Retrato de Vicente Aleixandre, hacia 1958

Retrato de Vicente Aleixandre, hacia 1958

Poesía

Aleixandre y Prieto, cartas de arte y poesía

Las cartas del Premio Nobel al pintor de la Generación del 27 revelan una complicidad tejida durante décadas que tuvo como motor fundamental la creación artística

7 agosto, 2020 00:10

Regresar con asiduidad a Vicente Aleixandre es algo más que una gimnasia para la memoria: es la certeza de estar ante uno de los autores que anudan la poesía española de la primera mitad del siglo XX sin dejar escapar el calor de las babuchas. Casi no salió de casa en media vida por una nefritis tuberculosa. Escribió, leyó, recibió y amó con una mantita en las rodillas y el perro Sirio tumbado justo a sus pies, hechos a andar poco, anclados a las reducidas dimensiones de la sala de estar de aquel chalé situado en la madrileña calle Velintonia, donde estableció su residencia y su laboratorio. 

En la escritura de Aleixandre –y eso no sucede tantas veces– también se congregaban los amigos. La fuerza de su irracionalismo lírico tuvo para muchos creadores distintos algo de flor familiar, de casa de acogida. Así se percibe en muchas de las cartas que el autor de Espadas como labios y La destrucción o el amor dirigió al pintor Gregorio Prieto a lo largo de casi sesenta años y que aparecen recopiladas por el periodista y escritor Víctor Fernández en el volumen Visitar todos los cielos, publicado en los Cuadernos de Obra Fundamental de la Fundación Banco Santander.

Aleixandre1El poeta Aleixandre y el pintor Prieto, en una instantánea de 1935 / FUNDACIÓN GREGORIO PRIETO

El poeta Aleixandre y el pintor Prieto, en una instantánea de 1935 / FUNDACIÓN GREGORIO PRIETO

“Dentro del corpus epistolar de Aleixandre nos hallamos aquí ante un caso único. Entre las cartas que han visto la luz hasta ahora, especialmente las dirigidas a Miguel Hernández y a su esposa, Josefina Manresa, o a José Antonio Muñoz Rojas, Max Aub y Ricardo Molina, no encontramos la intensidad que se aprecia en Prieto”, señala el antólogo, quien apunta a la particularidad de este conjunto postal (setenta y dos cartas con fecha y doce no fechadas) hasta ahora inédito: “Aleixandre tiene en el pintor al cómplice necesario, al lector inicial de su poesía”, recalca Fernández. 

Pese al amplio muestrario de años que abarca este epistolario (de 1924 a 1981), Vicente Aleixandre suele aparecer aquí explorando el itinerario de su obra. No son exactamente ejercicios de tanteo, sino de afinación de su poética. Y hacia ese lado apuntan estas postales en sus mejores momentos. Todas las cartas llevan el remite del poeta y como destinatario a Gregorio Prieto. Están escritas mayoritariamente desde Velintonia. Y supone el más alto documento de una complicidad (casi) sin fisuras que se dio más allá del arte y de la poesía, pero con el arte y la poesía como ejes.

Aleixandre2

Carta de Vicente Aleixandre a Prieto en las vísperas de un viaje del pintor a Sevilla / FUNDACIÓN GREGORIO PRIETO

“Ahí va mi poema que te gustó y que ya es para ti. Alegre estoy porque te lo mando y porque te he conocido; alegre con la alegría de tu pintura, que yo no llamaría nunca alegre”, anota Aleixandre en la primera de las cartas que dirige al pintor el 9 de octubre de 1924 desde el número 98 de la madrileña calle Serrano. El poema en cuestión se titula Adolescencia y apareció en su libro inaugural, Ámbito, publicado en 1928 en los suplementos literarios de Litoral: “Vinieras y te fueras dulcemente/ de otro camino / a otro camino. Verte, / y ya otra vez no verte…”, se lee en sus primeros versos.

En su introducción, Víctor Fernández establece sugerentes paralelismos con otras relaciones epistolares más surcadas, más conocidas en el mundo artístico o literario, como la de Rilke con Rodin o la de Dalí y Lorca, con los que Aleixandre y Prieto andan emparentados por razón de edad y de militancia estética. Precisamente, el epistolario del poeta sevillano y el artista manchego sirve de particular periscopio de la Generación del 27 al fijar en el papel con tinta fresca las andanzas (vitales y creativas) de Dámaso Alonso, Manuel Altolaguirre, Rafael Alberti y García Lorca, entre otros. 

Aleixandre4

Autorretrato fotográfico de Gregorio Prieto, realizado en Roma / FUNDACIÓN GREGORIO PRIETO

“Ahora está el tiempo espléndido. Algunas noches cenamos Federico y yo y otros amigos simpatiquísimos (muchachos encantadores) juntos y luego corremos por las hermosas verbenas que en las noches de Madrid resultan algo que emborracha. Lo popular es una delicia”, escribe Aleixandre el 30 de mayo de 1932. Al mes siguiente, el poeta le envía noticias al pintor: “Manolo [Altolaguirre] (agárrate) acaba de casarse con Concha Méndez. Por la Iglesia y todo. Eran amigos desde octubre y ahora se casan. Si quieres felicitarlos, viven aquí en Viriato, 55. Escríbeles”. 

“No hay en la Generación del 27 un epistolario tan extenso como éste”, sostiene al respecto Fernández, quien ha alumbrado también, en esta labor de rastreo, diferencias entre ambos. El primero, de tinte trivial, en octubre de 1931. El segundo, más duradero, a raíz de “un malentendido” tras la Guerra Civil. Como posible detonante, el fracaso de algún proyecto común. “La amistad volvió a retomarse, aunque sin la intensidad de los años veinte”, remata el antólogo, quien no ha podido hallar las cartas remitidas por el pintor pese a llamar a la puerta de Ruth Bousoño, viuda de Carlos Bousoño y custodia del archivo del poeta.   

Visitar todos los cielos, Cartas de Aleixandre a Prieto

Precisamente en Visitar todos los cielos hay huella en la última de las cartas fechadas –el 2 de diciembre de 1981– de un libro de Gregorio Prieto sobre Aleixandre. “Estoy seguro de que será una obra hecha con gran cariño y a mi satisfacción, y además de tu escritura misma llevará el sello de tu arte. Cuando tengas trazado el proyecto, me gustará que nos veamos y que me hables de él (…). El libro resultará sugestivo y rico y estoy seguro de que yo seré el primero en felicitarte por él y en alegrarme de su éxito”, expone el poeta, quien se despide así: “Con el viejo recuerdo de larga amistad…”.