Juan Ramón Artero, Chicho, el guitarrista de 'Mojinos Escozíos', vecino de La Llagosta

Juan Ramón Artero, Chicho, el guitarrista de 'Mojinos Escozíos', vecino de La Llagosta

Músicas

Chicho y el ruido eterno

Un viaje a los inicios de los ‘Mojinos Escozíos’, el grupo musical más irreverente, golfo y mestizo del rock español de los últimos veinticinco años, cuyo origen es La Llagosta

22 octubre, 2020 00:00

Los Mojinos Escozíos se formaron a partir del desembarco de Miguel Ángel Rodríguez, El Sevilla, en tierras catalanas. Pero sus orígenes arrancan tiempo atrás. El golferío rockero barcelonés tenía varios antros de referencia en los años ochenta y, entre todos ellos, el Karma de la Plaza Real era el epicentro del guitarreo nocturno más salvaje y menos sinfónico. En esos locales desembocaban cada fin de semana bandas de muchachos de pelo largo que antes se habían pasado por Samblancant en la calle Escudellers en busca del tejano de pitillo o de cazadoras de cuero. Juan Pita era un fijo en aquel túnel underground del Karma, donde todo era posible, mientras se rasgaban guitarras imaginarias hasta el éxtasis, literal.

A unos veinte kilómetros estaba El Pirata, un local de Mollet del Vallès donde se iba entresemana por las tardes, sábados y domingos, a cabecear sobre la barra mientras Vidal, El Largo, servía cervezas para reventar y se escuchaban los discos más ruidosos de heavy metal y rock duro, viejos, nuevos y por llegar. Y entre Barcelona y Mollet estaba la Vecasa, un barrio de bloques de La Llagosta, ese que Javier Pérez Andújar –en el libro Paseos con mi madre– recuerda como territorio comanche. En el mismo bloque donde el escritor de Sant Adrià relata que visitaba a su familia y en cuyos bajos estaban los futbolines de Agustín, en ese mismo bloque vivió desde muy niño Juan Ramón Artero, Chicho, el canijo de la guitarra eléctrica.

1er disco

Portada del primer disco de 'Mojinos Escozíos'

Fue en unos de esos bajos de la Vecasa donde a mediados de los ochenta se encuentran Toni Martínez (bajo), Pita (voz y guitarra), Trallero (batería) y Chicho (guitarra) y fundan Boira, la primera banda de La Llagosta. Muchas horas de ensayo para aprender a tocar. El Viejo Blues fue una de sus canciones más coreadas, donde Pita imponía su cadencia y Chicho se mordía los labios y controlaba sus infinitos rasgueos. El experimento no duró más de tres años, previa huida de Alberto –el segundo batería– a Ibiza, desde donde nunca más volvió. Descolgado Chicho, Pita y Toni crean una banda más rockera con el nombre de RebeKa, junto a Ricardo Pico (guitarra), Lluís Salas (teclados) y Miguel Durán (bajo). Una maqueta y numerosas actuaciones, pero nadie compra el proyecto

RBK

Toni abandona el grupo y en 1989 se vincula como bajista a Split Cameras, una banda barcelonesa liderada por Henry G. y producida por Jaime Stinus, el guitarrista vasco de La Orquesta Mondragón, productor de La estatua del Jardín Botánico de Radio Futura y de tantos otros músicos (Loquillo, Azúcar Moreno, Sabina, Los Rebeldes, Gabinete Caligari). Después de grabar dos elepés con Split Cameras, Toni Martínez se sumerge a fondo en el proceloso mundo de las discográficas, las promociones radiofónicas y la representación artística.

Sería ese trabajo silencioso pero empecinado el que dé pie a la creación de Mojinos Escozíos. La estrecha y vieja amistad entre Toni y Chicho, las cervezas en El Pirata con los Barja (Vidal, Juan Carlos y Vidal jr.) y la aparición azarosa de El Sevilla forman el cóctel definitivo para el proyecto más irreverente, golfo y mestizo del rock español de los últimos veinticinco años. Una guitarra y cinco caganers con sombrero cordobés, por delante y del revés. La portada del primer disco de Mojinos Escozíos fue una bofetada en toda regla a la sensiblería melosa en la que, a mediados de los noventa, se ahogaba el rock en España y un grito rebelde ante el identitarismo lingüístico del mal llamado rock català.  

De Sta. Coloma era mi mujé / de Sta. Coloma tenía que ser / Su mare era Cordobesa /Su pare era Granaíno / y mi mujé nasió en Sta. Coloma / porque así lo quiso el destino / Los Domingo en la plasa del pueblo / ella bailaba las Sardanas / y los Sábado en la discoteque / ella bailaba las Sevillanas”. 

Santa Coloma Woman fue el mejor retrato del mestizaje cotidiano en el qué sobrevivía aquel cinturón barcelonés poco antes de la segunda oleada inmigratoria. Un contenido mucho más irreverente había sido la causa del rechazo a la maqueta que Toni Martínez había enviado a una discográfica. Su empeño como manager convenció a Juan Antonio Abellán, apoyo decisivo para el despegue definitivo de la más divertida banda de los últimos años, con directos insuperables, en los que la guitarra de Chicho era el ruido eterno que enlazaba una y otra generación. Padres e hijos de toda España han cabeceado durante años, mientras han tocado imaginarias cuerdas al ritmo desenfrenado que les ha marcado Juan Ramón. El olfato de Toni Martínez fue un revulsivo, pionero en la incorporación de dvd’s y extras en las cajas de cd’s. Las letras y el desparpajo de El Sevilla dieron pie al hilarante rock cómico. Los Barja redondeaban hasta el infinito cada actuación.

El 3 de enero de 2008 falleció Toni. De repente, nos dejó el manager catalán más innovador de comienzos del siglo XX. Y años después, dos miembros de Boira –el grupo iniciático del rock mestizo en Cataluña– fallecieron uno tras otro (Trallero, Pita…). Y ahora cierra esa triste maldición Chicho, aquel muchacho delgado y tímido que nos gritaba con su guitarra desde su cuarto en aquella Vecasa, un territorio obrero maltratado por la droga y ninguneado por el nacionalismo burgués y sectario. Dice Alex Ross que si ignoramos el ruido eterno que ha acompañado siempre a nuestros antepasados despreciamos a una parte importante de la historia. El ruido eterno de Chicho es sonido de nuestro pasado más reciente, es la música mestiza nacida en Cataluña y que ha disfrutado tanto el resto de España, porque “nojotros tenemos los cochinos, tenemos los jamones, la seitunas y el vino”. Va por ti, Chicho, y a la memoria de Toni, el sexto mojino.