El tenor mexicano Javier Camarena en el Liceu / EFE

El tenor mexicano Javier Camarena en el Liceu / EFE

Música

Camarena: Pel teu amor

El tenor mexicano ofrece su cara más humana en el Liceu y, aunque tuvo algún problema durante el canto, acabó recibiendo una gran ovación por parte del público

21 enero, 2020 00:00

Los grandes lo son más cuando nos damos cuenta que son humanos y que nada es gratis. El canto es una de las disciplinas artísticas más sacrificadas, porque el instrumento lo constituye la propia persona. Una bebida fría, un helado, un soplo de viento pueden echar al traste meses de preparación. 

Javier Camarena, uno de los mejores y más afamados tenores en la actualidad, dio el pasado sábado 18 un recital en el Liceu sin estar en plenitud de facultades vocales por arrastrar un resfriado, pero demostró, con creces, su calidad artística y también humana. Tuvo algún problemilla en la segunda canción del recital, pero donde más sufrió fue en la última canción, en el segundo bis, la canción de Josep Ribas Rosó, pel teu amor, teniendo que acompasar el pianista Angel Rodriguez el ritmo para esperarle un par de veces mientras Camarena reparaba su ya fatigada garganta. Probablemente otro divo hubiese cancelado el recital, total no dejaba de ser una actuación más en una gira previa a su esperado regreso al Met con La Cerentola. Pero este ganador del concurso Tenor Viñas de hace 15 años, justo al inicio de su carrera, no quiso saltarse la celebración de los 20 años de la reinauguración del Liceu y dio muestras de técnica, saber hacer y sensibilidad. Más o menos como cuando Nadal viene al Godó algo tocado, dos números uno mundiales que hacen lo imposible por acercarse a lugares que para ellos son especiales, aunque desde el punto de vista racional no sea lo más sensato para sus planificaciones.

Gran aceptación

Contar con tres estrellas globales como Camarena, Netrebko y Florez en la misma temporada no es algo frecuente en un Liceu, que como el Godó, está lejos de formar parte del Gran Slam operístico por más que lo queramos adornar. Y aunque los tres actúan este año en un formato menor, un recital, estas tres actuaciones no dejan de ser un excelente regalo de despedida del anterior equipo liderado por Molins, Guasch y Scheppelmann. Ojalá podamos verlos pronto encabezando repartos en óperas completas, hace ya un tiempo que andamos escasos de estrellas de primer nivel en los repartos de las óperas. 

La actuación de Camarena estuvo rodeada de una gran expectación, tanta que no solo se vendieron las 2.292 localidades que componen el actual aforo del Liceu, sino que se habilitaron 104 adicionales en el escenario, algo que sólo había ocurrido previamente en recitales de Pavarotti y Kaufmann. Camarena es un tenor que comunica con el público, que se hace querer. Sólo así se explica su amplia lista de bises, algo nada frecuente. Desde su debut en el Met a los cuatro que ya lleva en el Real de Madrid. Parar una ópera y repetir un aria por la reacción del público es el máximo en la comunicación entre el artista y su público. Y eso también ocurrió en su recital. Hubo casi más minutos de aplausos que de canto, por lo bien que canta pero también por la alegría, la simpatía y el sentimiento que transmite. Sublime, como siempre a pesar de su catarro en Ah! Mes amis de La hija del regimiento, la de los 8 dos de pecho. Nadie sube como él con esa facilidad hacia la zona de mayor esfuerzo para un tenor, facilidad que ha logrado por años y años de trabajo. Grandioso en todo el recital, con una especial habilidad para vocalizar en las zonas más altas de las arias, siendo de los pocos, si no el único en la actualidad, capaz de frasear en el do sobreagudo, demostrando por qué es uno de los tenores más cotizados hoy en día.

Repertorio

Gran actuación del pianista Ángel Rodríguez, excelente profesional del acompañamiento de maestros de ópera que pone todo su saber al servicio del cantante. Con Camarena ha grabado dos discos y en una noche tan compleja como la del sábado se evidenció la complicidad entre ambos, arropando al maestro cuando le hacía falta y dejándole brillar durante el resto del recital.

El repertorio era, en parte, un anticipo del que programará para los próximos cinco años. Tras brillar en el bel canto Camarena se adentra en las óperas francesas, siguiendo los pasos del gran Alfredo Kraus, probablemente el tenor que mejor supo conservar su voz gracias a una brillante planificación de su repertorio y, por supuesto, a sus cualidades y a una técnica insuperable. 

La nota discordante, como ya viene siendo habitual, la dieron nuestros políticos de bajos vuelos. En una noche de lleno a reventar fue clamoroso el vacío de dos palcos, otrora asignados a Generalitat y Ayuntamiento de Barcelona. Desconozco en qué situación se encuentran porque hace unos años hubo una estúpida polémica sobre el pago de los mismos. No tener ningún representante ni de la ciudad ni del Gobierno autónomo cuando nos visita una estrella mundial vinculada a Barcelona en los orígenes de su carrera como Camarena no deja de ser una evidencia más de lo grandes que les vienen los cargos a quienes nos malgobiernan.