Pensamiento

Sí, merecemos la pena

14 febrero, 2015 09:44

En su nuevo libro, Este país merece la pena (Espasa), Miguel Ángel Revilla reitera que a la política no se debe desembarcar por dinero. Refiriéndose a la época en que desempeñó el cargo de presidente de la autonomía cántabra, dice que cobraba al año doce pagas netas de tres mil cien euros al mes e “iba y volvía a mi casa de toda la vida en mi coche particular, sin ningún tipo de privilegio”. Al pasar a ser expresidente se quedó sin pensión, sin secretaria y sin despacho: “de hecho, a los dos meses de terminar mi mandato me mandaron una carta reclamándome que les devolviese 227 euros que, al parecer, me habían pagado de más en las últimas nóminas”. Él cree que en democracia no debe heredarse nada y también que, tarde o temprano, habrá que plantearse el tema de monarquía o república.

Se paga a un ‘lobby’ con sede en Nueva York, Independent Diplomat, al que pagamos un millón de euros cada año, y ayuda a que el señor Mas publique artículos en periódicos internacionales

Este libro es guión de unos programas televisivos, Revilla denuncia en él ‘las puertas giratorias’ de los altos cargos del partido que sea, habla con la gente afectada por el drama de las preferentes, se acerca a la Cocina Económica que regentan en Santander las Hijas de la Caridad, escucha a quienes sufren y quieren superarse. Asume la idea de que hay que fortalecer nuestra mentalidad hacia el bien común y hacia la conciencia de seres personales. El descrédito de los responsables políticos y sociales no debe salpicarnos a todos nosotros, a un país que encabeza el número de donaciones de órganos en todo el mundo. Un país cuyos habitantes viven más preocupados por sacar adelante a sus familias que entregados a “las sesudas reflexiones políticas o económicas de las altas esferas”. La estallante corrupción que nos inunda no debe hacer que nos rindamos, desmoralizados y con una autoestima colectiva hecha unos zorros. Hay mucho que hacer: “No todo son tarjetas negras, cuentas en Andorra y gentes de mala ralea que se apropia de lo ajeno. Todo lo contrario. En este país siempre han sido mayoría los que saben superarse y ayudar a los demás; nuestra historia está plagada de nombres y hechos que dan fe de ello”.

Lo primero que hace falta es tomar nota de todo y obrar en consecuencia. Como le contó Julio Anguita a Miguel Ángel Revilla: “No hay mejor carcelero que la voluntad del reo de someterse. Y así vamos”. Quien fuese alcalde de Córdoba recuerda que cuando militaba en el PCE en la clandestinidad “acusábamos al régimen de Franco de poner mucho fútbol en televisión para tener a la gente domesticada. Pues el pobre Franco –y el pobre lo digo con ironía- se ha quedado a la altura de un zapato, ahora hay mucho más”.

Los alquileres anuales de las embajadas de la Generalidad en París y en Nueva York nos cuestan, respectivamente, 600.000 y 500.000 euros

No estamos para bizqueras. El director del semanario El Triangle Jaume Reixach declara en este libro que: “La gente está absolutamente desinformada, la gente sabe menos que nunca. Y los periodistas más amordazados que nunca”. Si seguimos leyéndole encontraremos este párrafo: “La Generalidad tiene en estos momentos funcionando cinco embajadas en el mundo, en Bruselas, París, Londres, Nueva York y Berlín. Además tiene treinta y cinco delegaciones comerciales en el exterior y noventa y cinco casas regionales que también reciben subvenciones de la Secretaria de Asuntos Exteriores. Con esta red pretende que la causa independentista se difunda por el mundo. Pero no solo, también se paga a un ‘lobby’ que tiene su sede en Nueva York, Independent Diplomat, al que pagamos un millón de euros –que se sepa, porque esto es un misterio todavía- cada año, y que también nos ayuda a que el señor Artur Mas pueda publicar artículos en diversos periódicos internacionales, a que el Financial Times o The Economist hablen de Cataluña”.

Recalca Reixach que en los presupuestos de 2014, la Generalidad desembolsó dieciséis millones y medio de euros públicos en su política exterior. Y que la partida del presupuesto destinada a los distintos medios de comunicación fue de 300 millones de euros.

Para otras cosas no hay dinero pero, como denuncia el director de El Triangle ante Revilla, los alquileres anuales de las embajadas de la Generalidad en París y en Nueva York nos cuestan, respectivamente, 600.000 y 500.000 euros. ¿Nos merecemos todos estos dispendios?