Madness
La banda saltó a la palestra en 1979 con el álbum 'One step beyond', que contenía el hit del mismo nombre que se encaramó a las listas de éxitos de toda Europa y que era una descarga instrumental
29 noviembre, 2021 00:00Frank Zappa se preguntaba si el humor tenía cabida en la música. Dejó la cuestión, tal vez retórica, en el aire, para que la respondieran otros. Realmente, no era una pregunta fácil de responder si tenemos en cuenta que el humor no equivale jamás a la charlotada (no, los Beatles de Cádiz nunca introdujeron el humor en la música, solo se limitaron a darle un aire pop a las chirigotas típicas de su ciudad). No cuenta aquí el humor involuntario del Don Diablo de Miguel Bosé ni la obra completa de los alemanes Modern Talking. Ni el lirismo ridículo de canciones supuestamente entrañables como Feelings o Lady in red. El humor en la música está obligado a ser sutil, y en ese sentido, los Kinks lo introdujeron hábilmente, junto a la crónica social, en sus canciones. Lo mismo hicieron, unos años después, los londinenses Madness, que saltaron a la palestra en 1979 con el álbum One step beyond, que contenía el hit del mismo nombre que se encaramó a las listas de éxitos de toda Europa y que era una descacharrante descarga instrumental a base de saxo desatado y carecía de letra, más allá de que de vez en cuando alguien gritara ¡Un paso adelante!
En teoría, Madness era un grupo de ska, la versión acelerada del reggae jamaicano, que se puso de moda brevemente a finales de los 70 gracias a grupos como The Selecter o The Specials. Quien esto escribe (y que jamás se rindió a la magia del reggae, que le aburría notablemente y cuyas connotaciones socio-religiosas a lo Bob Marley nunca logró tomarse muy en serio) recibió como agua de mayo la propagación del ska: curiosamente, una música que me resultaba tediosa se convirtió, gracias a la aceleración y al volumen, en un arma de diversión de lo más estimulante. Menos puristas que los Specials, Madness recurrieron al ska junto a otras influencias que no excluían el pop, el rock o el vodevil a la inglesa para fabricar un producto vibrante, rápido y ruidoso que no le hacía ascos en ocasiones a un cierto lirismo urbano. Hijos putativos de los Kinks de Ray Davies, los Madness del cantante Graham McPherson, alias Suggs, eran demasiado blancos y demasiado británicos como para mantener una estricta fidelidad a los ritmos jamaicanos, de los que se sirvieron a granel, pero sin considerarse jamás defensores de ninguna ortodoxia. Y, además, respondiendo a Zappa con cierto retraso, eran muy graciosos: lo demostraron en muchos de sus temas y en prácticamente todos sus videoclips, que, vistos uno detrás de otro, constituyen una antología del disparate que te asegura dos buenas horas de entretenimiento humorístico.
Madness ponían de buen humor al oyente. En Estados Unidos nunca llegaron a ser populares, en Europa se lo montaron más o menos y en Inglaterra han acabado convertidos en lo que allí denominan un national treasure. Su música era un falso ska (ellos la llamaban nutty sound, sonido chiflado), de la misma manera que el Bowie de Young Americans era definido por su creador como plastic funk, ya que él no era ni norteamericano ni negro. Pero lo importante era el resultado. Y el resultado fueron un montón de canciones sensacionales: One step beyond, Our house, Wings of a dove, It must be love (una versión de Labi Siffre), Michael Caine (con la voz del actor diciendo I´m Michael Caine) y muchas más que alargarían innecesariamente este texto. El grupo se disolvió en 1986, se volvió a reunir en 1992, sacó disco nuevo en 1999 (Wonderful) y se marcó una inesperada obra maestra en 2008 con The liberty of Norton Folgate, una deliciosa opereta sobre un barrio de Londres a medio camino entre los álbumes conceptuales de los Kinks de los setenta y las comedias cinematográficas de la productora Ealing de los años cincuenta.
A día de hoy, los Madness siguen en activo y su cara visible (y vaya cara) continúa siendo la del vocalista Suggs, un tipo que también ha hecho sus pinitos en el cine y ha presentado programas de radio y de televisión. Su último disco, Can´t touch us now, es de 2016. Se están tomando su tiempo para el siguiente, pero yo estoy convencido de que llegará. Siguen actuando regularmente en Gran Bretaña, donde ya forman parte del paisaje social y musical desde hace tiempo y no parece que tengan intención alguna de abandonarlo. A su manera, Madness respondió de manera gozosamente afirmativa la célebre pregunta del difunto Frank Zappa.