Pablo Iglesias y Artur Mas, tan lejos pero tan cerca...
Intentaré demostrar lo que la filosofía defiende: que los extremos están más cerca de lo que parecen. Y que en el fondo todas las tácticas electorales son las mismas. El ejemplo que voy a dar es entre dos personajes antagónicos: Pablo Iglesias y Artur Mas.
Viene a cuento las semejanzas tras el choque frontal en el primer domingo de campaña cuando Mas dijo que si cerraba los ojos veía que el discurso de Iglesias era idéntico al de Aznar.
Si Pablo Iglesias para vencer emplea la dialéctica de los de abajo deben rebelarse contra casta de arriba, el discurso de Mas pretende robar el corazón de los catalanes castellanoparlantes que son más
En el discurso separatista clásico, piensa igual un español de izquierdas que uno de derechas. El razonamiento es binario: blanco o negro. La gama de grises no existe. Quien no vota a Mas es un nacionalista español. Por falso que sea, este discurso tan simple es la mar de efectivo.
La estrategia (el objetivo propuesto) es una cosa distinta, pero la táctica para cosechar los votos es la misma.
Pablo Iglesias es un neocom. El comunismo ha fracasado como proyecto político, pero la filosofía de Marx llegó para quedarse porque no sólo es un pensamiento para entender el mundo, sino un instrumento para transformarlo. Es el grito eterno de la rebelión. Es Espartaco, el primer cristianismo. Un ideal. Una utopía que se retroalimenta con esta crisis de caballo que, como las plagas de Egipto, lleva siete años asolando nuestras vidas.
La dialéctica que emplea Pablo Iglesias ya no puede ser la visión de las fábricas de Manchester que retrató el viejo Marx: la lucha de clases entre burguesía y proletariado. La lucha actual es entre una mayoría y una minoría, Iglesias la he resuelto audazmente como la lucha entre los de arriba (unos pocos: la casta y el gran capital), y una inmensa mayoría: los de abajo. Ya no importa ser de izquierdas o derechas.
Los de abajo agrupan a todas las escalas productivas, amén de parados y jubilados. Sólo están excluidos los más ricos. Los "amos", como decía Hegel en 'La Dialéctica de amos y esclavos', origen del pensamiento de Marx. Con esta táctica Iglesias sueña con la conquista del Estado, pero es sólo será posible con la fórmula de "contra peor, mejor".
Las estrategias de Artur Mas y Pablo Iglesias para conseguir sus objetivos son distintas, pero la táctica para alcanzarlo tiene un mismo señuelo: la mentira...
Este, precisamente, es el argumento de Mas: "Contra peor, mejor". Lo dijo en septiembre de 2012 cuando abrazó la fe separatista en una entrevista en La Vanguardia: con la crisis, el sacrificio de la separación será menor, dijo. El "ara o mai" del valenciano Joan Fuster.
A Mas tampoco le importa ahora ser de derechas o izquierdas, por eso Raül Romeva es el cabeza de lista. Se copian, porque la táctica es la misma.
La dialéctica de Artur Mas es tan simple y persuasiva como la de Pablo Iglesias, y si éste para vencer emplea la dialéctica de los de abajo deben rebelarse contra la casta de arriba, el discurso de Mas, lejos de la esencia tradicional nacionalista de Pujol, pretende robar el corazón de los catalanes castellanoparlantes que son más, por culpa de ese razonamiento de la señora Carulla de que Franco quiso diluir Cataluña con la invasión del ejército de la inmigración española.
Si el comunismo de Iglesias es neocom, el de Mas es neona.
Por eso los de la ANC aplauden a rabiar en los actos multitudinarios a los oradores que reclaman en castellano la independencia. Antes les silbaban y ahora les vitorean. Aplauden los mismos que están a favor de las multas lingüísticas.
No existe peor cinismo que el que se presenta con cara amable.
Este es el sector social que Mas y la ANC pretenden conquistar, porque la voluntad de poder, que decía Nietzsche, de conservar y aumentar el banco de votos necesario para vencer, los tiene que pescar con esa red tramposa y falsamente sedosa que bailó a ritmo de rumba el último 11S
Lo mejor de la filosofía es que te enseña a ver en la oscuridad.
Las estrategias de Artur Mas y Pablo Iglesias para conseguir sus objetivos son distintas, pero la táctica para alcanzarlo tiene un mismo señuelo: la mentira...
PD: El próximo será el mito del número de manifestantes; antes se coge a un mentiroso que a un cojo...