Ramón Andrés / GALA ESPÍN

Ramón Andrés / GALA ESPÍN

Músicas

Ramón Andrés: “Aceptar la muerte es la piedra de toque de una existencia libre”

El escritor y musicólogo dedica 'La bóveda y las voces', un ensayo camuflado bajo la forma de un diario personal, a la figura y la obra de Josquin Desprez, uno de los padres de la polifonía

23 febrero, 2023 19:30

Ramón Andrés es un sabio. Leerle es adentrarse en páginas de conocimiento, erudición y reflexión. Muchos hemos aprendido sobre música leyendo su Diccionario de música, mitología, magia y religión, Filosofía y consuelo de la música y otros muchos de sus libros dedicados a Bach, Monteverdi o a Josquin Desprez. Es precisamente al primer maestro de la escuela francoflamenca , uno de los padres de la polifonía, a quien dedica su último trabajo, La bóveda y las voces (Acantilado). Un ensayo que, bajo la forma del diario personal, se convierte en un relato de viajes a través del cual vamos descubriendo la figura de este músico y compositor. El yo del diario personal se disuelve en este libro entre un eco de voces que primero nos transportan al siglo XV y después nos devuelven a nuestro tiempo, de quien Ramón Andrés es uno de los más lúcidos observadores.

Si bien es cierto que los géneros literarios para usted nunca han sido estructuras férreas, a diferencia de sus ensayos sobre Bach y Monteverdi, o de El mundo en el oído, aquí recurre a otro género: el diario personal. ¿Por qué?

–Responde a una estrategia inocente. Dar a conocer al público general a un compositor como Josquin Desprez no es fácil, sobre todo porque su nombre pertenece ya a la musicología, a la investigación. Es una figura de minorías. ¿Cómo cruzar esa frontera? ¿Cómo sacarlo de la academia? Pensé que una manera de conseguirlo era creando una ficción: ponerme a su servicio, caminar tras él en el tiempo, acompañarlo en sus largos viajes, hacerlo confidente de mi diario. Así nació La bóveda y las voces.

Ramón Andrés  GALA ESPÍN (CG) 1860

“Me duele escribir, porque así lo siento, que su muerte está cerca, y eso significa que este cuaderno termina. Finaliza el camino junto a este músico al que pediría de corazón, compungido, mientras me acerco a su lecho, ‘¡No se muera vuestra merced! ‘¡No se muera!’”. ¿La bóveda y las voces es o puede leerse como un relato de viaje?

–Es cierto. Para los compositores del pasado el hecho de viajar fue una constante. Iban de ciudad en ciudad, de corte en corte porque tenían que sobrevivir. Recorrían países enteros. Josquin, como tantos músicos franco-flamencos, viajó a Italia en busca de fortuna porque allí las cortes y las casas señoriales eran prósperas. En el libro describo los lugares por donde pasó, de modo que es un poco un diario de dos peregrinos que ofrecen al lector un acercamiento muy detallado a los siglos XV y XVI.

Rescata, por un lado, la tradición peripatética de deambular reflexionando y, por otro lado, la idea del paseo reflexivo de Rousseau.

–Acostumbro a caminar, y esos momentos son muy enriquecedores, entre otras cosas porque pienso con gran libertad. Muchas ideas me vienen mientras camino, es verdad. La tradición peripatética es muy sabia al respecto. La sangre, mientras andamos, está estimulada, el cerebro lo agradece. El problema del caminante de Rousseau es que casi siempre piensa en él; lo importante es pensar en el mundo.

La boveda y las voces, Ramón Andres

–¿Josquin es una especie de Virgilio que le da la mano? ¿Ese “¡No se muerta vuestra merced!” lo convierte en un Don Quijote al que su escudero admira?

–Josquin desciende al fondo del pasado, se adentra en el tiempo para enseñarnos los secretos de la música, como Virgilio hizo con Dante. En este sentido, yo adopto el papel de Dante, pero de un Dante muy modesto, muy menor, pero no menos admirado de ver las maravillas que muestra el maestro. En cuanto a su pregunta sobre Don Quijote creo que Josquin fue un carácter contrario al del caballero de la triste figura, porque el compositor era un calculador de estructuras, un gran arquitecto con la cabeza muy fría, un hombre profundo que vivió de manera solitaria sin pensar que iba a conquistar algo.

–En este ensayo, a pesar de ser un diario personal, el yo está envuelto en muchas voces, como si fuera una polifonía.

–Todo en la música polifónica invita a disolver el yo, a desplazar el ego. Es una música esencial en la que no caben las proyecciones personales. Lo dice muy bien: la voz propia queda anegada por la multiplicidad de voces de la música, pero también del pasado. Esto te pone en tu lugar y te sitúa muy bien, como una anécdota perdida en el tiempo, que es lo que somos.

diccionario de musica mitologia magia y religion

¿Se podría hablar de la polifonía como una concepción de la cultura?

–La polifonía posee una fuerte carga metafísica, va más allá de todo lenguaje, de lo que pueda sugerir una melodía secundada por una estructura armónica. La polifonía nos lleva continuamente a otros lugares, a otras cronologías. Nos relativiza, borra el perfil exacto del espacio en el que estamos porque la afluencia de voces simultáneas hace que nos perdamos como punto de referencia y nada físico sirve para orientarnos.

“Josquin es Josquin, y eso significa silencio, voluntario acallamiento”. Josquin es uno de los padres de la polifonía, pero ¿puede convivir el silencio con las voces?

–Suelo comentar que la música no es lo opuesto del silencio. Ambos se trenzan. Son una misma cosa. Porque el silencio es un estado mental y la música está hecha de un silencio profundo que se revela contra el lenguaje oral, que tanto determina.

FILOSOFIA Y CONSUELO DE LA MUSICA RAMON ANDRES

En una entrevista anterior me dijo que “tener silencio significa tener tiempo para pensar y para escribir”. Este libro, dedicado a la música, está lleno de silencio, pero también hay tiempo y distintos espacios. ¿Podemos habitar el espacio desde una nueva temporalidad?

–En todo lo que escribo persigo el silencio y un modo de pensar el espacio que nos envuelve. Nos hemos adueñado tanto de lo que nos rodea que el espacio que habitamos ha sucumbido a nuestra voluntad. Saber que no lo poseemos, que no somos dueños del alrededor, pensar que los objetos que están en él tienen su propia vida y su reminiscencia, es una premisa para sentir una liberación. Nada nos pertenece, y nosotros tampoco pertenecemos a nada, salvo a algunas personas por razones morales.

Quiero hacer énfasis en la idea de espacio: es central en su lectura sobre la música y la pintura. ¿Cómo se relacionan o cómo se alejan estos dos lenguajes desde un punto de vista espacial? ¿Cómo lo hacen desde una perspectiva temporal?

–La música es tiempo fluyente, y la pintura es la pura detención del tiempo. La resonancia de la música nos da referencia del lugar en el que suena; su reverberación es una manera de crear espacio. En cambio, la pintura comprime ese espacio, lo reduce a la proporción de un mundo pequeño, que es el cuadro. Y ese es su valor: ofrecernos un mundo contemplado, estático, pero en movimiento en nuestro interior.

COB Johann Sebastian Bach

La pintura y la música son dos artes que llegan donde no llega la escritura. ¿Siente los límites de la escritura?

–La escritura vive en el filo de su propio límite. La palabra es tan determinante, es tanta su capacidad de acotación, que es muy difícil trabajar con ella. De ahí lo valiosas que son las grandes obras literarias y los grandes poemas hechos con palabras comunes a todos.

En su ensayo nos encontramos a alguien que vive en soledad y observa cuanto acontece. ¿Para analizar hay que situarse al margen?

–No es posible aislar a una persona de su contexto porque entre el individuo y el exterior son una alianza. Por eso me gusta describir a alguien siempre en relación con lo que lo envuelve. Y creo que sí: para observar hay que situarse en un margen. Es verdad que se puede observar desde el centro del grupo, pero la perspectiva es sabia y hace que veamos a los demás (y a nosotros mismos) con mayor claridad. Yo vivo muy apartado, lo cual no significa que viva desentendiéndome del mundo. Todo lo contrario. Desde niño, no sé por qué, he vivido en un margen. Creo que fui engendrado en él.

Ramón Andrés  GALA ESPÍN (CG) 1866

Desde ese lugar relata la interrelación entre la gente tras el confinamiento y la necesidad del individuo de sentirse parte de un sistema.

–El individuo necesita, sobre todo, identificarse con algo, con alguien, por mucho que su narcisismo le haga creer que es distinto al prójimo y, todavía más, que es único. Es un espejismo de los tiempos actuales, que han levantado un templo a la identidad. De ahí la esclavitud que a tantos voluntarios acoge.

Otro de los temas clave del ensayo es la aceptación de la muerte. El narrador le ruega a Josquin que no muera, pero sabe que debe aceptar la muerte. ¿Seguimos sin saber aceptar la muerte?

–Aceptar la muerte es la piedra de toque de una existencia libre. Nuestra civilización, la occidental, es una cruzada contra la muerte. Nosotros mismos hemos creado el tiempo, un tiempo lineal que corre parejo a nuestras vidas, que siempre va cuenta atrás. En otras civilizaciones, las orientales, el tiempo es circular. Eso cambia la mirada. Nos vivimos como finitud, como almas condenadas, como espíritus que se angustian ante la idea de la nada. Tememos la nada, por eso vivimos en un continuo proceso de fabricación, de fabricación de cosas, útiles o no, eso no importa, pero que tienen que llenar un vacío. Trabajamos y trabajamos sin cesar creando cosas que, sea dicho, no son necesarias, pero forman parte de una huida hacia delante.