Luis Alberto Álvarez, notario de JLA Notaría / Cedida

Luis Alberto Álvarez, notario de JLA Notaría / Cedida

Business ENTREVISTA

Luis Alberto Álvarez, notario: “Aceptar una herencia sin analizar puede ser un grave error”

La conclusión del experto es clara y contundente: cada herencia exige un análisis individualizado desde la óptica patrimonial, fiscal y familiar

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La aceptación o renuncia de una herencia no siempre es una decisión sencilla. Más allá de lo emocional, entran en juego aspectos legales y fiscales que pueden convertir lo que parece un beneficio en un auténtico problema. Ante este dilema, expertos advierten a los herederos sobre las claves para evitar ser arrastrados por deudas o conflictos familiares.

Luis Alberto Álvarez, notario de JLA Notarios, en conversación con Crónica Global analiza y explica en detalle los escenarios más habituales y las consecuencias de cada decisión, subrayando una regla fundamental: “La herencia o se acepta o se repudia, no se puede aceptar parcialmente”.

No obstante, precisa que los legados ofrecen una vía de escape, pues es posible aceptar la herencia y rechazar un legado, o aceptar unos legados y rechazar otros, especialmente si el testamento fue configurado para facilitar esta opción.

La trampa de las deudas y el riesgo personal

La principal causa para repudiar una herencia es el balance patrimonial negativo. Cuando el patrimonio del fallecido contiene más deudas que activos, “los herederos saben que aceptar implicaría asumir esas deudas con su propio patrimonio si se acepta pura y simplemente”, un riesgo que pocos están dispuestos a tomar.

El notario Álvarez también menciona otros motivos de renuncia: la falta de liquidez para hacer frente a los impuestos y, en situaciones menos frecuentes, la decisión del heredero de evitar que sus propios acreedores se beneficien de los bienes heredados.

“Los acreedores pueden acudir a la autoridad judicial y exigir que acepte la herencia"

Respecto a las herencias con pasivo elevado, existe una protección legal: los acreedores del difunto solo podrán cobrar hasta donde alcance el activo hereditario, si los herederos aceptan a beneficio de inventario, pero siempre cumpliendo los requisitos previstos en la Ley.

Sin embargo, si la renuncia se debe a las deudas del propio heredero, la situación cambia drásticamente: “los acreedores pueden acudir a la autoridad judicial y exigir que acepte la herencia para que con esos bienes se les pague”.

El reloj de Hacienda: prescripción y sanciones

Otro punto sensible es la presión del fisco. El Impuesto de Sucesiones cuenta con un plazo de liquidación de seis meses desde el fallecimiento, prorrogable por otros seis. Si el pago se realiza fuera de término, se aplicarán recargos y sanciones.

Hacienda tiene un plazo de hasta cuatro años y medio, a contar desde el fallecimiento del causante, para reclamar el impuesto antes de que este prescriba.

Álvarez lanza una advertencia crucial sobre la prescripción fiscal y la renuncia: “Si el heredero espera a que prescriba el impuesto y después renuncia, Hacienda lo considera una donación, con su tributación correspondiente”.

A pesar de los riesgos, existen herramientas para aligerar la carga fiscal. El especialista recuerda que hay reducciones tanto estatales como autonómicas. Estas bonificaciones se otorgan por parentesco, edad, discapacidad, o están ligadas a bienes específicos como la vivienda habitual del fallecido o la empresa familiar.

“Aceptar una herencia, en teoría, siempre debería ser una ventaja”

Sin embargo, la geografía determina el impacto económico: “No es lo mismo heredar en Madrid o Andalucía que en Cataluña, donde las ventajas fiscales son menores”.

Juan Madridejos y Luis Alberto Álvarez, notarios de JLA Notaría / Cedida

Juan Madridejos y Luis Alberto Álvarez, notarios de JLA Notaría / Cedida

Conflictos cruzados: familiares y judiciales

Más allá de los fríos números, los conflictos familiares se alzan como un obstáculo importante en el proceso. Cuando un inmueble es heredado por varios hermanos, las disputas son frecuentes: “uno quiere vender, otro no, y eso complica la gestión”. Esta misma dinámica de desacuerdo se repite en casos de sociedades heredadas.

A pesar de la polémica familiar, los herederos deben saber que aceptar la herencia significa también asumir los farragosos problemas judiciales pendientes. Si el difunto mantenía pleitos abiertos, “los herederos se subrogan en esas acciones. Pueden ganarlos o perderlos, y eso genera incertidumbre”, advierte el notario.

La conclusión del especialista es clara y contundente: cada herencia exige un análisis individualizado desde la óptica patrimonial, fiscal y familiar. Aunque “Aceptar una herencia, en teoría, siempre debería ser una ventaja,” en la práctica, puede “convertirse en una pesada carga si no se mide cuidadosamente todo lo que implica”.