Shel Talmy, el gringo que descubrió Londres
Fallece un productor musical eficiente que, a mediados de los años 60, era alguien en el Londres pop y produjo al primer Bowie
Falleció hace unos días el productor discográfico norteamericano Shel Talmy (Chicago, 1937 – Los Ángeles, 2024), por complicaciones tras un ataque al corazón (o porque ya le tocaba: tenía 87 años). Talmy nunca fue un productor con ansias de estrellato, como Phil Spector (fueron al mismo instituto de Los Ángeles, el Fairfax High School, pero hasta ahí llega toda su relación), sino más bien un tipo que se topaba con lo que se topaba y trataba de hacer lo mejor con ello.
Él mismo lo dijo en una entrevista, que solo aspiraba a sacar lo mejor de los músicos con los que trabajaba, no a imponerles su propio criterio para fabricar, por así decir, sus propios discos por persona interpuesta (Spector era todo lo contrario, como podrían aseverar colaboradores esporádicos suyos como los Ramones de End of the century o el Leonard Cohen de Death of a ladies man, discos soberbios, pero en el fondo deliciosamente absurdos).
Shel Talmy siempre estuvo más en la línea de su compatriota Joe Boyd, productor de The Incredible String Band, Nick Drake o los primeros Pink Floyd, los comandados por el gran Syd Barrett. Y aunque también tuvo sus flirteos con el folk (produjo a los cantautores Roy Harper y Ralph McTell, responsable de ese monumento de canción que es Streets of London, y al grupo Pentangle), sus intereses siempre estuvieron más encaminados hacia el rock y el pop. Y no se le puede negar que una extraña mezcla de suerte y de intuición lo llevó a colaborar en el nacimiento de figuras fundamentales del Swinging London de los años 60.
Nada más llegar a Londres en 1962, hizo un influyente amigo en Decca que le presentó a los Kinks. Nada mal para alguien que, en su América natal, se había limitado a producir un single para la olvidada Debbie Shawn (Falling star) y a ejercer de músico de sesión para la, eso sí, prestigiosa cuadrilla conocida como The wrecking crew, que a tantas celebriities respaldó.
En 1963, Talmy produjo You really got me, primer hit de los Kinks y tema reconocido mundialmente como claro antecedente del proto punk. Y siguieron más colaboraciones, hasta el punto de que al señor Talmy le debemos una gran parte del sonido inicial de la banda de los hermanos Davies: All day and all of the night, Tired of waiting for you, Dedicated follower of fashion, Sunny afternoon, Waterloo sunset…
Sacar lo mejor de los músicos
Su habilidad con los Kinks llamó la atención del líder de los Who, Pete Townsend, quien se puso en contacto con Talmy para que le produjera sus primeros singles: I can´t explain, Anyway, anyhow, anywhere, My generation (en este caso, todo el elepé, como también sucedió con los álbumes de los Kinks Face to face y Somethin else).
O sea, que, a mediados de los años 60, el señor Talmy era alguien en el Londres pop. Y hasta se permitía bendecir con su presencia a grupos extranjeros, como los australianos The easybeats, a los que les fabricó la estupenda Friday on my mind, que David Bowie versionaría a mediados de los 70 en su álbum Pinups (y, por cierto, Talmy llegaría a producir al primer Bowie, cuando estaba al frente de grupos de tan precario futuro como The mannish boys boys o The lower third: las canciones elegidas fueron, respectivamente, I pity the fool y You´ve got a habit of leaving).
Los años de gloria del señor Talmy (como los de Joe Boyd) fueron, evidentemente, los 60, aunque aún tuvo la humorada, a finales de los 70, de producir un single del cuarteto punk The Damned. Talmy fue, básicamente, un hombre que estuvo en el lugar adecuado a la hora precisa. Nunca fue una estrella de la producción discográfica y, probablemente, tampoco lo buscó: le bastó con sacar lo mejor de los músicos con lo que se cruzó durante la década prodigiosa. Talmy es, tristemente, de esa gente que solo te acuerdas cuando muere y tomas entonces conciencia de todo lo que hizo por esa música que tanto hizo por ti cuando más la necesitabas.