Queremos ayuntamientos bilingües
El PSC y Ciutadans acaban de firmar un pacto de gobierno en el Ayuntamiento de Lérida. Es el segundo que hacen estos dos partidos tras el del Ayuntamiento de Calafell. En ambos casos, el pacto establece que los respectivos ayuntamientos respetarán la Constitución y las leyes, lo cual es una muy buena noticia ya que estamos acostumbrados a ayuntamientos sectarios que hacen lo que les parece. Una segunda muy buena noticia es que los pactos también incluyen una revisión de las normativas de usos lingüísticos de los dos ayuntamientos.
A partir de estos dos pactos, se abre un espacio donde ambos partidos pueden hacer mucho en favor del bilingüismo y el respeto a las dos lenguas de Cataluña
A partir de estos dos pactos, se abre un espacio donde ambos partidos pueden hacer mucho en favor del bilingüismo y el respeto a las dos lenguas de Cataluña en las instituciones. En este artículo me tomaré la libertad de imaginar en qué consistiría un plan para dejar atrás el monolingüismo existente hasta ahora e introducir el bilingüismo en estos ayuntamientos.
En primer lugar, el ejercicio del bilingüismo por parte de las administraciones plantea la pregunta de qué forma debe tomar este bilingüismo: los documentos ¿deben estar todos ellos en las dos lenguas o para cada documento debe haber versiones separadas en catalán y en castellano? En mi opinión, es mejor la primera opción porque es más práctica ya que el mismo documento sirve para todos los ciudadanos.
La comunicación de los ayuntamientos se puede dividir en dos áreas: la externa y la interna. Desde mi punto de vista, la primera fase de este plan para introducir el bilingüismo debería centrarse en la externa: conseguir que los ayuntamientos envíen sus comunicaciones a los ciudadanos en formato bilingüe y que la atención telefónica dé la posibilidad de elegir entre el catalán y el castellano. En cuanto a las respuestas a comunicaciones escritas por parte de los ciudadanos con los ayuntamientos, se debería conseguir que éstas o fueran bilingües ya por defecto o se adaptaran a la lengua en la que cada ciudadano concreto se ha dirigido al ayuntamiento. Conseguir estas tres cosas sería un gran paso adelante y muy importante porque es la relación individual de la Administración con cada ciudadano concreto donde la vulneración de los derechos lingüísticos es más evidente.
Entonces está la comunicación externa dirigida a todos los ciudadanos, es decir, las campañas informativas en la calle. Estas, hasta ahora, han sido sólo en catalán. Se podría impulsar que una parte de ellas, fijando un porcentaje que podría ir aumentando con el tiempo, fueran bilingües. ¿ Los pósters y carteles de las celebraciones de las fiestas mayores en catalán y castellano? ¿Las informaciones sobre los eventos culturales de la ciudad en catalán y castellano? ¡Sería histórico!.
La comunicación interna debería ser la segunda fase. Los ayuntamientos, al igual que todas las instituciones de la Generalidad son monolingües. Los recintos físicos tienen toda la información en las paredes y los paneles sólo en catalán y toda la documentación interna que genera cada institución está sólo en esta lengua. Lo máximo que puede hacer un trabajador público es escribir un mail a un colega en castellano pero cualquier texto creado por un funcionario para la institución donde trabaja debe estar "preferentemente" en catalán, y todos sabemos que preferentemente significa exclusivamente. Estas dinámicas son muy difíciles de romper y es previsible una oposición feroz por parte de los partidos nacionalistas a hacer cualquier cambio. Veremos, sin duda, la gran resistencia de los concejales nacionalistas en Lérida y Calafell si el pacto PSC-C 's lleva adelante una modificación pro-bilingüismo. Será difícil modificar los usos lingüísticos internos pero se puede empezar por traducir algunos de los documentos importantes al castellano. Algunos documentos internos ya lo son ahora de bilingües, pero estos son sólo textos con las informaciones importantes para el público general ya que la normativa obliga a disponer de ellos en las dos lenguas. Pero respecto a los documentos importantes de uso interno de los ayuntamientos, éstos están sólo en catalán. Entonces son estos de los que de manera gradual se debería poder tener versión en español. El bilingüismo interno puede ser un proceso largo y tortuoso pero si el externo comienza a rodar con éxito y aceptación ciudadana, el interno será más fácil.
Además, hay algo que se puede hacer y de hecho ya se hace desde el primer día y de forma espontánea a nivel interno, y no sólo en Lérida y Calafell: hablar en castellano a los plenos. Yo no sé si algún concejal había hablado alguna vez en español en un pleno del Ayuntamiento de Barcelona hasta ahora; lo dudo. En el Parlamento nadie había tenido ese "atrevimiento" hasta que, en un día histórico, hace diez años, Albert Rivera lo hizo. Ahora, algunos concejales de Ciudadanos hablan en los plenos en castellano, de forma natural, sin tener que planificar nada, y esto será un gran cambio en el paisaje lingüístico interno de los ayuntamientos. Otros concejales, incluyendo algunos de Ciudadanos, hablarán en catalán y nos encontraremos con lo que deberíamos encontrar más a menudo en el ámbito institucional, con una "conversación bilingüe", donde cada participante habla en la lengua que quiere y nadie se ha sentir violentado ya que todos entienden las dos. Es decir, un reflejo a nivel institucional de lo que ya ocurre en la calle.
Nunca, desde ninguna institución, se ha preguntado por las preferencias lingüísticas de los ciudadanos
Paralelamente a las negociaciones sobre el plan para introducir el bilingüismo, tanto en el Ayuntamiento de Calafell como en el de Lérida, deberían hacer una encuesta ciudadana y preguntar a los residentes del municipio como querrían que el ayuntamiento se dirigiera a ellos, si ya los va bien sólo en catalán o si prefieren comunicaciones bilingües. La respuesta mayoritaria es muy probablemente la segunda. En mi opinión, no es suficiente con que los dos partidos prueben de llevar adelante la promoción del bilingüismo en sus ayuntamientos pro su cuenta. Al ser un tema tan complicado, donde la maquinaria nacionalista se tira agresivamente en contra de manera inmediata, debe tratarse bien, con toda la legitimidad posible, y la legitimidad mayor la da el apoyo ciudadano. Las comunicaciones bilingües son necesarias no sólo porque lo pide C 's y sus votantes, y la mayoría de votantes del PSC, sino también una mayoría de ciudadanos de las dos ciudades. Estos son los datos que se han de esgrimir, la demanda ciudadana a favor del bilingüismo.
Hasta ahora, no hemos dispuesto de datos al respecto, ni a nivel municipal ni de toda Cataluña. Los únicos datos lingüísticas existentes son las encuestas sobre los usos lingüísticos de la población que hace la Generalidad sobre la población de Cataluña cada cinco años además del Barómetro de Barcelona pero todos los datos que resultan de estas encuestas son descriptivos. Preguntan a los entrevistados en qué lengua hablan normalmente, dónde, con cuál se identifican, etc. Pero nunca, desde ninguna institución, se ha preguntado por las preferencias lingüísticas de los ciudadanos. ¿Le gusta tener un ayuntamiento monolingüe? ¿Qué le parece la inmersión? ¿Está satisfecho de subvencionar sólo los medios de comunicación en catalán? Estas preguntas no se han hecho nunca. El Govern dice que todo el mundo está encantado con la política lingüística y rechaza cualquier petición de encuestas en el tema lingüístico. Es hora de que las opiniones de los ciudadanos sobre el uso de las lenguas en el ámbito público comiencen a ser objeto de encuestas y que empecemos a saber qué piensan de verdad.
No será fácil llevar a cabo un plan pro-bilingüismo en Calafell y Lérida. Sólo que se empiece a conocer la propuesta, ésta ya levantará toda la reacción habitual de ataque al catalán. Pero las cosas están cambiando y este tema debe dejar de ser un tabú. Ha llegado la hora de introducir el bilingüismo en los municipios. Que empiecen Lérida y Calafell será un gran paso que otros pueden seguir. Pero, siendo realistas, debemos pensar que será un proyecto a largo plazo; razón de más para ponerse en ello pronto.