Pensamiento

El fallido viaje al centro

30 octubre, 2015 00:00

Corría el mes de diciembre de 2014 cuando Podemos hizo su presentación oficial en Barcelona. Fue en el pabellón Municipal d’Esports de la Vall d’Hebron de la capital catalana. La sala estaba a reventar, no pudieron entrar todos los que acudieron a la cita del nuevo partido. Tampoco todos los que asistieron pudieron ver en vivo y en directo a Pablo Iglesias, el nuevo mesías. Entonces no se sabía, pero faltaba un año justo para las elecciones generales y parecía que la victoria estaba al alcance de la mano. Si se hubieran convocado los comicios a primeros de este 2015, muy probablemente Podemos hubiera asaltado los cielos y Pablo Iglesias hoy sería el inquilino de la Moncloa. Sin embargo, eso no ha sucedido y no parece que vaya a ocurrir en un futuro inmediato. ¿Por qué?, cabe preguntarse. Veamos.

Como suele ocurrir en política, cuando las cosas van mal dadas, a los de la formación morada se les han encendido todas las alarmas

Podemos se presentó por primera vez a unas elecciones en la primavera de 2014. Fue en mayo, y contra todo pronóstico obtuvo cinco escaños en los comicios al parlamento europeo. A partir de ahí las expectativas de la nueva formación se dispararon, parecía que sus aspiraciones no tenían techo. No obstante, el primer contratiempo electoral llegó en las elecciones autonómicas andaluzas, celebradas el pasado mes de marzo. Su resultado, para cualquier otra formación, hubiera sido un gran resultado. Ciertamente pasar de 0 a 15 escaños, es un salto a tener muy en consideración, pero fueron tantas las expectativas que había generado la nueva formación que aquel desenlace tuvo un sabor amargo. Además, después les faltaron cintura y reflejos para negociar, mientras que Ciudadanos, el partido de Albert Rivera, con mucho menos ruido mediático obtuvo 9 diputados y se convirtió en el partido emergente por excelencia.

Apenas dos meses después llegaron las elecciones municipales en toda España y autonómicas en 13 comunidades. En esa ocasión el éxito obtenido por los de Iglesias fue diverso, pero estuvo en función, en gran medida, de la superación de las candidaturas de partidos al uso. Fue el caso de Madrid, Barcelona, Zaragoza o Badalona, por poner algún ejemplo.

Sólo ha faltado el cara a cara político entre Pablo Iglesias y Albert Rivera que, según la práctica totalidad de observadores y comentaristas políticos, ganó holgadamente el líder de C's

Casi sin solución de continuidad llegaron las elecciones catalanas del mes de septiembre. En esa ocasión el batacazo de los de Podemos junto con Iniciativa per Catalunya Verds ha sido considerable. Y claro, como suele ocurrir en política, cuando las cosas van mal dadas, a los de la formación morada se les han encendido todas las alarmas. Sólo ha faltado el cara a cara político entre Pablo Iglesias y Albert Rivera, líderes de Podemos y Ciudadanos, en la cadena de televisión La Sexta, dirigido por Jordi Évole. En el mismo, y según la práctica totalidad de observadores y comentaristas políticos, Rivera le ganó la partida holgadamente a Pablo; habló de manera más convincente, llevó la iniciativa y transmitió más seguridad a la hora de comentar los temas más importantes. Pero es que además, según dicen los expertos, el tono del discurso siempre es importante, y el líder de Podemos parece no haber evolucionado, su oratoria se asemeja poco a la de un candidato a La Moncloa.

De forma casi paralela, la cúpula de Podemos ha estado explorando la posibilidad de acudir a las elecciones generales confluyendo con Alberto Garzón e Izquierda Unida, pero las negociaciones se rompieron y el excesivo ruido mediático además de dejar en entredicho la capacidad negociadora de unos y otros y la voluntad real de entenderse, no beneficia a nadie.

Quizás el secreto del éxito de los de Pablo Iglesias deberíamos buscarlo en el enfado y la indignación de cientos de miles de ciudadanos hartos de PP y PSOE y que, sin embargo, hasta ahora no han encontrado una formación que catalice su malestar.

Tal vez uno de los problemas de Podemos es la inconcreción de sus objetivos y programas

De todos modos, tal vez uno de los problemas de Podemos es la inconcreción de sus objetivos y programas. Los ciudadanos tienen todo el derecho a saber qué alternativas ofrecen para resolver cuestiones que los partidos clásicos no han sabido, no han podido o no han querido atajar. Asimismo, parece evidente que cambiar el eje derecha-izquierda por el concepto arriba-abajo no les ha funcionado.

Acostumbraba a decir, con frecuencia, el ex senador y ex presidente del PSC, Isidre Molas, que para ganar unas elecciones es necesario tener los pies en la izquierda y el culo en el centro. El político catalán tenía toda la razón. Según todos los sondeos ese espacio aglutina un 40% de la población. En consecuencia, es condición necesaria, aunque no suficiente ganar en ese ámbito, si se tienen aspiraciones reales de llegar a La Moncloa.

Todo este galimatías electoral ha hecho que la dirección de Podemos decida presentarse en listas conjuntas en Comunidades como Cataluña, Valencia o Galicia. Está por ver si de esa forma se potencia su proyecto o por el contrario se diluye en un magma de intereses, tan legítimos como imposibles de armonizar de manera conjunta. El tiempo nos dirá si la decisión ha sido la correcta.

Faltan pocas semanas para las elecciones generales y todo indica que el viaje al centro de los de Pablo Iglesias está resultando fallido. En estas circunstancias, y, a juzgar por lo que anuncian las encuestas y los estudios de opinión, el asalto a los cielos de la gente de Podemos tendrá que esperar.