Pensamiento

Dinosaurios en el Ibex

10 abril, 2016 00:00

La inesperada dimisión de Cesáreo Alierta como gran timonel del gigante Telefónica señala el principio de una oleada de próximos cambios en la cúpula de las principales compañías del país.

El prolegómeno de este proceso ocurrió en septiembre de 2014, tras fallecer de forma repentina y con las botas puestas el mandamás del Banco Santander, el irrepetible Emilio Botín, a los 79 años de edad.

A la hora de buscar sustituto, los miembros del órgano de administración no se estrujaron demasiado el caletre. Optaron por una sucesión de corte dinástico y sin dudarlo un instante encumbraron al solio del magnate a su hija Ana P. Botín.

En el mundillo corporativo de las grandes multinacionales como el Santander, cacicadas de ese calibre son poco presentables y no están bien vistas. Por fortuna, la sangre no llegó al río. Hoy la pubilla está plenamente asentada en la poltrona presidencial. La secunda el consejero delegado José Antonio Álvarez que es quien en verdad entiende del negocio bancario.

No hay que ser un lince para colegir que la mutación en Telefónica no se va a limitar a la cima. José María Álvarez-Pallete es el flamante jefe designado “digitalmente” por Alierta. A buen seguro, querrá rodearse de hombres de su máxima confianza en el consejo.

En ese sanedrín figuran dos vocales que representan el paquete accionarial de La Caixa. Todos los demás deben su sillón al mandato personal e intransferible del anterior capitoste. Por tanto, entra dentro de la lógica que Álvarez-Pallete, sin prisa pero sin pausa, nombre a sus propios peones.

Además, alguno de los vocales que viene exhibiendo el palmito como “independiente”, arrastra quince años en el sitial. Es ésta una duración a todas luces excesiva, que pulveriza su pretendida neutralidad y está pidiendo a gritos el relevo. De entrada ya se ha propinado el cese a cuatro integrantes de la vieja guardia.

Gerontocracia

La veteranía de los componentes del cónclave telefónico no es un fenómeno aislado. Lo cierto es que más de la mitad de las empresas del Ibex aloja primeros timoneles que superan ampliamente la edad de retiro. Tres de ellos militan ya en la sin par categoría de los octogenarios. Se trata de Juan Miguel Villar Mir, de OHL, de 83 años, José Lladó, de Técnicas Reunidas, de 82, y  Salvador Gabarró, de Gas Natural, de 81. Este último lleva en el cargo nada menos que doce años. Todo ello no obsta para que en la próxima junta de accionistas, prevista para el 4 de mayo, se haya propuesto alegremente su reelección.

Otro episodio llamativo es el de BBVA, encabezado por Francisco González. Este personaje constituye un caso único en los anales de la casa. No tuvo empacho en hacer modificar los estatutos del banco a fin de perpetuarse en el trono. Ya acumula 70 años cumplidos.

También suman esa edad, o la rebasan, cuatro supremos jerarcas: Alejandro Echevarría, de Mediaset-Telecinco; Salvador Alemany, de Abertis; José Folgado, de Red Eléctrica; y Antonio Zoido, de Bolsas y Mercados.

Singular es también la situación del benemérito Isidro Fainé, de 72. Actualmente lidera a la vez el banco Caixabank y su matriz, La Caixa. La ley le obliga a abandonar uno de los dos destinos antes del próximo verano.

Por lo que parece, Fainé se inclina por quedarse en La Caixa, pues no en vano esa institución es la que domina todo el conglomerado financiero y empresarial. Pero hasta que no se despeje oficialmente, la incógnita sobrevolará las torres color azabache de la Diagonal.

Muchos otros ejecutivos de firmas cotizadas sobrepasan la edad a la que en el curro ordinario se jubila todo bicho viviente. Me refiero, por ejemplo, a José Domingo Ampuero, de la fabricante de envolturas plásticas Viscofan; Antonio Brufau, de la petrolera Repsol; Víctor Grifols, de los laboratorios Grifols; Antonio Llardén, de Enagás; Ana María Llopis, de los supermercados Dia; Florentino Pérez, de la constructora ACS; José Oliu, de Banco Sabadell; Ignacio Sánchez Galán, de la eléctrica Iberdrola; y Rafael Villaseca, de Gas Natural.

El hecho de que las sociedades del Ibex den cobijo a innumerables ejecutivos de edad provecta hace que cada día se asemejen más a una especie de albergues de diplodocus. Pero el mudo veredicto del DNI es inapelable y el grueso de esa mesnada tiene los días contados.

Eso sí, cuando por fin se larguen a casa, no sufrirán penuria alguna. Si algo tienen en común es que todos ellos sin excepción ingresaron tiempo ha en la selecta casta de los multimillonarios. Por tanto, dejarán los cargos con el riñón bien cubierto.