Mama, por (de la lista única)
Hubo un tiempo (créanme) en que personas que ahora ocupan un puesto más que distinguido en la llista se reían del nacionalismo y otras catalanidades ruraloides. Eso era cuando los más trepas del lugar no asociaban ambición con discurso único independentista. Cuando en Cataluña se medraba presumiendo de otras cosas.
Hay que imponer la lista única, el discurso único, el plato único, como sea y a costa de lo que sea
Hubo un tiempo en que en Cataluña se celebraban elecciones con sus más y sus menos, pero por lo menos unas gotitas de democracia. Ganaban unos, perdían otros. La diferencia entre ganar y perder era nítida o, cuanto menos, honesta. El que sacaba menos votos entendía que había perdido y que se tenía que ir a su casa con el rabo entre las piernas. No pegaba el rabo a la pierna de otro para disimular.
También es verdad que incluso en cualquier tiempo pasado, mejor o peor, se dio siempre una circunstancia tan machacona como maldita. Un desdichado divorcio de horizontes electorales. Muchos que iban a votar a las catalanas no salían de casa para las españolas, y viceversa. Resultado, la esquizofrenia entre los dos hortets. La Cataluña no plural sino bifronte. Bífida.
No se notó, o no dolía tanto, mientras ninguna de las dos Cataluñas heladoras de corazones trató de sacar los pies del plato. En pleno franquismo o en pleno lo de ahora simplemente no caben, no cabemos todos. Y hay que imponer la lista única, el discurso único, el plato único, como sea y a costa de lo que sea.
Unos se cargan directamente la democracia manu militari. Otros la dinamitan desde dentro. Haciendo tan enrevesada la interpretación de lo que entra en las urnas y sale de ella que en la práctica se puede inferir casi cualquier cosa de casi cualquier resultado electoral. Mira los griegos: vota la calle una cosa, el Parlamento otra y hala, a presumir todos de caos y de delirio.
A Raül Romeva, a quien por cierto me honro en contar entre mis amistades, entre las gentes que aprecio, ya hay quien le llama el Varoufakis catalán, o incluso español. ¿Significa eso que ya tiene todo el mundo claro que Artur Mas es el Tsipras?
I això, qui ho paga?