Carlos Nuñez, (Les Luthiers), durante la entrevista con 'Letra Global'

Carlos Nuñez, (Les Luthiers), durante la entrevista con 'Letra Global' Luis Miguel Añón

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Carlos Nuñez (Les Luthiers): "Los libros son los gritos mudos que nos dan todo"

El músico, componente del quinteto más longevo de Les Luthiers, señala que la cancelación ha hecho sus efectos: "Nos reíamos a carcajadas sobre los chistes de judíos, no sé si ahora sería igual"

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Carlos Nuñez Cortés (Buenos Aires, 1942) es una institución. ¿Serio? Afable, cruza el umbral, toma asiento. Se ríe. Es un maestro del humor. Lo sabe todo sobre por qué nos reímos, los mecanismos que logran algo único: un estado de felicidad, a veces, la mayoría de ellas, por cuestiones que pudieran antojarse absurdas. Carlos Nuñez es uno de los integrantes y fundadores del conjunto de música-humorística Les Luthiers.

En 2017 dejó el grupo, tras 50 años de trabajo. Les Luthiers seguiría unos pocos años más, para cerrar la trayectoria en 2023. “Cuando obtuvimos el Premio Princesa de Asturias decidí que ya estaba, que ese era el objetivo”, señala Nuñez entre la afirmación severa y la ironía, pero con la determinación de que quería ver qué sucedía en el otro lado, para dedicarse a otras cosas. Porque él se siente “músico y después una especie de científico retirado, al que le gustaba mucho el naturalismo”, asegura en esta entrevista con Letra Global, en la que deja un mensaje convincente: “Los libros son los gritos mudos que nos dan todo”, en alusión a los que se enorgullecen en estos días de no saber nada.

Portada del libro de Carlos Nuñez

Portada del libro de Carlos Nuñez

Nuñez decidió escribir muchas de sus experiencias. Lo hizo en Los juegos de Mastropiero, donde analizó los mecanismos del “ludolingüismo”, y continuó con Memorias de un luthier. Ahora completa esa historia larga con Es que me pasaron muchas cosas en la vida (Libros del Kultrum), que toma como título un comentario de una “sobrinita” de siete años, quien en una excursión en la que se pedía silencio para valorar los sonidos del bosque, la pequeña no paraba de hablar. ¿Por qué? “Es que me pasaron muchas cosas en la vida”, adujo. 

Les Luthiers, --con Carlos Nuñez, el segundo por la izquierda, cuando recibieron el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2017

Les Luthiers, --con Carlos Nuñez, el segundo por la izquierda, cuando recibieron el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2017 EP

¿Cómo se define una persona? Carlos Nuñez asume la pregunta, sin renunciar, claro, a esa ligazón durante 50 años con Les Luthiers, un grupo que viajó por todo el mundo, que logró un éxito enorme con música y humor, con juegos de palabras, con la complicidad de un público que venía preparado de casa. “Es muy difícil definirse, nadie como uno puede comprender la cantidad de cosas que lleva dentro. Pero cuando me preguntan, lo primero que digo es que soy músico, luego más cosas”.

¿La formación es importante? Carlos Nuñez estudió Química y Biología, y se encontró con los que serían fundadores de Les Luthiers en el coro de la facultad de Ingeniería. Eso lo cambió todo. “Fue algo mágico, pudimos compartir pasiones, a partir de la música y también compartimos el humor. Surgía la chispa del contrapunto, el juego de palabras que tenía relación con la música. Lo primero, por tanto, es que me siento músico y después soy una especie de científico retirado, al que le gustaba y le gusta mucho el naturalismo”.

Nuñez se incorporó muy pronto a Les Luthiers, el grupo que había fundado Gerardo Masana, con orígenes catalanes. Formó parte de la formación más longeva, que fue un quinteto, con Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich. ¿Inventaron un género?

“No tengo el recuerdo de inventar un género. Lo que mostramos es que se pueden juntar en un único producto la música y el humor. Mozart hacía música de forma tan oscura que sólo llegaba a los entendidos, al jugar con las notas. Se partía de la risa. Era entendido por Beethoven y por pocos más. Lo que nosotros hicimos es bajar la música erudita a la tierra y tocar todos los puntos con sentido del humor, y eso fue muy novedoso”, asegura Carlos Nuñez.

Este luthier que platica con afecto, que tiene el don de la comunicación, asegura que una de sus inspiraciones ha sido el libro del filólogo catalán Màrius Serra, Verbalia, sobre los juegos de palabras. Eso le llevó a escribir por qué el público se reía con Les Luthiers. Y llegó a clasificar hasta “40 tipos distintos de ludolingüismo”. Porque la virtud de la formación argentina fue que “nunca desarrolló un humor de cáscara de banana”, sino que intentó mostrar un humor inteligente, con todo lo que permite el léxico.

Carlos Nuñez (Les Luthiers), en la redacción de 'Letra Global'

Carlos Nuñez (Les Luthiers), en la redacción de 'Letra Global' Luis Miguel Añón

¿Eso podía llevar a Les Luthiers hacia otros públicos? Los espectáculos, en castellano, ¿se podían realizar en inglés? “Sabíamos desde un comienzo que íbamos a tener un público hispano-hablante. Nos ha encantado siempre Mel Brooks y Woddy Allen, e intentamos trasladar el espectáculo a lengua inglesa. Con muchos esfuerzos, --nos rompimos el alma—con guías en inglés en el escenario para preparar la función, lo intentamos y llenamos el Lincoln Center en Nueva York. ¡Llenamos el auditorio de latinos! ¡Vinieron latinos, y nosotros hablando en inglés!”

Los juegos de palabras llevan a equívocos. Las metáforas, la ironía, la posibilidad de dejar en ridículo a alguien, a un país… Carlos Nuñez no rehúye la cuestión sobre la cancelación. “Tengo serias discusiones con mi señora sobre la cancelación, sobre lo que se podía hacer o no. Y es cierto que todo ha cambiado mucho. Ahora hay ciertas obras de Les Luthiers que caerían mal, chistes de colectivos, de leperos, que en Argentina tenían su equivalente. Nos salían muy bien. Pero hoy, después de tantos años, después de lo que construimos, nos damos cuenta de que pisamos el palito más de una vez. Teníamos el ímpetu de la juventud”.

¿Entonces, ha habido retrocesos? “Las cosas han cambiado, y no todo ha sido para bien. Los chistes sobre judíos, nos reíamos a carcajadas, y la mitad de Les Luthiers era judía, de cinco, 2,5, eran judíos. No sé si ahora se podría hacer igual”.

El mismo público es ahora distinto. Todo cambia. Más allá de una cuestión natural, Carlos Nuñez responde sobre la receptividad del trabajo de Les Luthiers. Y en sus libros indaga sobre ello. ¿Quién respondía mejor? “El público más ilustrado, el más inteligente, era el más receptivo. Una parodia sobre la ópera la entiende mejor alguien que ha visto una ópera. Era muy gracioso verlo. Nosotros calificábamos al público, con fichas. Lo que esperábamos era que nos viera el público de conciertos, el que había leído, el que sabía qué podía esperar”.

Esa idea puede ser revolucionaria en estos días. Hay un cierto orgullo por todo lo contrario. Hay un rechazo, que se expresa en las redes sociales, sobre lo intelectual, sobre la cultura. Carlos Nuñez lo ha percibido. “Es terrible, no comulgo con eso. Todo lo contrario. Soy consciente de que la gente quiere vivir su propia experiencia, no quiere leer ningún libro que le diga lo que debe hacer. Yo fui siempre un gran lector, no como Borges, pero un lector constante. En el libro tengo una dedicatoria para mi papá y mi mamá. Y sobre mi papá narro algo, no sin cierto pudor, que fue así. Mi padre no leía. Le dije un día que quería un libro para mí, que había visto la biblioteca de la casa de un compañero, y que quería un libro. Me dijo que ya tenía los libros de la escuela. Pero se fue a una librería. Mi papá fue un gran tipo. Y entró y miró y compró. Me había comprado un diccionario”, señala Nuñez con una sonrisa.

¿Entonces? “Me reí de la anécdota, y ahora pensé, pobre tipo, se fue a una librería y se quedó abrumado al ver tantos libros. Preguntó y el librero le aconsejó que comprara un diccionario para el niño”.

Pero, ¿cómo se responde ante ese orgullo de no querer saber? “Los libros son los gritos mudos que nos dan todo, porque con la tradición oral se cantaba, pero la escritura vino a llenar un hueco en la Historia. Quedan los libros”.

En su libro, Es que me pasaron muchas cosas, explica una anécdota que enlaza con la alta literatura y con lo que siempre quisieron reflejar los integrantes de Les Luthiers. La narró Gómez de la Serna. En el café Gijón de Madrid un comercial se acerca a Valle-Inclán para que le preste alguna frase que pueda facilitar la venta del jabón Los Príncipes del Congo, un producto de la empresa en la que trabaja. Y al escritor, el maestro del esperpento, se le ocurren unas cuantas: “Desde Toledo a Busdongo, desde China al Japón, no hay nada como el jabón de los Príncipes del Congo”.

Carlos Nuñez, en una “casona” del País Vasco, como turista, se encuentra en una habitación con ejemplares de una publicación que se editaba en Barcelona, La hormiga de oro. Y encontró numerosas variaciones del mensaje comercial, jugando una y otra vez con las palabras: “Qué cómo me las compongo para estar siempre tan guapetón? Usando siempre el jabón de los Príncipes del Congo”.

Carlos Nuñez (Les Luthiers), en la entrevista con 'Letra Global'

Carlos Nuñez (Les Luthiers), en la entrevista con 'Letra Global' Luis Miguel Añón

“Vi esa colección, empecé a ojear, y me quedé maravillado, era esperpéntica, eran juegos de palabras y me dio un material valioso”, recuerda encantado Carlos Nuñez.

¿España para Carlos Nuñez? “Mi abuelo era de Cieza, en Murcia. Cuando vino la vicepresidenta (María Teresa Fernández de la Vega) a Buenos Aires, para concedernos a Les Luthiers la Encomienda de Número de la Orden de Isabel la Católica, --agosto de 2007—yo le pedí que quería la nacionalidad española. Y me dijo que se estaba preparando una ley para los nietos de españoles. El embajador español en Argentia, Rafael Estrella, me ayudó a prepararlo todo. Años después nos ofrecieron la nacionalidad a todos los integrantes de Les Luthiers. Maronna, que ya tenía la italiana, se quedó con la suya”, añade divertido Nuñez.

Este luthier, que es el que ha registrado como una especie de notario todos los espectáculos del grupo, los vídeos, las entrevistas, o las fotografías, tiene un recuerdo para el empresario catalán José Caturla. Fue quien apostó por Les Luthiers para llevarlos a España, en 1973. En aquel momento, los espectáculos no funcionaron. No se entendieron o faltó “la comunicación”, como señala Carlos Nuñez. Años después sería muy distinto, con funciones y funciones llenas de público en teatros como el Poliorama en Barcelona o el Marquina, en Madrid, e, incluso, en Sevilla, en La Cartuja, con 12.000 personas.  

¿Y qué pasa hoy en Argentina? ¿Cómo lo vive Carlos Nuñez? “Argentina es una ruleta rusa, no sabes por dónde va a salir. Hay un presidente esperpéntico, como es Milei, pero que ha reducido la inflación del 150% al 5%. Ha quedado fuera el 50% de los empleados públicos, es negacionista sobre el cambio climático, es mal hablado…es todo muy contradictorio”.

Carlos Nuñez está desconectado. Desde 2017, y después de aceptar “un celular”, tras las presiones del resto de integrantes de Les Luthiers, decidió prescindir del “aparatito”. Eso sí, “por las dudas, me mantengo cerca de Valeria, mi mujer. Ella sí tiene un celular”.