El cinismo no tiene límites y la indignidad tampoco.

Hay gente que va por la vida dando lecciones como si el resto de los mortales fuéramos idiotas. Se suben a un pedestal, o los suben, y desde su particular púlpito reparten lecciones como si fueran verdades eternas. “En política tienes que ser ejemplar y por eso dimito”, dijo ufana Noelia Núñez, otrora presidenta del PP de Fuenlabrada, vicesecretaria de Movilización y Redes Sociales en la ejecutiva de Núñez Feijóo y diputada. 

Fue ejemplar y dimitió, o la forzaron a dimitir, porque falseó su currículum. No fue un error, sino que fue una mentira que mantuvo durante años para medrar en un partido que le hacía el gara-gara aupándola como la Ayuso de Fuenlabrada.

Si tanto quería ser ejemplar por qué no se lo pensó antes. Por ejemplo, cuando falseó su currículum. No una vez, sino tres. Eso no fue una equivocación, como dijo en un primer momento, sino una fantasmada orquestada. 

El caso de Noelia Núñez, ahora fichada como tertuliana en una cadena de televisión, nos debería hacer reflexionar.

Primero, dudo mucho que pueda aportar un análisis fuera del argumentario que le pasarán porque no dará más de sí. Ese es el problema de los jóvenes que son captados por los partidos. Estos necesitan renovar sus huestes y los jóvenes se ven recompensados con puestos de trabajo mejor pagados que hacer de becario en una empresa y dejarte las cejas.

Muchos dejan de estudiar, pero la mayoría, por suerte, no. Acaban sus carreras y tienen un modus vivendi a la sombra del partido, con un puesto garantizado en la estructura o en la Administración como jefe de gabinete del dirigente de turno. Esto tiene un efecto directo en la democracia partidaria. No opinas por ti mismo, sino que opinas en función de tu fidelidad a ese líder de turno. 

Noelia Núñez no es un caso aislado, pero sí tenía una diferencia. Desparpajo y cara dura, algo que en Madrid DF se valora mucho. Su justificación, construida por el grupo de asesores de Ayuso y Feijóo, es salvar el partido aprovechando que llega agosto.

Se presenta como víctima, cuando es culpable. Dice que no es como los otros, utilizando un lenguaje sectario y haciendo del lodazal un lugar salubre. Esta señora debería abandonar la primera línea y hacer una reflexión personal. 

¿Qué necesidad tenía de engordar su currículum? ¿Qué le pasaba por su cabeza? ¿Tanto era su ego que necesitaba ensalzarlo? ¿O solo pretendía camuflar su mediocridad? Creo que esto último contiene la respuesta. Es una mediocre que tenía su ego por las nubes porque le decían que era lo más. Y como no lo era, lo adornaba con titulaciones falsas que pusieran nubes sobre su propia realidad.

Dice que es ejemplar porque ha dimitido, pero no hubiera dimitido y hubiera seguido subida en su burbuja si no la hubieran pillado con el carrito del helado. Dignidad, ninguna. Cinismo, todo. Ahora nos tocará aguantarla impartiendo doctrina en una cadena de televisión. La profesión de periodismo no es lo que era. Las audiencias y el espectáculo no lo son todo. Así nos va como país.