¡Cuidado, que vienen los dragones!
Estaba yo tan feliz celebrando el día de la literatura, el día del libro, el día de Cervantes, el día de San Jordi y de la rosa y de repente me doy cuenta que mi presidente, en la declaración institucional de la “Diada de Sant Jordi” me ha cambiado la historia. Yo ya me había hecho a la idea: todo resuelto con poco esfuerzo y eternamente independiente. Que decepción: ahora Mas nos cuenta cuentos de hadas, de princesas que necesitan ser salvadas y de feudos que necesitan cerrar puertas para que otros reyes de otros feudos no nos ataquen con sus dragones. Ahora, el señor de nuestras tierras nos manda luchar todos juntos contra los dragones, no sea que nos prendan fuego o se coman nuestras princesas de ocho apellidos catalanes. Al final de su discurso Mas, para animarnos, remachó: "Todos podemos ser un Sant Jordi y luchar". Y bien dispuestos, algunos ya se van a toda prisa a salvarnos, sintiéndose nuevamente como héroes. ¡Gracias compañeros, por luchar contra los dragones que nos hacen tanto daño!".
la historia de Mas me recuerda la locura de Don Quijote luchando contra los molinos de viento. No es el día de San Jorge el día de Cervantes?
Pero si me lo permiten, yo prefiero ser Sancho, consciente de la locura del Quijote. Porque la historia de Mas me recuerda la locura de Don Quijote luchando contra los molinos de viento. No es el día de San Jorge el día de Cervantes? Entonces hay que felicitar a Mas por su extraordinaria astucia y profundidad al establecer comparaciones subliminales entre Sant Jordi y Don Quijote, que el común de los mortales no sabemos captar. —Sancho, —le dice Mas — ¡estos que ves aquí son gigantes que nos quieren mal! —Y El pobre Sancho asiente por discreción, aunque sabe con lucidez que su caballero ha perdido el entendimiento.
Me reafirmo: Prefiero ser Sancho, porque ya hace tiempo que crecimos y nos dimos cuenta de que el mundo es complejo y que los problemas complejos ya no se resuelven con cuentos de hadas. Lástima que no seamos capaces de ver dragones y espadas medievales allá de nuestras tierras, espadas ceñidas expresamente para atacarnos. Lástima que seamos sensatos y sólo seamos capaces de ver en nuestra orilla del siglo XXI niños en el umbral de la pobreza, personas en paro, el desmantelamiento del estado del bienestar y multitudes ahogadas cuando huyen de la barbarie. Lástima que seamos tan vulgares que sólo queramos resolver las cosas pedestres, las de cada día, las que sí importan a la gente y las que sólo el común de los mortales, somos capaces de captar. Corrigiendo a Mas, en lugar de decir "Todos podemos ser San Jorge" diremos "Todos queremos ser Sancho y no necesitamos ir a matar dragones para tener dignidad".