'Ciutat morta' y las buenas conciencias
En junio del año pasado un amigo me recomendó que fuera a la proyección de Ciutat morta en el CCCB. Él, que era amigo de Patricia Heras, ya la había visto. Yo estaba, como es habitual en por esas fechas, desbordada de trabajo pero fue tal su insistencia que acabé por ir. El hecho de que uno de los directores fuera Xavier Artigas –esta vez acompañado por Xapo Ortega- me acabó de convencer ya que me había fascinado [No res], su anterior trabajo.
L’endemà, fue anunciado a bombo y platillo a pesar de ser inferior desde el punto de vista estético, Ciutat morta se emitió sin ninguna publicidad en el muy minoritario Canal 33
Ciutat morta me estremeció y cuando salí de allí estaba convencida de que había que hacer todo lo posible para que ese caso se conociera y por eso escribí sobre el tema, hablé a todo el mundo de ello y difundí por las redes cualquier convocatoria de proyección de la que me enterara o cualquiera de los muchos premios que esta producción, realizada con muy pocos medios pero con muchísimo talento, ha recibido. Porque -y creo que no se ha remarcado lo suficiente en el fragor de los últimos días- además de la importancia del caso que se denuncia, la película es, cinematográficamente hablando, impresionante.
Esto último no es una cuestión baladí pues aun resulta más difícil de justificar el porqué las televisiones no se han apresurado en difundirla. Parece mentira que, con la afición que hay a reivindicar cualquier producto patrio, una película que ha arrasado en todos los festivales en los que se ha presentado no haya sido promocionada y reconocida públicamente sino más bien todo lo contrario. Mientras que otro documental, L’endemà, fue anunciado a bombo y platillo a pesar de ser inferior desde el punto de vista estético, Ciutat morta se emitió sin ninguna publicidad en el muy minoritario Canal 33 y eso tras un fuerte presión porque, de entrada, TV3 no parecía entusiasmada por contar con la película en su programación.
Sin embargo, tal es la fuerza de lo que se narra, que finalmente no pasó desapercibida. Gracias a la labor de difusión por los redes sociales; a la ayuda de los imprescindibles Cafè amb llet y al efecto Streisand -producido porque Víctor Gibanel, ex jefe de Información de la Guardia Urbana, consiguió que se censuraran 5 minutos de la película-, el Canal 33 multiplicó por cuatro su audiencia habitual pasando del 5 al 20% de cuota de pantalla. Con más de medio millón de espectadores, la película superó a TV3 y fue lo más visto del día en Cataluña. Desde entonces, Ciutat morta ha abierto telediario y protagonizado portadas de diarios. De repente, todo el mundo se muestra escandalizado por el caso y se pide que se reabra. Hasta aquí, todo bien.
Creo que cualquier persona que se precie de demócrata se escandaliza ante semejante barbaridad y se ve impelido a pedir cuentas a las instituciones y a reclamar que se haga justicia, esa justicia en la que Rodrigo Lanzas, uno de los encarcelados, ha dejado ya de creer y que si llega, será demasiado tarde y, por lo tanto, injusta.
Sin embargo, muchas cosas llaman la atención. Durante la búsqueda de financiación para poder realizar la película –que finalmente se consiguió gracias al micromecenazgo-, ¿nadie se interesó por el suceso en sí? Y tras el visionado de la misma por parte de los responsables de TV3 para decidir su grado de interés a la hora de colocarla en la parrilla, ¿nadie se indignó lo suficiente como para denunciar el caso? ¿Ninguno de sus profesionales se animó a seguir investigando? ¿Nadie sintió curiosidad por esa película que no paraba de ganar premios y por el suceso que explicaba? ¿Ningún periodista de este país (más allá de pocas excepciones como los de La Directa) ha creído interesante saber qué se oculta tras el 4F? De hecho, sí que hubo en su día alguna periodista que se interesó por el caso, Pilar Rahola, que escribió un insultante artículo en el que le decía a una de las Madres de la Plaza de Mayo que había venido a seguir el caso poco menos que se volviera a su país. Ahora es de la que se rasgas las vestiduras en Twitter clamando al cielo y pidiendo justicia.
Frente a esos jóvenes que perdían su juventud en la cárcel por un delito que no habían cometido, mejor seguir aferrados a la poltrona aunque sea a cambio de cambalaches políticos. Indecente
Comentario aparte merecen los políticos. Ahora, por supuesto, todos creen que el caso se tiene que revisar como si no hubieran sabido hasta el momento nada de los trágicos sucesos ocurridos en 2006. Sin embargo, eso no es cierto. Mariana Huidobro, madre coraje de Rodrigo, llamó a muchas puertas, escribió muchas cartas, recogió muchas firmas y no obtuvo ninguna respuesta más allá de alguna visita de cortesía y alguna palabra de aliento. Nada más. Especialmente demoledor resulta el intercambio de tuits entre Ricard Gomà (ICV) i “Albert Martínez” (pseudónimo de Jesús Rodríguez, periodista de La Directa y uno de los guionistas del documental). Cuando Gomà escribe “cometimos el error de no ser lo suficientemente activos en la exigencia de aclarar los hechos a la luz de lo que denuncia Ciutat morta”, el periodista le replica: “no fue error, fue cálculo, me dijiste: 'no podemos apretar tanto al PSC, solo controlamos nuestra área, así son los equilibrios'”. Así, frente a esos jóvenes que perdían su juventud en la cárcel por un delito que no habían cometido, mejor seguir aferrados a la poltrona aunque sea a cambio de cambalaches políticos. Indecente.
Ahora, el alcalde Trias ha mandado la película a la Fiscalía y todos los políticos del Consistorio han aplaudido el gesto, supongo que porque sabían que la Fiscalía no iba actuar por no considerarse esta como una nueva prueba. Sin embargo, es nuestro deber ético seguir insistiendo en que se reabra el caso porque hay un guardia urbano tetrapléjico, una joven que se quitó la vida y cuatro más que fueron torturados y encarcelados y, tras ver la película, parece que sin motivo. Como dijo Rodrigo Lanza en la rueda de prensa del pasado martes 20 de enero: “a día de hoy sigo siendo culpable de algo que no hice, debo 1.000.000 de euros y a Patri nadie le devolverá la vida”. Por eso, insistamos todos hasta que nos hagan caso, #ReobrimElCas.