Pensamiento

Escritores, del 'glamour' a la indigencia

22 abril, 2016 00:00

Con Sant Jordi queda abierta la temporada literaria, tres meses de presentaciones y festejos que culminan en la Feria del Libro de Madrid y en los que el escritor se convierte en protagonista absoluto de la agenda cultural. Atraídos por el prestigio, la fama y las sumas millonarias de ciertos premios que se encargan de recordarnos escaparates, colas en las casetas y proximidad de los famosos, más y más españoles sueñan con hacerse escritores; según algunas encuestas, uno de cada diez ciudadanos aspira a publicar. Pero el único negocio realmente boyante relacionado con la literatura es el que se ha creado alimentando a esa aspiración, a lo que se dedican una infinidad de talleres supuestamente ad hoc, a menudo impartidos por profesores que nunca han escrito un libro, así como las numerosas plataformas de autoedición en las que el escritor paga para ver su libro publicado, porque no ha habido editorial que se aviniera a hacerlo. En sólo cinco años, la autopublicación ha crecido en un 80%, poco atractiva estadística en la que España figura a la cabeza de Europa.

Es una feroz competición en la que la inmensa mayoría queda en la cuneta, frustrada en su aspiración de situarse entre los escritores de ventas millonarias o cuando menos a vivir de la literatura

Es una feroz competición en la que la inmensa mayoría queda en la cuneta, frustrada en su aspiración de situarse entre los escritores de ventas millonarias o cuando menos a vivir de la literatura.

Desde que indagué en la vida del creador para mi libro La trastienda del escritor (Espasa Hoy 2003) e hiciera el primer reportaje sobre la drástica caída de adelantos por obra de las editoriales, que se produjo tras el final del llamado boom de la literatura española, en los años 90 (El País, 15 junio 2003), nada anunciaba, sin embargo, el descalabro que ha sufrido la profesión.

"Conozco a más de uno que se dedica al buzoneo porque se ha quedado sin ingresos", me comenta Manuel Rico, presidente de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE). Y no se refiere a principiantes, sino a autores que en algún momento fueron premiados y que están aún lejos de la edad de jubilación, ese salvavidas de 700 u 800 euros que es lo que cobra la mayoría, después de cotizar toda una vida como autónomo. Consciente del problema, la asociación Cedro creó un programa de ayudas para autores, periodistas y traductores de más de 60 años, al que se acogieron más de 1.000 asociados solo en 2015, y al que este año se ha adjuntado un segundo programa ya sin límite de edad, llamado "de urgente necesidad", para atender casos de enfermedad o precariedad extrema.

De entre todos los colectivos de profesionales independientes, probablemente el más afectado por la crisis ha sido el del escritor, lo que hace que algunos se llamen a sí mismos "los nuevos pobres". Una pobreza que la mayoría esconde y vive de forma tanto más humillante cuanto que en la caseta vecina está firmando ejemplares alguna estrella mediática, a la que dedican toda su atención las editoriales.

La práctica de la Hacienda española de negar la pensión a todo autor con ingresos propios, sea por obra o cualquier otra actividad, algo impensable en Europa occidental, es sólo la punta del iceberg de una crisis que se ha cebado con el eslabón más débil del mundo de la cultura. Antes de la crisis, coinciden varios editores, había ocho o nueve escritores en España que vendían más de 100.000 ejemplares, alguno incluso podía pasar de los 250.000, y ahora no hay más de cuatro y ninguno pasa de los 100.000. Los que vendían unos miles, hoy se conforman con unos centenares.

De entre todos los colectivos de profesionales independientes, probablemente el más afectado por la crisis ha sido el del escritor, lo que hace que algunos se llamen a sí mismos "los nuevos pobres"

El mercado editorial ha caído en los últimos ocho o nueve años en un 40%, al tiempo que la piratería ha crecido en más de un 100% solo en los dos últimos años. Baste decir que esa situación casi agónica para los profesionales de la literatura la han aprovechado las editoriales para eliminar o recortar los adelantos a menudo hasta cifras patéticas de apenas 200 ó 300 euros. "Antes de 2007, lo normal para alguien con tres o cuatro novelas publicadas en una de las primeras editoriales eran 20.000 ó 25.000 euros de adelanto. Hoy pasar de los 6.000 es un milagro", subraya Manuel Rico.

Han pasado a la historia las cifras astronómicas de los felices 90 en los que las editoriales podían pujar hasta 600.000 euros por un García Márquez o un Vargas Llosa.

El propio Carles Revés, director editorial de Planeta, me comentaba recientemente en el cóctel de presentación del Premio Azorín en Madrid, que la polarización entre los que acaparan atención y ventas y el resto será cada vez mayor. "Se ha acabado la clase media, la de ese escritor que vendía 40.000 o 50.000 ejemplares y se había instalado en un ir escribiendo". La vida ha sufrido un vuelco para ese tipo de escritor de fondo que podía pasarse cuatro o cinco años enfrascado en una novela porque no encontraba el final adecuado, como le pasaba a García Márquez, y que trabajaba con la aspiración de recabar una obra personal y única, que la editorial premiaría con un buen anticipo y de la que la crítica alabaría el empeño, incluso al margen de las ventas.

Esta polarización va arrojando a autores que antes eran puntales de firmas de prestigio hacia editoriales menores, donde los anticipos son simbólicos o inexistentes. Así ha sucedido con numerosos clásicos de Alfaguara que hoy publican en Nocturna, Páginas de Espuma o Galaxia Gutenberg.

Donde la crisis se ha notado más es en el recorte de las actividades culturales que impartían numerosas instituciones, los llamados 'bolos' que cubrían buena parte de los ingresos del escritor

Donde la crisis se ha notado más es en el recorte de las actividades culturales que impartían numerosas instituciones, los llamados bolos que cubrían buena parte de los ingresos del escritor. Y para no perder 'escaparate' los autores tienen que aceptar conferencias no remuneradas, mientras que la mayor parte de las que aún lo son están copadas por gestores culturales, que se han quedado sin nada que gestionar, o políticos en paro que todo lo que tienen en su haber es poco más que una concejalía de cultura en algún ayuntamiento.

Otro dumping para el que ACE está estudiando ya tomar medidas lo constituyen los artículos escritos gratis et amore que proliferan en los digitales. "Es la forma que tienen aspirantes y jóvenes escritores de darse a conocer, arrastrando a los veteranos para mantener visible su firma. Es algo que deteriora la calidad y sobre todo la dignidad del escritor como trabajador", apostilla Rico.

Cuando todo lo demás falla, mantener la presencia es todo lo que queda. Aun así, las casetas cerrarán en junio y con el verano el escritor volverá a su condición de esforzado amanuense, encerrado en la soledad de su cuarto de trabajo. Pueden pasar años para que el escritor tenga otra novela con la que probar suerte. ¿Y mientras tanto, de qué vive? porque seguramente debe ser ya la única especie intelectual que tiene que aprender a vivir del aire. Para el escritor, la necesidad de soñar siempre será más fuerte que la de vivir. Sólo por existir, bien se merece una rosa.