SCC se va de 'tour' a Washington
Aún no habíamos aterrizado en Washington cuando, por Twitter, 'indepes' indignados se hacían eco de nuestra llegada. Habría que preguntarse por qué lo sabían antes que nadie. Escandaloso que la Embajada española hubiera hecho esto y lo otro; escandaloso el dinero de que dispone Sociedad Civil Catalana (SCC); escandalosa SCC... ¡Ufff!
Las relaciones entre la sociedad civil y la diplomacia no deberían escandalizar a nadie, sino al contrario
Todo valía antes de llegar a uno de los centros políticos más importantes del mundo, y todo valía después. El diario Ara titulaba nuestro viaje: "L'Ambaixada espanyola coorganitza un 'tour' de Societat Civil Catalana per Washington".
Voy a contestar: SCC es una asociación privada, y como tal, no está obligada a dar explicaciones sobre sus actividades internacionales. No obstante, decidimos convocar una rueda de prensa para dar cuentas del viaje. Al finalizar, me quedé un rato hablando con la periodista del rotativo citado y otro periodista, que agradeció las explicaciones sobre el viaje ya que, según nos comentó, era harto difícil que el Gobierno catalán diera detalles sobre sus acciones internacionales.
La diferencia entre el Ejecutivo autonómico y SCC es que el primero sí está obligado a darlas. Les comenté que tal vez con dichas explicaciones cundía el ejemplo. Pero no, lo destacable de la noticia fueron nuestros vínculos con la Embajada, dándoles además un tono peyorativo tal como se aprecia en el titular.
En fin, el viaje y contenido lo organizó SCC. Y, para más detalles, yo soy la responsable. Pedí ayuda a Javier Rupérez que me sugirió hablar también con Fernando Jiménez, ambos muy bien relacionados en Washington y, por razones obvias, con la Embajada de España. El embajador, al que agradezco mucho su gesto, nos invitó a una cena de trabajo junto con representantes de think tanks norteamericanos. En dicha reunión se habló de la situación política de la región catalana y de España.
Las relaciones entre la sociedad civil y la diplomacia no deberían escandalizar a nadie, sino al contrario. No voy a citar leyes españolas, que sé que irritan a algunos de mis conciudadanos, pero sí la Ley de Acción Exterior catalana que bajo el título "Diplomacia pública de Cataluña" (aunque no sea una auténtica diplomacia) prevé en su articulado el apoyo a la internacionalización de la sociedad civil, proyección internacional de la ciudadanía catalana, etc.
Asimismo, Diplocat, consorcio de naturaleza público-privada, que en teoría representa al conjunto de la sociedad civil catalana, financia programas de visitantes extranjeros (políticos y periodistas, entre otros) para que tengan oportunidad de conocer a representantes de la sociedad catalana. De hecho, SCC fue invitada en un par o tres de ocasiones hasta que decidimos romper diplomáticamente la relación cuando se nos invitó a una cena con políticos extranjeros que venían a observar el pseudo-referendum del pasado 9 de noviembre por entender que era un acto que estaba entre los suspendidos por el Tribunal Constitucional. Meses después Diplocat relacionalmente nos finiquitó cuando su director nos llamó en Twitter fascistoides.
El derecho internacional también tiene algo que decir. La Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas de 1961 incluye entre las funciones de las oficinas diplomáticas "proteger en el Estado receptor los intereses del Estado acreditante y los de sus nacionales", "fomentar las relaciones amistosas y desarrollar las relaciones económicas, culturales y científicas entre el Estado acreditante y el Estado receptor". En ese marco, invitar a cenar a representantes de una asociación catalana cabe perfectamente entre las actividades que cualquier embajada española puede realizar en el país receptor. Por el contrario, sería de muy dudoso encaje y escandaloso que una embajada invitara a asociaciones o representantes políticos que promueven el secesionismo de una parte del territorio porque perjudica claramente a todos los ciudadanos de España y al Estado en su conjunto.