El incendio de Roma... perdón, de Barcelona
Una tensa calma flota sobre el barrio de Gràcia. Tras tres noches de zalagarda, rifirrafe y reparto de estopa a cascoporro, los okupas chiripitiperrofláuticos se han batido en momentánea retirada, dejando a un montón de agentes del orden con brechas, cortes, chichones y magulladuras. Mientras los okupas se entretenían en quemar contenedores, reventar escaparates y poner panza arriba vehículos y negocios, Ada Colau contemplaba la escena desde lo alto del Tibidabo, reclinada a la etrusca sobre una litera, cual vulgar Popea de un Nerón cualquiera, flanqueada por su fiel Gerardo Pisarello, en el papel de Tigelino, jefe de la Guardia Pretoriana.
-¡Ay, Tigelino, digo, Pisarello, esto empieza a preocuparme! -murmura ella, hipnotizada por el resplandor de las llamas- ¡Y justo ahora, cuando se cumple mi primer año como Emperatriz Condal!
-No sufráis, mi señora, ya me he encargado de pregonar a los cuatro vientos que este caos es herencia de los días en que Trias les pagaba la okupación con el pretexto de mantener la paz social ¡De hecho creo ya le están investigando por posible malversación!
-¡Eres único tranquilizándome! ¿Qué haría yo sin ti? -confiesa Ada entre dos largos suspiros, mientras a lo lejos una bengala silba e impacta directamente en los genitales de un agente antidisturbios-. En cualquier caso, yo prefiero desentenderme de este asunto; que sean las asociaciones cívicas de barrio, las juntas de vecinos de Gràcia las que se apañen y pacten con los chiripitiperrofláuticos.
-Así se hará, emperatriz. Nosotros nos desentendemos, como con los manteros...
-¡Y si encuentras por ahí algún cristiano al que señalar tampoco estaría de más, tú ya me entiendes: derecha reaccionaria, ultras españoles! Yo no puedo ensuciarme las manos, Pisarello: ¡Fíjate, incluso la prensa británica ya insinúa que soy la emperatriz urbana más radical de Europa! ¡Sólo les ha faltado tildarme de déspota!
-Tonterías, mi diosa: sois paradigma libertario, luminaria ácrata, estela y guía...
-¡No te pongas en plan baboso! ¿Cómo lo llevan los vecinos de la zona?
-¡Bah, están acojonados, pero ni chistan, que las lunas de escaparates cuestan un ojo de la cara!
-¿Y la policía? ¡Cualquier día se revuelve contra mí!
-Resignados y con la autoestima por los suelos... -musita Pisarello conteniendo a duras penas la hilaridad-. Las chicas de la CUP les vigilan de cerca, los atan corto y se dedican a recordarles, mientras los retiran a las ambulancias, que esto les está bien empleado, por ser unos fascistas de tomo y lomo al servicio del capital...
-¡Es asombroso, me cuesta creer que nadie me quiera arrojar a los leones! ¿Por qué están tan callados los Convergentes y los Republicanos?
-¡Los presupuestos, mi adorable emperatriz, los presupuestos! Necesitan a la CUP para aprobarlos, y no quieren arriesgarse a enojarlos cagándose en la madre que parió a los chiripitiperrofláuticos.
-¡Oh, qué tiempo tan fascinante nos ha tocado vivir, querido Pisarello! ¡Vamos, pásame la lira, a ver si las llamas me inspiran algún epigrama irreverente!
(Continuará... Will follow... À suivre...)