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Sílvia Orriols, líder de Aliança Catalana

Sílvia Orriols, líder de Aliança Catalana Europa Press

Pensamiento

Orriols, tendencia mundial

"El político clásico está en peligro de extinción; el votante prefiere a cómicos, músicos, actores o a una madre de familia numerosa"

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Cataluña vive el otoño del viejo nacionalismo. Su patriarca, Jordi Pujol, no declarará en la Audiencia Nacional porque carece de capacidad cognitiva para defenderse. Lo recuerdo hablando sin parar y mandando callar a cualquiera que no mostrara devoción por “su” Cataluña, pero la edad (95 años) le impide darnos una última lección. Su famiglia, no obstante, será juzgada por distintos delitos y acusada de formar una banda criminal.

Al nacionalismo le queda Sílvia Orriols, la joven madre de Ripoll y líder de Aliança Catalana. Ella representa a la nueva derecha de la terra: conservadora, profamilia, antiinmigración y favorable a bajar impuestos. Está en la misma onda que sopla por Europa, por el mundo.

Algunos piensan, y me incluyo, que montar el largo cirio del proceso (empezó en 2012) para acabar votando por el seny del socialista Salvador Illa tiene su gracia. Pero esa opción no está en la agenda de los verdaderos patriotas (va de retro, español, más que español), aunque las patronales catalanas y la burguesía veneren al socialista pactista y discreto que preside la Generalitat.

Sin embargo, los tiempos de las mayorías bipartidistas y sus pactos con los que se quieren largar de España están en punto muerto, además de dar muchos dolores de cabeza y generar anticuerpos.  

Precisamente porque soplan vientos distintos, desconocidos, los políticos clásicos no saben dónde buscar votos.

Oriol Junqueras, el republicano defensor de les tietes, se fue hasta La Sexta a acusar a Orriols, la líder sin pelos en la lengua del nuevo nacionalismo, de estar pagada por los servicios secretos españoles. Ni más ni menos. ¡Qué novedad! La culpa siempre es de Madrid y Orriols es una infiltrada españolista

Las risas de españoles de todos los colores, incluyendo catalanes y vascos, me llegaron al otro lado del Atlántico, donde, entre otras cosas, intentaba huir de tanta miseria política.

Evidentemente, la ocurrencia del líder republicano no apareció en los periódicos de Texas (EEUU), donde me encuentro haciendo de abuela y respondiendo whats al amanecer.

Sin esperar al día siguiente, los amiguetes de la tierra natal llenaron mi buzón con vídeos y frases inspiradoras de Junqueras y demás indepes. Entre otras, apareció una imagen de la señora Orriols vestida de quintacolumnista española y rodeada de un arcoíris de Jajajás

Un excompañero de otros tiempos, de aquellos en los que cada uno era lo que le daba la gana y podía disentir, me pidió que averiguara y diera razón de los avances del Texit, movimiento que --imitando al Brexit inglés-- propone la independencia de Texas sin ningún éxito. 

Señores independentistas, aquí, en esta tierra americana de viejos y recién llegados inmigrantes, cualquier acto público, del rodeo al fútbol, se abre cantando el himno de Estados Unidos.

Hasta el momento, Illa no ha avanzado en esa dirección. Sigue celebrando con Els Segadors cada 11 de septiembre, aunque todos sepamos que nunca le dejarán acercarse al sagrado Fossar de les Moreres; allí, no s’hi enterra cap traïdor.

La tendencia política internacional, de Barcelona a Madrid, de París a Texas, es la misma. Los avances de las derechas (conservadoras y antiinmigración) y las izquierdas (supuestamente nuevas o pseudocomunistas) son imparables; se apuesta por la nación fuerte y protectora.

Chile decidirá en diciembre entre una candidata de extrema izquierda y un político de extrema derecha. 

Americanos y europeos no piensan dar más oportunidades a conservadores moderados o liberales que se pierden en tópicas promesas, en mejoras a largo plazo. Tampoco la izquierda socialista de siempre sale reforzada. Por eso se agarran los votantes del partido Demócrata estadounidense al exrapero sonriente y musulmán de Nueva York que, en enero, ya será alcalde.

El político clásico está en peligro de extinción. El votante prefiere a cómicos, músicos, actores (el guapo Matthew McConaughey suena para gobernador de Texas) o a una madre de familia numerosa (Orriols).

Cataluña es reflejo de esa corriente. También un cómico se postula para candidato de Comuns, por no hablar del viejo rapsoda Lluís Llach y su desaparecida Assemblea Nacional Catalana (ANC). Llegan vientos nuevos y los partidos clásicos no saben ni pueden adaptarse a ellos sin cambiar de líderes. 

Sílvia Orriols arrasa en el independentismo y arrastra a ERC y a Junts por caminos desconocidos que llevan al precipicio. Una alianza entre los republicanos de Esquerra y los antisistema de la CUP sería prueba de ello.

Entre las menguadas filas de los líderes del procés nacen nuevos grupúsculos o simples desertores que buscan un lugar calentito (un sueldo) bajo el nuevo sol. En el otoño del viejo nacionalismo, el viento sopla a favor de las alianzas de derechas.

Orriols es tendencia.