un despacho en la delegación del Gobierno central en Barcelona y vamos a hablar. Mariano Rajoy ha dado marcha atrás de forma parcial y discreta. Soraya Sáenz de Santamaría (la triple SSS) será su delegada real en el hoy conflictivo territorio catalán.
Por este lado parece que no habrá problema para encauzar algunos acuerdos de financiación autonómica, alguna concesión cultural posterior y, bien gestionado, se compra tiempo al nacionalismo.
Hoy el independentismo debe recular en sus pretensiones para que cuando les pongan propuestas en una mesa no hagan el ridículo
El problema más grave se sitúa ahora en el espacio que ha ocupado el independentismo en los últimos años. Para rehacer su discurso y ser capaces de negociar en un futuro escenario de entendimiento político deben partir de una inevitable marcha atrás, para la que sus intelectuales orgánicos no les han preparado. Toda la inventiva y creatividad procesista se puso a favor de generar un estado de opinión. El esfuerzo se hizo para radicalizar a clases medias y ocupantes de la zona de orden social que el nacionalismo moderado domesticó durante décadas.
Hoy el independentismo debe recular en sus pretensiones para que cuando les pongan propuestas en una mesa no hagan el ridículo. No será fácil, porque sus postulados son de máximos y el viraje puede dejar a muchos estómagos comprometidos en una situación apurada. Es en ese nuevo contexto político en el que debe ayudarse al independentismo a despertarse de la ensoñación con baños de realidad que no sean crueles. A nadie le gusta admitir un error, menos todavía una derrota. De ahí que los encargados por el PP de negociar y encauzar el conflicto debieran ser personas con alta sensibilidad y con la máxima empatía emocional.
La verdadera tercera vía política es el empate. Nadie puede ganar por goleada en este asunto, y unas tablas serían un resultado aceptable para la gran mayoría
La marcha atrás llegará en breve y, para reconducir la fractura social que el país ha vivido en los últimos años, hay que estar preparados para no hacer astillas del árbol caído. Es cierto que habrán muchos que, de un lado y otro, querrán ganar este partido, pero el fanatismo debiera colgarse a la puerta de las negociaciones y hacer prevalecer la razón y el pragmatismo en los nuevos tiempos.
Habrá quien dirá que esta propuesta es cobarde, que se han cometido excesos de uno y otro lado y que llega el momento de pasar cuentas. Se equivocan. La verdadera tercera vía política es el empate. Nadie puede ganar por goleada en este asunto, y unas tablas serían un resultado aceptable para la gran mayoría. La única forma sensata de ganar otra generación y avanzar. Así que vayamos preparando a los hinchas de uno y otro posicionamiento, que será lo más útil y beneficioso que podemos hacer.