Ejecución de Robespierre (1794)

Ejecución de Robespierre (1794)

Filosofía

De Maistre, absolutismo e impertinencia

La editorial El Paseo publica en español la antología que Cioran dedicó a Joseph De Maistre, defensor del Antiguo Régimen y provocador pensador reaccionario

2 agosto, 2020 00:10

“El estilo define al hombre”, escribió Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon, en una disertación pública tras haber sido nombrado uno de los cuarenta inmortales de la Academia Francesa. La frase hizo fortuna y, desde entonces, se repite como una fórmula matemática, tan indudable como exacta. Algo de cierto hay. Veamos un caso práctico:

“¿Es realmente una desgracia tener conocidos en vez de amigos? Gran error. ¿Qué es un amigo? Lo más inútil del mundo para la fortuna. Para empezar, nunca se tiene más de uno y siempre es el mismo; lo mismo valdría para un matrimonio. No hay nada que sea más útil que los conocidos: se pueden tener muchos y, cuanto más se tengan, más se multiplican las posibilidades en cuanto a su utilidad (…) Todo se reduce a conocer a un gran número de hombres. Jueguen mucho para que se les pueda ver mucho. El resto de los medios son menores en comparación". 

¿Qué personalidad se oculta tras semejante afirmación? ¿Es la voz de un cínico que revela la impostura (y la utilidad) de las relaciones sociales o se trata acaso de una naturaleza sincera hasta la brutalidad? ¿Nos habla un loco o un cuerdo? Diríamos que la frase representa a una personalidad que encarna ambas cosas al mismo tiempo.

Biografía de Joseph de Maistre de George CogordanBiografía de Joseph de Maistre de George Cogordan

Biografía de Joseph de Maistre de George Cogordan

Su autor es otro escritor francés, del mismo siglo pero no exactamente del mismo tiempo que Buffon, que ha pasado a la historia de las ideas filosóficas y políticas como un autor de importancia menor, altamente dogmático, anacrónico y defensor de las esencias más escandalosas y reprobables de la ideología reaccionaria. Alguien que, pese a todos estos reparos, también encaja en la categoría de genio. Impertinente, por supuesto. Con ustedes, señoras y señores, Joseph-Marie, ilustre conde De Maistre (1753-1821), contrarrevolucionario de salón, enemigo pertinaz de la Ilustración, activista decidido en contra la Revolución francesa, adalid de la monarquía hereditaria, predicador sin descanso del poder eclesial y, en resumen, un individuo genéticamente antimoderno. Un ser fascinante. 

Su biografía está llena de momentos estelares –el primordial de todos consiste en situarse a contracorriente del espíritu de su época– y su obra contiene pasajes colosales con los que uno no puede estar de acuerdo pero que, dos siglos después de haber sido formulados con una temeridad que sólo hemos visto en los grandísimos escritores, continúan siendo útiles para todo aquel que quiera entender algunas de las crueles certezas de la vida. La de entonces y la de ahora. A De Maistre suele reprochársele su dogmatismo soberbio y matón: escribió páginas provocativas en favor de la Inquisición, un elogio espiritual sobre el verdugo como clave de bóveda de todo el orden político occidental, un encendido canto en favor de la “divina guerra”, un alegato en defensa del Papa que causó rubor hasta en el Vaticano, la desinhibida revindicación ad aeternis de la soberanía absolutista –la única cierta– y la proclamación solemne del Antiguo Régimen como la quintaesencia de la arquitectura social. 

Grabado sobre las clases sociales del Antiguo Régimen (1815)

Grabado sobre las clases sociales del Antiguo Régimen (1815)

Y todo esto lo hizo en un momento histórico en el que lo que triunfaba era la Ilustración, la Enciclopedia y personajes como Rousseau o Voltaire, a quienes dedicó encendidos epítetos, no precisamente fruto de una rendida admiración. Soñaba con una Francia que, al igual que la España de los Habsburgo, restituyera en el orden político y moral la supremacía del cristianismo frente a la afortunada herejía del protestantismo –al que consideraba el mayor enemigo de la civilización–, y descreía del ideal democrático. Francia es hoy una república (“un meteoro”, escribió con ironía) laica de “ciudadanos” –vocablo que califica de “vil” e “inventado por granujas”– y la filosofía de La Razón todavía goza del prestigio de la nostalgia

De Maistre, en este sentido, perdió todas sus batallas, salvo una, que no libró de forma consciente: la capacidad para convertirse en el espejo deformado de los mismos ideales que combatía. De esta vigencia da cuenta la antología, realizada en 1957 por el filósofo nihilista Emil Cioran, de los mejores pasajes de sus obras. Un compendio que ahora publica –por primera vez en español– el Paseo Editorial con una traducción del francés –excelente– de Yolanda Morató y la introducción íntegra y luminosa que el pensador rumano dedicó al furibundo moralista francés, donde explica que la seducción de sus escritos estriba, junto a su contenido, en sus extraordinarias dotes como escritor, que captaron incluso el interés de pensadores como Isaiah Berlin, que le dedicó escritos y conferencias.

En efecto, De Maistre, escribió abundantemente y con talento. Fue, sin duda, un estilista consumado además de un provocador profesional, un categórico reaccionario, un maestro de la paradoja y un libelista que combatió las luces de la Razón –los sofismas de su tiempo– desde una irracionalidad visceral y espontánea. El mayor enemigo de Europa y otros textos escogidos –así se llama la antología– es un libro cuya principal virtud consiste no tanto en las ideas que defiende –y que su autor proclama con una envidiable vehemencia– como en las verdades que plantea. La más interesante es la que tiene que ver con la metamorfosis del denominado progresismo –el conjunto de las ideologías herederas de la Revolución francesa– en réplicas más o menos explícitas de aquello que vinieron a combatir. Una transformación que tiene lugar justo en el momento de su triunfo y en su forma de ejercer el poder, contradictoria con sus retóricas y mensajes y que, al cabo, plantea un universal: no existe más poder que el mando absoluto, se disfrace como se disfrace. 

La defensa del absolutismo que hace De Maistre –en su tiempo constituyó una anomalía y vista con los ojos de hoy se convierte directamente en un ejercicio exótico– nos alerta, sin embargo, de que detrás de muchos proyectos políticos que proclaman la libertad palpitan los mismos instintos totalitarios que son objeto de sus críticas y motivo de su existencia. Los nuevos populismos de nuestro tiempo –adoradores de la soberanía popular– emulan muchas actitudes de los revolucionarios franceses, al igual que gobernantes formalmente democráticos actúan en función de un protocolo de dominación que aspira, aunque no se confiese jamás, a instaurar una hegemonía social completa e indiscutible, sojuzgando la libertad del individuo. A De Maistre todos estos principios –el orden, la jerarquía, la supremacía de unos hombres sobre los demás– le resultan perfectamente naturales, aunque leer su encendida defensa sobre este mundo que ya no existe ayuda a descubrir cómo su herencia pervive, oculta o camuflada, bajo ideologías supuestamente modernas que dicen rechazar lo que en realidad practican. Utopías basadas en el engaño y en el crimen

Joseph de Maistre pintado en 1810 por Karl Christian Vogel von Vogelstein

Joseph de Maistre pintado en 1810 por Karl Christian Vogel von Vogelstein

El pensador francés es un partisano del pretérito. Su batalla, sincera y demencial, en favor de aquello que a muchos nos resulta abominable ayuda, igual que hace un espejo, a descubrir el rostro bifronte de los políticos convertidos en predicadores evangélicos. No se trata tanto de una convicción moral como de una evidencia empírica. La redención de la especie humana es un imposible para De Maistre al margen de las leyes de la tradición absolutista. El Antiguo Régimen que defiende no existe desde hace siglos, pero esto no quiere decir que el sustrato que lo explicaba se haya difuminado. Más bien ha mutado, adoptando otras formas, usando otro lenguaje, aceptando nuevas convenciones, sin dejar de perseguir lo mismo que sus enemigos: el poder total. En sus propias palabras: 

“Los gobiernos democráticos no son más que meteoros pasajeros, cuyo brillo excluye la duración. Con propiedad, todos los gobiernos son monarquías que no difieren más que en si el monarca es de por vida o por un tiempo, hereditario o elegido, individual o un conjunto (…) todo gobierno es aristocrático, desde la democracia a la monarquía, pero de entre todos los monarcas, el más duro, el más déspota, el más intolerante, es el monarca pueblo”. 

Edición en francés de 'Del Papa' y 'Las veladas de San PetersburgoToda una vacuna contra la idea de bondad natural y, también, un ejercicio de realpolitik. Conviene no olvidarlo nunca: los sueños de igualdad de la Revolución francesa, con su propia nomenclatura y su ingenuo calendario, instauraron el terror categórico de la guillotina. La Ilustración, a pesar de todos sus avances, degeneró en el absolutismo napoleónico. A veces los peores enemigos de la libertad son sus profetas. Los buenos deseos no bastan para mejorar a la sociedad. Como explica Cioran, de igual manera que el escándalo que suscitan las ideas de De Maistre lo han mantenido vivo como escritor –hizo de la provocación una proeza– sus afirmaciones alumbran la pervivencia de determinados vicios políticos a lo largo de la historia. “No hay más que violencia en el universo, pero estamos malcriados por la filosofía moderna, que nos dice que todo está bien, mientras que el mal lo ha mancillado todo y, en un sentido más real, todo está mal, puesto que nada está en su sitio”, escribe el conde saboyano. 

Toda una vacuna contra la idea de bondad natural y, también, un ejercicio de

Sus ensayos, obviamente, no son obras para optimistas. Bajo sus excesos, no obstante, reside una extraña forma de verdad que nos alerta de los cantos de sirena de los redentores, marionetas de un mecanismo que los supera, como sucedió con los revolucionarios de la Bastilla. De Maistre odia a los protestantes y a los ilustrados, sí; la disección de su odio, la descripción alucinada de su naturaleza, enuncia sin embargo –y son palabras de Cioran– “las grandes verdades metafísicas, las cimas del fenómeno humano, ante las que proclama su horror”.

el mayor enemigo de europa y otros textos escogidos

Sus escritos, desmentidos por los hechos históricos, siguen siendo actuales porque, de cierta manera, insisten en la imposibilidad de creer en nada. Ni en la teocracia religiosa, por ser profundamente injusta (De Maistre pensaba lo contrario), ni en la teocracia civil, por ser una simulación. Lo que queda, tras estas evidencias, es la decepción, probablemente el sentimiento político más universal y duradero. “De Maistre es el Maquiavelo de la teocracia”, dice Cioran. A su manera es también uno de los primeros nihilistas, por mucho que batalle a favor de la religión, la esclavitud y justifique la violencia. 

Su idea de Europa fue barrida por la historia, pero los giros del tiempo, que repiten con otras máscaras los vicios antiguos, han mantenido vigentes parte de sus afirmaciones en contra de los demás. Su herejía anima a descreer de los mandamientos de lo políticamente correcto y nos vacunan contra el consenso de las apariencias. Al margen de sus ideas, su irreverencia y su espíritu punk (siglos antes del punk), siguen siendo necesarios en este mundo de horror que determinados impostores, profetas de su propio interés, insisten en dibujarnos de color rosa.