Este año por lo visto sí, este año toca, y asistirá de cuerpo presente a los fastos del Once de septiembre. Por ir, incluso iba la CNT a postrarse a los pies de Rafael de Casanova, durante la Guerra Civil. Deshojada la margarita, “voy, o no voy”, aquí estoy porque he venido. Va a marcar paquete, a pasear el palmito, a poner de los nervios a Esquerra y a la “banda de la paella” y sus secuaces. No le harán la ola ni le dirán “qué bueno que vinisteis”.
Tiene tics autoritarios de madre superiora, ramalazos de descamisada a lo Evita Perón, un postureo de folclórica española antigua y algo de Cruella de Vil
La señora Colau tiene una clara vocación de ser la prota, quiere ser el niño, la novia y el muerto en los respectivos eventos. Tiene un punto exhibicionista que le lleva a llorar el aniversario de la muerte de Puig Antich a moco tendido, a disfrazarse de abeja con antifaz a lo Ruiz Mateos o a querer echar a unos militares españoles, que para la ocasión parecían Cascos Azules del Canadá. Quiere que los okupas y los vecinos cometan matrimonio y coman perdices y que los perros tengan playa propia. Un pelín maleducada, como suele serlo la clase política catalana y harto iletrada. Tiene tics autoritarios de madre superiora, ramalazos de descamisada a lo Evita Perón, un postureo de folclórica española antigua y algo de Cruella de Vil. Por tener incluso ya tiene película en vida y un pregonero charnego a juego. Lo suyo es estar siempre en el candelabro e incluso está dispuesta a que hablen de ella, aunque sea bien, pero sobre todo que hablen. Es capaz de vampirizar a cualquiera, de usar y tirar sin ningún remilgo. Llegará muy lejos en la vida y en todo lo demás. Puede que incluso a virgen aparecida como Nuestra Señora de los Manteros. Ora pro nobis.
Doña Ada se apunta a un bombardeo. Primero juró y perjuro que no entraría en política, mientras encabezaba la plataforma contra los desahucios y ha acabado siendo la primera alcaldesa de Barcelona. La ciudad, estaba por lo visto en un estado de emergencia social. Y ha acabado siendo un campo de refugiados, un “no-lugar” entre finger sin avión al final del tubo y el Sahel con vistas a la isla de Lesbos. Ya no somos ciudadanos sino refugiados de nosotros mismos, mientras las guiris en bikini por la calle nos fotografían como nativos. Ya solo hay huelguistas del metro, manteros, propietarios de apartamentos turísticos ilegales, okupas y su ego con patas paseándose entre terrazas clandestinas, perdido por el laberinto del carril bici sin principio ni fin.
Quiere dar el salto y no precisamente del tigre, o sí, al otro lado de la Plaza San Jaime por eso ha proclamado que “no tengo ninguna intención de presentarme” y por eso la veo capaz de efectuar el triple mortal y todas las volteretas necesarias, hacerse indepe, del Opus o de lo que haga falta. Si París bien vale una misa, convertirse en la Hillary Clinton catalana vale una Diada. De los principios ya hablaremos el año que viene.