Pensamiento

Vamos a contar mentiras

23 mayo, 2016 00:00

Vamos a cantar la canción de las mentiras, la que cantaba cuando era pequeña e iba de excursión. La letra decía que por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas, tra-la-ra. Por eso, porque son mentiras, no me hagáis caso si digo que en Cataluña se está llevando a cabo una cautelosa desconexión orquestada por los encargados de administrar el bienestar de los ciudadanos. La hacemos cautelosa porque no queremos que nadie se entere, no sea que todos los que no están de acuerdo, que suman más de la mitad, se nos reboten. Lo peor que podría ocurrir es que el Estado del que dependemos nos retire los dineros para ir a ver a nuestro maestro Salmond o a nuestros amigos de la Liga Norte.

Tristemente, cuando los nacional istmos empiezan a cortar las cabezas a los suyos sin que nadie diga nada, es que ya empezamos a estar muy desconectados de la realidad

Es tanta la desconexión que nos imbuye que a partir de ahora el CIDOB, por obra y gracia del nacional istmo, deberá rebajar planteamientos para pasar de ser un organismo reconocido internacionalmente y generador de cultura a ser instrumento de propaganda al servicio del pensamiento único. Gasòliba, a usted le honra la dimisión como director del CIDOB por no querer ponerlo al servicio del Movimiento, pero tristemente, cuando los nacional istmos empiezan a cortar las cabezas a los suyos sin que nadie diga nada, es que ya empezamos a estar muy desconectados de la realidad.

Y como prueba de nuestra creciente desconexión ya hemos escrito la nueva Constitución, con total garantía de que los que lo han hecho son amiguetes. Cosas tan importantes solo se pueden dejar en manos de quienes estamos seguros de que no introducirán sesgos que no respondan al nacional catecismo. Así, gracias a la desconexión, a la nueva Constitución y el nacional istmo, pasaremos a tener solo una lengua única y unificadora para que la lengua a partir de ahora deje de ser un instrumento útil para el intercambio y el reconocimiento entre personas, por transformarse en un símbolo al servicio de la ideología, que es como debe ser.

Una mitad de los desconectados estamos llamados a hacer grandes cosas. Y esto es gracias a una revolución que llaman de las sonrisas. Todos bien organizados y vestidos de amarillo o rojo somos capaces de generar admiración en el mundo entero y dibujar una victoria por las calles, para filmar desde el cielo. En otros tiempos ya lo habían dicho Pemán y Maeztu: "Así como la dictadura italiana ha necesitado, para justificarse, la vibración casi teatral del fascismo, con masas de gente organizadas en grandes actos públicos, la dictadura española necesita también las recibidas entusiastas, las grandes manifestaciones organizadas desde el poder y los plebiscitos ". Aunque esto se refería a la dictadura de Primo de Rivera y de ninguna manera pueda ser aplicable al movimiento nacional moderno y abierto del procés, pero por si acaso nos da ideas, vale la pena recordarlo.

Dentro de unos meses, por obra y gracia de los salvadores de la tierra, matadores toreros de dragones imaginarios, todos los que hablamos la misma lengua, nos desconectamos y nos declaramos, entre fronteras, propietarios de la tierra que pisamos. Pero solo seguirán siendo propietarios nuestros descendientes si se casan entre ellos y no empobrecen los apellidos con gente que hable otros idiomas. Y esto lo decimos conducidos por nuestros grandes salvadores, los Pujoles moviendo libres entre paraísos fiscales los dineros desconectados, el Astuto hijo de su testaferro y el muy reciente venido de las tierras altas, ya muy acostumbrado a desconectarse de pagar impuestos, mucho antes de ser excelso representante de los asuntos públicos.

Vivimos un momento tan importante que no nos importa si dentro de dieciocho meses desconectamos a los abuelos de sus pensiones, porque la patria lo vale

Es ahora que dentro de muy poco tiempo cortaremos el cordón umbilical, si es necesario con los dientes. Quien se desangre, peor para él. Y ya puestos a hablar de sangre, ¿por qué no invitamos al Parlamento y a la televisión a los recién salidos de la cárcel que siguen sin arrepentirse de haber liquidado a gente que no pensaba como ellos? Necesitamos decirles que los admiramos y, de paso, pedirles que nos den una mano si la desconexión al final no se puede hacer de buen rollo. Como avanzadilla, algunos ya publican listas negras, muy útiles si quieres que el procés se liquide rápido. Y si no es suficiente con los matones, podríamos enviar a la policía autonómica a ampliar los cursos acelerados, impartidos por mercenarios de Kosovo, para que aprendan a moverse por las calles con la sutileza propia de un ejército. Y como nada de esto ha ocurrido, todos tranquilos, que esto va de buen rollo.

Por suerte, ya hemos conseguido la desconexión entre niños y niñas en las escuelas religiosas pagadas con dinero público, aunque sea escaso y no dé para cosas que sólo importan a los más necesitados. Vivimos un momento tan importante que no nos importa si dentro de dieciocho meses desconectamos a los abuelos de sus pensiones, porque la patria lo vale. De momento, deberían dejar de protestar los pesados desconectados de la sanidad y los quejicas de las farmacias. Ya veremos cómo lo conseguimos, pero quedaros tranquilos que al final hay negocio para unos cuantos.

Sin embargo, si esto se sigue degradando, es importante para los que no hacemos negocio que a partir de ahora nos vayamos acostumbrando a ser trascendentes, a ser parte de la historia. Más que nada para compensar. Ya lo decía José Antonio Primo de Rivera que la vida no vale la pena si no se quema en una gran empresa y yo ya me voy poniendo, no sea que me pase como al burro de Buridán, que al no saber elegir lo que le convenía más, al final se murió de hambre. ¿Qué tontito, no?

Por si acaso, sed obedientes y cantad de cara al sol, no sin antes recordar usar un buen protector solar. Aunque sea cautelosamente, el sol unificador de los istmos nacionales ya hace tiempo que nos quitó la frescura de la piel y nos cegó los ojos para mirar.