Pensamiento

Los separatistas no romperán España, pero han roto Cataluña

27 septiembre, 2015 22:51

Hace 24 horas escribía en Facebook: si hay una cosa que temo es confundir el deseo con la realidad. Y un amigo que me conoce bien me respondió: nunca te has olvidado de la razón a la hora de escribir. El deseo, lo que creía, es que la participación iba a ser masiva, y si lo era, la suma del 'no' superaría holgadamente a la suma del 'sí'. Es lo que pasado.

Mas ha ganado las elecciones, pero ha perdido el plebiscito, que decía que era lo que realmente era.

Estas elecciones tenían trampa desde el minuto 0: arrancó con la mani de la Diada a la que la ANC dijo que habían concurrido dos millones de personas, multiplicando casi por cuatro al número de manifestantes (se coge antes a un mentiroso que a un cojo), y acababa en el puente de la Merçè para engordar la legión de la abstención en el área metropolitana. La sorpresa fue que en la jornada de reflexión el economista Oriol Amat (número 7 de JxS) soltó una doble caña diciendo que la estrategia de Mas era recuperar el Nou Estatut sin laminar. Era la estrategia de la mentira fundamentada en el viejo principio que el fin justifica los medios.

El resultado es éste: Mas ha ganado las elecciones, pero ha perdido el plebiscito. En Escocia fue por un 10%, en Cataluña por un 5%

El porcentaje de todas las elecciones catalanas desde las primeras de 1980 era el de una participación media del 60%, con ella Pujol ganaba siempre porque votaba la llamada Cataluña catalana. La participación catalana en las Generales era del 74%. ¡Catorce puntos más! 750.000 electores que pasaban de las autonómicas.

García Albiol dijo que, si se llegaba al 72%, a Mas se le caería el chiringuito. Cuando le oí, pensé que era una temeridad porque había que superar el 75% para que Mas comprobara que existía una mayoría silenciosa que iba de puntillas, pero que existía. En las elecciones de 1982, que dieron el triunfo a Felipe González, la participación había sido del 80%. No era, pues, una entelequia confiar en al menos una participación del 75%. Teníamos la experiencia de hace un año, de las escocesas con una participación del 85%. No íbamos a ser menos los catalanes que los escoceses. Estoy convencido de que, si hubiera sido técnicamente un plebiscito (a sí o no), la participación no habría sido menor.

Sospeché que no iba desencaminado cuando la consejera de Gobernación, Maritxell Borràs, dijo que el voto de los catalanes que viven en el resto de España se había incrementado en un 70%. Ese voto no podía ser separatista... Que el Govern temía una alta participación lo dejó claro Borràs, no por lo que dijo, sino por lo que no dijo en la jornada de reflexión: pidió una jornada de civismo, pero no alentó a la participación.

En fin, el resultado es éste: Mas ha ganado las elecciones, pero ha perdido el plebiscito. En Escocia fue por un 10%, en Cataluña por un 5%.

Paradójicamente, la foto de la voluntad popular que machaconamente los separatistas han repetido durante los tres últimos años es la que les ha retratado.

Hemos aclarado el paisaje, pero no hemos resuelto el problema porque, como decía Ortega y Gasset, "cuando el herido es pura llaga, si lo curas lo matas". Hablaba de Cataluña durante la República.