La ficha policial del poeta Ósip Mandelstam

La ficha policial del poeta Ósip Mandelstam

Poesía

Mandelstam y la poesía

La editorial Navona reedita 'Gozo y misterio de la poesía', una colección de ensayos sobre literatura del poeta ruso, represaliado por el régimen de Stalin en Vladivostok

2 abril, 2020 00:00

Entre la sobresaliente floración de poetas rusos de principios del siglo XX, Ósip Mandelstam ocupa un lugar destacadísimo. Con Anna Ajmatova y otros formó parte del acmeísmo, una reacción a la escuela simbolista de su país. El año de su libro más glorioso es 1922, con Tristia, pero venía escribiendo de antes y seguiría componiendo, aunque fuera solo en su cabeza, hasta su muerte en 1938, cuando el régimen comunista de Stalin lo mandó al exilio, en Vladivostok, más allá de Siberia o, para entendernos, donde Cristo dio las tres voces.

La editorial Navona ha reeditado ahora (porque ya se publicó en 2003 en la desaparecida editorial El Cobre) su libro Gozo y misterio de la poesía. Aquí aparece con una nueva introducción de 2019. El responsable de la edición, introducción y prólogo es Víctor Andresco (director que fue del Instituto Cervantes de Moscú). Son textos escritos entre 1910 y 1923 y publicados en forma de libro en 1928. Algunos asedian asuntos demasiado rusos para un lector común, pero en todos los ensayos, hasta en estos que más a trasmano cogen, hay observaciones de enjundia que superan las fronteras y que se erigen como verdades universales acerca de la poesía.

Gozo y misterio de la poesia

Confuso a veces y un punto contradictorio, Mandelstam tiene, como tantos compatriotas suyos, un toque visionario, como cuando afirma: “El ayer no ha nacido aún”. Y añade: “Así pues, aún no ha existido ningún poeta. Estamos liberados del peso de los recuerdos. A cambio, cuántos presentimientos felices: Pushkin, Ovidio, Homero”. De ello extrae una lección: “El poeta, pues, no teme la repetición y se emborracha fácilmente con el vino de los clásicos”.

No deja de lado el asunto de la crítica literaria, y da su opinión sobre ella, desdeñando todo impresionismo: “Las críticas, en cuanto comentarios espontáneos sobre la poesía, no deben existir: deben ser la consecuencia de un estudio científico objetivo de la ciencia de la poesía”. Lo cual no quita para que él aventure comentarios no exactamente científicos sino –hablamos de un poeta y no de un señor embutido en bata blanca– subjetivos. ¿Acaso podía ser de otro modo?

Ósip MandelstamEl poeta ruso Ósip Mandelstam

El poeta ruso Ósip Mandelstam

Distingue entre literatura y poesía, conceptos que ya muchos antes que él han separado y que otros también han delimitado más tarde. Para él, el literato siempre se dirige a alguien concreto, a alguien que representa una época, sea la suya propia u otra futura. Según Mandelstam, esto obliga a que el literato se encuentre en un pedestal por encima de la sociedad, y que este pedestal sea imprescindible para él. Pero la poesía es otra cosa: el poeta solo está unido a un lector “providencial”. Y agrega: “No está obligado a estar por encima de su época, a ser mejor que su sociedad. El propio François Villon está muy por debajo del nivel moral e intelectual medio de la cultura del siglo XV”. ¿A qué se refiere Mandelstam con lo de “providencial”? En una traducción inglesa nos hemos topado con la misma palabra.

En otras ocasiones, el poeta traza genealogías: “La lengua rusa es una lengua helenística. En virtud de toda una serie de condiciones históricas, las fuerzas vivas de la cultura helénica, habiendo dejando Occidente bajo las influencias latinas y sucumbiendo brevemente ante la estéril Bizancio, se instalaron en el seno del idioma ruso confiándole el presuntuoso secreto de la concepción helenística del mundo”. La mirada al pasado también se traslada a las tensiones que utilizan la poesía como campo de batalla de sus fuerzas: “Siempre hay guerra en la poesía. Y sólo en épocas de idiotismo social aparece la paz o la tregua”. Y prosigue: “El lenguaje poético nunca resulta bastante consensuado y después de muchos siglos resurgen en su interior viejas desavenencias”.

Monumento en honor de Ósip Mandelstam en Voronezh (Rusia)Monumento de dedicado al escritor en Voronezh (Rusia)

Monumento de dedicado al escritor en Voronezh (Rusia)

Como abonada por la mierda de Stalin y su régimen, plagiado con mayor o menor descaro por otros de la hez y el mantillo, la poesía rusa vivió una época brillantísima y alucinada durante la pesadilla de la consolidación del poder de ese sátrapa, que ya en 1922 (recuérdese, el año de Tristia) muñía su ascenso ante el declinar de Lenin, aislado y desactivado para dejar libre el terreno a su política de tierra quemada en Ucrania, por ejemplo, o, ampliando el objetivo, en el conjunto de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La respuesta de Mandelstam es clara en un frase de este libro: “Creo que un país y un pueblo ya se justifican si dan al menos un hombre totalmente libre, que quiera y sepa hacer uso de su libertad”.

Andresco, licenciado en Filología Eslava, ha traducido anteriormente libros de Turguéniev, Chéjov, Tolstói, Mandelstam y Goar Markosián-Kásper. Debe de ser hijo del Víctor Andresco autor de un método que mi padre, físico interesado por lo que en la URSS se cocía, compró cuando era niño: El ruso esencial para estudiantes de habla española. No es mucha la literatura rusa que se vierte a nuestra lengua, una vez cubierto el cupo de clásicos ineludibles. O tal vez me equivoque y lo que falte sean lectores. Gracias, pues, a Andresco y a traductores como Antonio Ferrer o Marta Rebón, y a las editoriales que, como en este caso Navona, ponen a nuestra disposición sus trabajos.