Pásate al MODO AHORRO
Festa al Cel de Salou

Festa al Cel de Salou Ayuntamiento de Salou

Pensamiento

La Festa al Cel

"Lo que era, y es, una fiesta popular empezó a ser mal vista por la religión 'woke'"

Publicada

El pasado fin de semana volvió a celebrarse, tras cinco años de pausa, el festival aéreo más antiguo e importante de España, la Festa al Cel. Más allá del excelente espectáculo que ofrecieron 25 aviones y 8 helicópteros durante 11 horas distribuidas en tres días para más de 300.000 espectadores, las peripecias sufridas por este festival son un buen ejemplo de lo que hemos padecido la mayoría de los ciudadanos en los últimos años.

El festival nació en 1992 de la mano del aeroclub de Sabadell y del Ayuntamiento de Barcelona. Tuvo uno de los momentos de máximo esplendor en 2009, cuando la Red Bull Air Race se convirtió en el plato fuerte de la exhibición. Pero lo mismo que los aviones, todo lo que sube, baja. Y lo que era, y es, una fiesta popular empezó a ser mal vista por la religión woke. De Barcelona pasó a Mataró, de Mataró a Lleida y el Covid abrió un paréntesis que bien parecía definitivo hasta que ahora el ayuntamiento de Salou, conjuntamente con Port Aventura y otras entidades, se han animado a patrocinar este espectáculo.

La Festa al Cel parecía que iba a correr la misma suerte que el Rally de Catalunya dentro del campeonato mundial de Rallies, o la Formula 1, moribunda a punta de recibir la puntilla por el empuje de MadRing, algo de nuestro pasado, pero ya no de nuestro futuro. Pero la tenacidad de los organizadores y el apoyo de los patrocinadores ha hecho posible el milagro que, ojalá, tenga continuidad. La asistencia fue masiva, más de 300.000 espectadores. Por buscar un referente, más de diez veces la asistencia a la manifestación de la Diada de este año.

Además de la excelente organización y del increíble dominio de sus aparatos de los participantes, hay varios apuntes sobre los que merece reflexionar más allá de la esencia de un espectáculo.

Volar es bonito, y por quemar un día queroseno no pasa nada. El absolutismo ecologista desearía llevarnos a la edad de Piedra, pero ver un caza cercano a la velocidad del sonido atrae a mucha gente que también tiene derecho a disfrutar.

Destacó la absoluta normalización de la vida ciudadana. La mayoría de los números fuertes se llevaron a cabo por pilotos militares, tanto es así que el espectáculo contó con la presencia del jefe del Estado Mayor del Aire y del Espacio. Vimos varias veces la bandera de España, la más espectacular cuando dos paracaidistas bajaron una bandera de 70 metros cuadrados a toda velocidad. Y más allá de la bandera, la presencia del Ejército era, lógicamente, elevada. Lo único que recibieron fueron aplausos, como por otra parte es natural, aunque hasta hace nada su sola presencia hubiese sido noticia.

A pesar del alto nivel de los participantes, se echó a faltar la presencia de la patrulla Águila.  El grupo acrobático del Ejército del Aire realizó su última exhibición el 15 de junio de este año, arropado por la Patrouille de France (Francia), la Patrouille Suisse (Suiza), los Frecce Tricolori (Italia) y los Red Arrows (Reino Unido). El motivo formal de su desaparición es que los aviones C-101 ya estaban obsoletos y, se supone, que en 2026 habrá una nueva patrulla, con otros aviones y otro nombre, menos imperial supongo, a pesar de que el nombre se puso en tiempos de Felipe González (o tal vez por eso). Ojalá sea así y el Gobierno no cambie de opinión, porque la Patrulla Águila era una de las mejores escuadras acrobáticas del mundo. Por ejemplo, la única capaz de aterrizar en formación. Y más allá de su presencia en desfiles y espectáculos de masas, son una pieza imprescindible en la enseñanza de los pilotos de guerra. Para llevar un Eurofighter o un F18 al límite, o “simplemente” volar pegadísimo a un caza ruso que invade el espacio de la OTAN, hay que hacer muchas horas de vuelo y todos los miembros de la Patrulla Águila son, ante todo, profesores de pilotos de combate. Tenerlos en tierra es malo para todos. Supongo que no los veremos en el desfile de las Fuerzas Armadas de este año y veremos si es verdad su reaparición en 2026. Ojalá puedan participar en la Festa al Cel 2026.

Finalmente, de nuevo el servicio meteorológico catalán se pasó de frenada. Es verdad que el domingo por la tarde llovió mucho, muchísimo en algunas zonas, pero no durante las horas del espectáculo y no sobre Salou. No es bueno lanzar alertas sobre todo Cataluña cada vez que puede llover, porque la población acabará no haciéndoles caso. Probablemente las alertas no impidieron que se acercase nadie al espectáculo, pero tal vez algunos regresaron a su casa antes de tiempo, reduciendo el consumo de los espectadores, uno de los propósitos de todo patrocinio municipal. Las tormentas son muy difíciles de predecir con exactitud, pero las alertas hay que dosificarlas, de lo contrario pierden su efecto disuasorio.

En definitiva, un gran espectáculo que ojalá se repita en 2026, como una muestra más de que Cataluña ha dejado atrás uno de los periodos más oscuros de su historia.